Las andanzas de un fotógrafo sanantonino por Europa
Gastón Basterrica vio el derrumbe del muro de Berlín, fue a Sarajevo en medio del conflicto de Los Balcanes, estuvo en un campo de refugiados en Africa. Allí vio lo peor y lo mejor del ser humano.
Cuando esta semana Gastón Basterrica regresó a San Antonio de vacaciones después de largos años en el extranjero, notó que la ciudad está muy cambiada a como él la recordaba.
Está el mall, hay mucho más casas, hay nuevas tiendas y todo eso, pero lo más importante es que se encontró de nuevo con sus raíces y con quienes lo conocieron de joven en el sector de Placilla donde creció.
Basterrica se puede definir como un trotamundos. Primero partió a Santiago, desde ahí a Brasil, Estados Unidos, regreso a la tierra del samba y desde ahí a Europa, específicamente a Suiza, donde echó raíces.
Su caso es similar al de muchos sanantoninos que dijeron emprender nuevos rumbos y cruzar el charco en busca de otras oportunidades. Será por el hecho de ser puerto, de mirar siempre al mar o no sé qué, pero los hijos de esta ciudad puerto tienen una predilección por los viajes y por emigrar.
Basterrica -como decíamos- no fue la excepción.
Como estudiante en Santiago conoció a algunos jóvenes brasileños en el convulsionado periodo de inicios de los años 70 en el país. "Ellos venían de una dictadura en Brasil y se asilaron en Chile, así es que conocían el panorama que estábamos viviendo por entonces y sabían lo que se nos venía. Gracias a ellos logré algunos contactos y emigré a Brasil a inicios de 1974", señala Basterrica.
Llegó primero a Sao Paulo luego a Río de Janeiro donde se estableció. Allí estudió Comunicaciones y tuvo sus primeros acercamientos con el periodismo, los que se intensificaron cuando empezó a trabajar como como reportero gráfico en el diario O Día de aquella ciudad.
"Conocí la crónica roja, lo que sucedía en las favelas y en las jornadas nocturnas de una ciudad importante, pero siempre estaba pensando en hacer otras cosas y fue así como me fui a Estados Unidos. Llegué a Los Angeles, para una beca en un instituto de estudios fotográficos. Tuve la oportunidad de recorrer el país de costa a costa. Aprendí el idioma y regresé a Río, debido a problemas con la visa y otros trámites. Allí, -para hacer la historia corta-, conocí a Daniela, una ciudadana suiza cuyo padre llevaba años en Brasil. Nos enamoramos y nos casamos", cuenta.
Llegó un momento en que la situación económica se complicó en 1984 y tomaron las maletas para irse a Suiza, específicamente a Zurich. Allá realizó diversos trabajos, pero ya tenía el bichito del periodismo en el cuerpo.
"Quería trabajar en la agencia noticiosa Ringiers Press que cubren importantes hechos noticiosos mundiales. Debo reconocer que no me pescaron mucho al comienzo, pero al tiempo empecé a trabajar como part time", señala.
Y una de las primeras destinaciones le tocaría profundamente. Fue enviado especial a cubrir las primeras elecciones democráticas de Chile, tras el periodo militar.
"Volver a la patria es fuerte y más aún para mí que había estado 14 años fuera de Chile. Fue algo importante, nos trataron muy bien. Es que yo era parte de los corresponsales extranjeros, de modo que tanto Pinochet como todo su equipo comunicacional nos trataron muy bien", comenta.
Y desde ahí inició una carrera internacional, la que se vio facilitada por su habilidad para aprender idiomas, ya que junto con el español domina el francés, inglés, portugués, italiano y alemán.
Cubrió la invasión estadounidense a Panamá en 1989, elección de la presidenta Violeta Chamorro en Nicaragua, entre otros acontecimientos.
-¿Qué hechos de importancia te marcaron en esa labor?
-Recuerdo la caída del muro de Berlín. Había una tensión tremenda. La gente agolpada en la barrera custodiada por los alemanes orientales. Recuerdo a los guardias que no sabían qué hacer. Llegó un momento en que no pudieron más y decidieron levantar las barreras. Todo fue muy emotivo. Estar en ese momento histórico es inolvidable. Recuerdo que los jóvenes bailaban y cantaban y los viejos que habían sobrevivido a la guerra y que habían sufrido el muro, simplemente lloraban.
Basterrica quería estar donde las papas queman. Por eso decidió irse por las suyas a Sarajevo en la ex Yugoslavia en el momento en que esa nación se estaba desmembrando en medio de una guerra cruel, que sería conocida como la Guerra de los Balcanes.
"Me fui nomás. Desde allá telefoneé a la agencia y les comuniqué que tenía fotografías. Ya estaba más experimentado, los demás colegas me habían enseñado como son las cosas y en cierta medida, impuse mis términos. La guerra es terrible. La destrucción, la muerte. Estuve en Sbrenica, escenario de las peores masacres, donde habrían asesinado a unas 8 mil personas; entre ellos niños y mujeres en una campaña de limpieza étnica terrible. Pero fíjate como son las cosas, allí me sucedió algo especial", cuenta.
-Bueno, en Europa las distancias son muy cortas en comparación con las que estamos acostumbrados en Sudamérica. Ocurría que yo trabajada de lunes a viernes en Sarajevo y los fines de semana tomaba un vuelo a Suiza y en una hora y media estaba en mi casa, en medio de la tranquilidad de Zurich. O sea un día estaba en medio del infierno de bombas, disparos, miedo y muerte de la guerra y al rato en el paraíso. Es increíble.
-¿Pero los reporteros en terreno perciben eso?
-Cuesta, porque uno está en la vorágine de la búsqueda noticiosa, de la mejor fotografía. Ahora con el paso de los años uno lo analiza y cae en cuenta de que pasa eso y se cuestiona.
-¿Te afectó mucho esa época, el convivir con el dolor?
-Por supuesto. Estuve con tratamientos sicológicos, porque uno no está acostumbrado a esas cosas. Existen conflictos existenciales, te cuestionas los contrastes. Por qué suceden esas cosas, por qué hay países pobres. Por qué hay un grupo que comanda a la humanidad y hay otros grupos que son conducidos. Pero uno nunca se acostumbra a estar cerca de la miseria, pero esa miseria de verdad, de saber que no hay nada. Como lo que ocurría en los campamentos de Africa Central, donde había 150 mil personas y tú sabes que van a morir porque no tienen nada. No tienen nada para comer. Donde un pueblo masacra a otro a punta de machetazos y las tropas de la ONU están ahí mirando porque no pueden intervenir. Y de pronto estás en Mónaco cubriendo las actividades de la monarquía, donde se gastan millones de dólares en cosas superfluas.
-¿Te cuestionaste éticamente?
-Claro que sí. Con el tiempo uno mira lo que ha vivido y tiene otra dimensión. La fotografía en terreno absorbe enormemente. Un fotógrafo muy conocido me dijo "ni tienes que pensar, no puedes pensar. Aquí hay que fotografías y mientras más cerca mejor", me dijo. Y lo debí hacer. Aquellos fotógrafos que están en contacto con la tragedia en cierta forma son una especie de mercenarios de la imagen también. Y en cierta forma es inmoral. Como cuando fotografían personas al borde de la muerte por el hambre. Uno se pregunta ¿por qué no le diste algo? ¿qué hiciste? Hoy la situación ha cambiado, pero desde los años 50 a 80, mercenarios y fotógrafos viajaban juntos en los aviones. Unos llevaban fusiles, ametralladoras, y otros cámaras y lentes, pero en el fondo eran muy parecidos.
En el año 2000 Gastón Basterrica tuvo la oportunidad de entrar a la universidad de Zurich, para trabajar en la formación de una mediateca universal. "Se trata de reunir fotografías con un sentido profundamente humano, recuperar material de diversos aspectos que no necesariamente tienen que estar relacionado con lo contingente.
"Recientemente asistí a la fiesta del chinchorro en la Boca del Río Maipo y tomé imágenes que después mantendremos en este departamento de la universidad. Algún día un estudiante se interesará por el tema y dispondrá de ese material", dijo.
Y como buen reportero gráfico y con el periodismo en el cuerpo, Basterrica va de un lugar a otro con su cámara bajo el brazo. Hoy está en San Antonio, pero mañana podrá estar en cualquier lugar del mundo dispuesto a capturar la realidad a través de su lente.
"Conocí la crónica roja, lo que sucedía en las favelas y en las jornadas nocturnas de una ciudad importante, pero siempre estaba pensando en hacer otras cosas y fue así como me fui a Estados Unidos. Gastón Basterrica