Las cifras de personas con sobrepeso (40%) y obesidad (20%) en Chile no dejan de aumentar y los especialistas se han percatado de que los desórdenes alimenticios ya no son lo único que influye en esto, sino que también hay otros factores determinantes.

Uno de ellos es la vida acelerada que la mayoría de las personas lleva actualmente y que dificulta tener una alimentación equilibrada. Esto porque muchos no tienen tiempo para cocinar o comer algo nutritivo, por lo que se alimentan con cualquier producto alto en grasas y azúcares, que no producen una sensación de saciedad duradera, por lo que al rato vuelven a comer.

La escasez de tiempo también lleva a las personas a hacer ayunos muy prolongados o comer a deshora, lo que juega en contra a la hora de mantener la línea, ya que el metabolismo se hace lento, lo que genera que engordemos fácilmente.

Según Julio Barrios Sarmiento, nutricionista de Integramédica Barcelona, aunque la epidemia del sobrepeso es el resultado de diferentes variables, la más grave de ellas es el gran acceso a la comida chatarra y la poca limitación de los impulsos.

Así, por ejemplo, ocurre que cada vez son más quienes utilizan la comida para compensar factores como el estrés, la soledad, la angustia o distintas presiones personales o laborales.

De esta manera, es común que cuando alguien esté triste, recurra a un trozo -o una barra completa- de chocolate para sentirse mejor. Y si está feliz, celebre con una comida. Es un comportamiento que ya forma parte de la idiosincrasia de los chilenos.

¿Cómo se puede corregir? Para que una persona pueda mantenerse en el peso y llevar una vida saludable, los especialistas recomiendan comer mayores cantidades de proteínas y vegetales; consumir las cuatro comidas principales (desayuno, almuerzo, once y cena) e incorporar una o dos colaciones entre ellas, que pueden ser yogurt, fruta o frutos secos. Además es clave incrementar la actividad física y beber dos litros de agua al día.

"Para lograr los efectos deseados y mantener el nuevo peso a largo plazo es fundamental poder alimentarnos de forma adecuada, sin hacer dietas restrictivas ni hipocalóricas, aumentar nuestra actividad física y no depender de productos químicos que alteran el balance natural del organismo y acaban por perjudicar nuestra salud" explica Sandra Farré, bioquímica especialista en nutrición del laboratorio Nutrapharm.

Comer deprisa es lo peor que podemos hacer. Masticar los alimentos es el primer paso de una buena digestión. Nuestra boca dispone de una serie de glándulas que segregan saliva, una sustancia necesaria para ayudar a nuestro estómago a digerir los alimentos. Por este motivo es importante que mastiquemos correctamente para realizar bien la salivación de los alimentos, ya que de esta manera estaremos facilitando la digestión a nuestro estómago y acelerando este proceso.

Comer en cinco minutos es lo pero que podemos hacer, pues normalmente esta prisa suele ir acompañada de ansiedad que no solamente nos hace masticar mal, sino que además consigue que abramos demasiado la boca al introducir los alimentos ingiriendo la comida acompañada de mucho aire que nos provocará gases y dolores estomacales. El exceso de gas acabará por hincharnos el vientre y dándonos molestias derivadas .