La práctica de la infidelidad puede generar muy buenos negocios. Las necesidades de los infieles permiten montar las más variadas empresas y comercializar una inmensa cantidad de productos y servicios. Si no lo cree, pregúntele a los dueños de Ashley Madison, un portal para infieles: partió en 2002 y hoy cuenta con 23 millones de usuarios en todo el planeta. A Chile llegó el 2012 y en una semana se inscribieron más de 200 mil personas. La empresa ha sido un fenómeno global: está presente en 29 países y el año pasado, su facturación superó los 90 millones de dólares. Es claro que "había una laguna que este modelo de negocio llenó", como dice la portavoz de Second Love, otro de estos populares sitios.
En Chile tenemos un antecedente en la crisis los "80, cuando Santiago se llenó de moteles, casas de masajes, "café con piernas" y otras variantes de negocios donde acudían -día a día y noche a noche- miles de hombres y mujeres casados a echar una "canita al aire". También se multiplicaron las empresas de investigadores privados, las adivinas, los teléfonos y chats "eróticos", entre otros.
comercio sexual
Dentro de los negocios que se nutren del amor clandestino, hay uno clásico y que convive con todo el modernismo: la prostitución. Obviamente, ha habido profundas transformaciones en la oferta y la demanda. Por ejemplo, la integración de extranjeras. O de estudiantes universitarias que -a cambio de sexo- reciben el dinero que requieren para pagar los costosos aranceles de la educación con fines de lucro. Lo hacen, por ejemplo, respondiendo a avisos como el siguiente (real): "Profesional, buen nivel social y económico, ofrece ayuda económica a cambio de sexo. Las prefiero de cuerpo normal o delgadas. Abstenerse trabajadoras sexuales. Valor de la ayuda a conversar. Interesadas, por favor, contactarse".
más demanda
La demanda crece y crece. Por ejemplo, se sumó un nuevo segmento: los no "farreros", que se recogen temprano e, incluso, pasan a buscar a la señora al trabajo. Miles de hombres que son infieles de día porque hay ofertas para serlo. Y surgen negocios tras nergocios, como el de los británicos Edward y Lucinda Hale, que inventaron una liga con microchip para detectar la infidelidad en mujeres: el dispositivo controla el ritmo cardíaco de la arteria femoral y el grado de humedad de la infiel.
Así, las aventuras son cada día más rentables y demandadas.