La increíble historia de la joven mamá que se salvó tras ser aplastada por un camión
Ignacia Fuentes disfruta la vida en compañía de su hijo Nicolás, quien estuvo a un paso de morir en el terrible accidente que cambió sus vidas.
21.00 horas del 28 de agosto de 2003. Ignacia de 16 años y con un embarazo de 32 semanas está en la celebración de un nuevo cumpleaños de su mamá.
21.30 decide regresar a su casa para descansar, después de no sentirse bien. Debido a su estado de gravidez siente algunos malestares, por lo que prefirió acostarse.
22.00 y ya lleva algunos minutos tratando de dormir y descansado tranquilamente sintiendo a su bebé en su interior, después de hablar con su pareja por teléfono.
22.15 Ignacia siente unos fuertes ruidos que vienen desde fuera de la casa de sus padres en Lo Zárate. Son ruidos como de un terremoto... Ignacia abrió los ojos. No se imaginaba lo que estaba por vivir...
terrible despertar
Aquel 28 de octubre de 2003 la vida de esta joven madre de Lo Zárate, en la comuna de Cartagena, dio un vuelco que nunca más olvidará.
Después de haber compartido junto a su familia en un encuentro ameno, pensaba que con el descanso en su cama se recuperaría de las pequeñas molestias que en las últimas horas había experimentado.
Lo que no tenía como saber Ignacia era lo que pasaba por la mente de José Guajardo, una persona que ella no conocía, pero que estaba por atravesarse en su vida.
José, a eso de las 22 horas conducía su pesado camión de la empresa Mextrac cargado con piedras y arena por la ruta cercana al poblado de Lo Zárate.
Todo iba normal para él, tal y como había sido en los últimos años en este duro trabajo.
Pero de pronto, cuando bajaba la cuesta principal del sector sintió un fuerte tirón de la máquina y con terror, comprobó que los frenos no respondían.
El pesado transporte comenzó a tomar velocidad, José intentaba una y otra vez hacer que los frenos respondieran, pero nada.
Los segundos pasaron rápidamente. José pensó lo peor. Quizás de esta no saldría con vida. ¿Qué hacer?, ¿abrir la puerta y lanzarse al camino? ¿intentar impactar el camión contra un cerro? ¿dejarse llevar? ¿rendirse?
Su experiencia lo llevó a aguardar hasta el último momento cuando ya no había más que hacer.
El camión siguió su loca carrera y al llegar a un puente en el camino, José Gajardo decidió salirse a un costado. En su desesperación y a toda velocidad el camión ya sin control pasó a llevar a un auto y fue a dar contra una casa, destruyéndola casi por completo en medio de una nube de polvo, escombros, maderas, vidrios y humo.
José estaba conmocionado, con golpes, pero vivo, vivo ante tamaño desastre.
Pero lo peor estaba por venir.
Cuando pudo tener noción de lo que sucedía salió del camión en medio de los restos de maderas.
Debajo del camión, aplastada por los restos de la vivienda y gritando por su vida estaba Ignacia Fuentes, la joven embarazada que en aquel entonces tenía 16 años.
pensé que me moría
Hoy Ignacia Fuentes Opazo tiene 26 años y es madre de Nicolás, un pequeño inquieto, de pelo y ojos claros, tez blanca, sonrisa siempre presente y buen conversador; fanático del fútbol, seguidor acérrimo de Alexis Sánchez y según él, bueno para las matemáticas y el inglés.
Ignacia vive en Lo Abarca y con orgullo mira a su hijo, lo abraza, le da besos. Él se deja querer, pero no quita los ojos de la pelota de fútbol que está cerca.
Cuesta pensar que hace 10 años, toda esta escena podría no haber ocurrido.
"¿10 años? Cómo pasa el tiempo. No lo había pensado. Claro, son 10 años de aquel terrible accidente", dice Ignacia.
-¿Qué recuerdas de aquella noche en que estuviste a punto de perder la vida?
-Todos los años lo recuerdo porque coincide con el cumpleaños de mi mamá. Esa noche estaba acostada en mi cama. No me había sentido muy bien y quería descansar. Acababa de hablar con mi pareja por teléfono y quería dormir. Sentí unos ruidos horribles. Pensé que era un terremoto, que todo se iba a caer. De pronto, un golpe tremendo, las cosas que caían... Atiné a poner una mano en mi guata y otra en mi cabeza cuando sentí el impacto encima.
-¿Supiste lo que era?
-No, sólo el golpe y la sensación de no poder respirar, por la nube de polvo. Estaba todo oscuro, estaba bajo un enorme peso. Pensé que me moría, que hasta ahí nomás llegaba y que mis padres estaban muertos.
Ignacia no sabía lo que ocurría. Vio el camión y aterrorizada empezó a gritar para que la sacaran de ahí, que alguien hiciera algo para detener el tremendo dolor que sentía.
"Pensé en mi guagua, en mis papás... En eso siento que alguien me llamaba, que me iban a ayudar... Ahí vi que era mi papá. Supe que se habían salvado y que era un camión el que había caído sobre la casa justo sobre mi dormitorio", dice hoy recordando esos instantes.
-¿Qué pasó entonces?
-Estuve como 15 minutos atrapada. Sentía mis piernas, pero no me podía mover. Me puse a gritar que no sentía a mi hijo, que no se movía, que le había pasado algo. Fue tremendo.
Después de esos momentos de terror y en estado de shock Ignacia fue llevada en ambulancia hasta el hospital Claudio Vicuña. Allí asegura que le dijeron a su mamá que había que decidir entre su vida o la de su bebé. No lo querían creer, decidieron tratar hasta lo último para que ambos se salvaran. Fue derivada al hospital Carlos van Buren de Valparaíso.
Allí la historia sería diferente.
En el recinto asistencial porteño fue diagnosticada con tres fracturas graves de pelvis y otras lesiones de consideración, pero lo que para ella era más importante, su hijo, había sobrevivido al impacto.
"Tenía 32 semanas de gestación y pesó un kilo 900 gramos. Era tan pequeño que lo podía sostener con una mano", dice hoy Ignacia.
-¿Pero ya estabas más tranquila?
-Bueno, lo pude conocer después de 15 días. Estaba aferrándose a la vida con todas sus energías. Gracias a Dios hoy está con nosotros y es un niño perfectamente normal. Claro que cada dos meses debemos llevarlo a control para evitar cualquier complicación.
-Sí, estuve en la UCI, luego dos meses sin poder moverme y con una serie de fierros en mi cuerpo. Después un mes más en silla de ruedas y luego una larga recuperación con bastones ortopédicos. No logro comprender por qué me tuvo que pasar esto a mí. Estuve a un paso de la muerte. Me rebelé con este asunto. ¿Por qué a mí? ¿por qué mi hijo tuvo que pasar por esto? No lo entendía.
-¿Pudiste conocer al chofer José Gajardo?
-Sabes que hizo intentos por conocerme. Así me lo dijeron, pero me negué. No, por nada del mundo lo quiero conocer, menos ahora que han pasado ya 10 años. No podría explicarlo, siempre me he negado. Ya di vuelta la página.
-¿Ahora ves la vida con otros ojos?
-Así es, tengo a mi hijo conmigo. Eso compensa todo por lo que tuve que pasar. Hoy al ver a mi hijo feliz, tengo el mayor premio. Hoy veo la vida a través de los ojos de mi hijo.
El accidente se produjo en Lo Zárate, en una zona de curvas peligrosas y constante tránsito