El infinito dolor de un torturado en el regimiento de Tejas Verdes
Luis Sepúlveda cree que a su hija la mataron en el año 1985 para amedrentarlo.
" Estoy convencido de que a mi hija la mataron". Con esta declaración el presidente del Comité de Derechos Humanos de San Antonio, Luis Sepúlveda Carvajal (76), se refiere al deceso de su hija Sonia, quien en 1985 fue encontrada ahorcada al interior del hogar de la familia. La joven tenía 19 años de edad y la versión oficial dijo, en esa época, que se trató de un suicidio, pero él y su esposa hasta hoy creen en la tesis del homicidio, un crimen destinado a amedrentarlo.
Sepúlveda, quien el 26 de septiembre de 1973, fue detenido por agentes de la PDI y luego llevado al campo de exterminio ubicado en la Escuela de Ingenieros Militares de Tejas Verdes, carga con el dolor de haber perdido a su hija. Si la dictadura la mató o no, quizás nunca pueda aclararse, pero él no perdona nada ni olvida todo lo que sufrió con las torturas a las que fue sometido. "No los puedo perdonar", admite.
Hasta septiembre de 1973, Sepúlveda se desempeñaba como funcionario del Servicio Médico Legal (SML) de San Antonio. El día 22 de septiembre participó en la confección del informe de autopsia de los cuatros dirigentes del Sindicato de Estibadores Marítimos de San Antonio que habían sido asesinados por el régimen pinochetista.
El resultado de esas pericias del SML determinó que esos hombres habían muerto por las heridas provocadas por bayonetas, las mismas que usan los militares. "Estaban despedazados a bayonetazos", recuerda.
"En los interrogatorios, que fueron muchos, con 33 sesiones de tortura, no me hicieron ninguna pregunta relacionada con el motivo que me habían detenido", recuerda. Más tarde, él se enteraría que Manuel "Mamo" Contreras lo acusaba de falsear el informe de autopsia y de perjudicar al Ejército, además de recibir supuestas órdenes desde un submarino ruso.
Lo agredieron y lo sometieron a golpes eléctricos. El Consejo de Guerra determinó que debería cumplir pena de reclusión. Sumó 200 días preso en Tejas Verdes y en la Cárcel de San Antonio. Cuando quedó libre, no tenía trabajo, estaba devastado.
"Manuel Contreras me detuvo para matarme, pero fui condenado a estar 200 días en la cárcel", asegura.
A 40 años del golpe, Sepúlveda conserva los recuerdos horribles de esos días de tortura. Su pena más grande es esa verdad que se llevó su hija Sonia, quien pudo haber sido una víctima de la masacre que asoló a quienes se interpusieron en el camino del dictador.
"Manuel Contreras presenciaba los interrogatorios. Quien llevaba la voz cantante en los interrogatorios (en Tejas Verdes) era el segundo jefe de la Policía de Investigaciones de San Antonio, Nelson Patricio Valdés. Yo a él lo conocía muy bien, porque mi trabajo en el Servicio Médico Legal me hacía estar en contacto con él, inclusive teníamos un grado de amistad. Un día, en que me tenían amarrado a un sillón para ponerme electricidad, él (Valdés) se pegó un porrazo y cuando apretaron la palanquita, él rozó mi mano y le llegó un golpe de corriente más fuerte que a mí; pero el tiempo pasa y ahora Valdés anda por ahí arrastrando las patas y está condenado a una pena, que la Corte Suprema aún no ratifica, de 30 años de cárcel. Si eso pasa, va a morir en la cárcel, porque fue uno de los criminales más grandes".
El torturador
"Manuel Contreras me detuvo para matarme" Luis Sepúlveda torturado en Tejas Verdes