Los panaderos, los hombres que honran el Día del Trabajador en plena faena
La demanda es mayor los feriados y alguien tiene que hacer el trabajo. Estos sanantoninos cuentan la historia tras la marraqueta.
Ayer Juan Silva ingresó a trabajar a las 4.30 horas, plena madrugada para comenzar sus labores como maestro panadero.
Ahí lo esperaba su ayudante, Pedro Cáceres. La misión que se les encomendó no era como cualquier jornada, puesto que para el Día del Trabajador los pedidos aumentan, debido a que muchas panaderías no abren.
La proporción es impresionante. Los días de trabajo normal ellos cubren pedidos de 150 kilos de pan, pero en un festivo como este se deben hacer 650 kilos, esto es 6 mil unidades de pan para satisfacer la demanda de gran parte de la comuna de San Antonio.
"Parece que en estos días como no hay supermercados grandes abiertos, siempre nos piden muchísimo más pan", comenta Cáceres.
Jornada
Una vez que entran a la panadería, comienzan rápido a entrar en calor acarreando los quintales de harina desde la bodega para llevarlos a la mezcladora y aplicar los ingredientes exactos para cuando esté lista la masa. Luego cortar y tirar los bollos de marraquetas a las telas impregnadas de harina. Seguido de ello toman una varita con la que se les hace la partidura a este pan y después más de una hora de reposo tapadas con unas telas blancas antes de entrar al horno.
En todo este tiempo ya tienen las calderas encendidas y la temperatura de todo su templo del trabajo sube. Esta situación se hace ideal en estos tiempos en que en la calle hace mucho frío o incluso, como ayer que además llovía intermitentemente.
"Todos los que ingresamos a este oficio sabemos que la responsabilidad es grande y que el trabajo es para todos los días", comenta Cáceres.
El movimiento de estos trabajadores es permanente y agitado, sobre todo cuando ya es mediodía. Así van sacando un canasto lleno de marraquetas y tienen que ir reponiendo más en el horno.
"El horno no espera, tenemos que mantenernos atentos todo el tiempo. Este trabajo es así", comenta Pedro Cáceres, de 56 años quien comenzó a trabajar a los 20 años en una conocida panadería de la zona.
El pago de estos trabajadores tampoco espera hasta fin de mes. Según el sistema que utilizan ellos, dicen recibir un pago diario por trabajo cumplido.
Sin festivos
El pensar en que todos descansan mientras ellos trabajan es habitual para Pedro, puesto que ya está acostumbrado a tomar turnos festivos, tanto para el Año Nuevo, como para Fiestas Patrias o como ayer. "Yo no soy tomador, así es que no me complico y me gusta trabajar", comenta insistiendo en que él llega a las 4.30 horas para que el pan salga alrededor de la 9 horas.
Maestro
El maestro panadero Juan Silva tiene 66 años de edad y desde los ocho años que nunca ha parado de trabajar y de acuerdo a sus planes y su gran fe en Cristo, no piensa dejar su trabajo mientras su salud se lo permita.
Cuenta que ya está jubilado, pero que aparte de lo bajo que es el monto de su pensión, sigue trabajando, porque se siente muy activo y que se debe precisamente por la actividad física constante que le exige su oficio. Muchas horas de pie y movimiento constante, no son un motivo de cansancio para él, sino un ejercicio que lo revitaliza y lo mantiene activo y feliz.
"Yo ya jubilé, pero si uno se queda en la casa se enferma y comienzan los achaques, por eso, mientras pueda, voy a seguir trabajando hasta que Dios me lo permita", comenta con orgullo este noble trabajador que no permite que los sanantoninos se queden sin probar sus crujientes marraquetas.
Para este maestro panadero el sacrificio y la necesidad de trabajar siempre han sido parte de su vida.
Cuenta que se vino desde Rapel a San Antonio y que "allá en el campo", comenzó a ayudar a su familia a los 8 años arando la tierra a punta de bueyes y que desde entonces nunca dejó de trabajar.
"Desde niño que el trabajo es parte de mi vida y me gusta hacer lo que hago", agrega.
Ya cuando tenía 22 años comenzó en el oficio del pan como panadero. Más de 40 años dedicados al rubro y sin fallar nunca. Por lo demás, es uno de los maestros más respetados en el sector.
Es de esas personas que sabe lo que hace, hasta con los ojos cerrados. Es así como también le ha tocado compartir con muchos aprendices y ayudantes.
"Es una rutina de todos los días a la que ya estamos acostumbrados y es parte de nuestra forma de vida", declaró el ayudante Pedro Cáceres, mientras va sacando las marraquetas del horno en una coordinación perfecta con el maestro que inserta una tabla de más de dos metros al gigantesco horno industrial.
¿Y qué hace un panadero cuando llega a su casa? Tal vez uno piensa que no quieren ni pensar en comer pan.
-¿Qué hacen?
-Llegamos a tostar pan. (Se ríen).
La rutina de levantarse tan temprano y permanecer de pie tantas horas, los obliga a llevar un ritmo de vida diferente al de cualquiera.
Llegan a sus casas a la hora de almuerzo. Se alimentan y luego descansan.
"A las 14 horas ya estoy en mi casa y después de almorzar me tiendo en mi cama con las piernas levantadas para descansar. Después de las cuatro de la tarde le dedico tiempo al Señor", declara Juan Silva, que es un devoto de la religión evangélica.
-Todos los días la gente come pan, por eso uno tiene que venir, porque cuentan con uno.
Ayudante
Pedro Cáceres es un hombre muy sencillo que tímidamente comenta que es de Placilla y que tiene una hija que es profesional.
De aspecto humilde y sencillo dice que ha mantenido a toda su familia gracias a este oficio y que se siente orgulloso de poder llegar a las casas de tantos sanantoninos con un producto de tanta necesidad como es el pan.
"Yo no soy tomador, así es que no me complico y me gusta trabajar" Pedro Cáceres Ayudante de panadero.
"Si uno se queda en la casa se enferma y comienzan los achaques, por eso, mientras pueda, voy a seguir trabajando hasta que Dios me lo permita" Juan Silva, Maestro panadero
"Todos los días la gente come pan, por eso uno tiene que venir, porque cuentan con uno". Pedro Cáceres Ayudante de panadero.