Escolares sanantoninos siguen el ejemplo de Patch Adams y trabajan sólo "Por una sonrisa"
Su fundadora tiene 13 años y tuvo cáncer cuando niña. Su experiencia fue el motor para crear la organización.
A simple vista son sólo dos pingüinos más. Están de uniforme en el patio de su colegio esperando que termine la reunión de apoderados y nerviosos, pues en ella entregarán los informes de notas del trimestre.
Antonia Cuevas tiene 13 años. Cursa primero medio en el Instituto Bicentenario José Miguel Carrera y a los cuatro años tuvo histiocitosis.
"Es un cáncer en la cabeza. Yo tuve tres tumores, el primero estaba alojado en mi ojo izquierdo y los otros tres en la parte de atrás de mi cabeza", cuenta Antonia. Y agrega: "Como era tan chica no lo afrontaba porque no sabía lo que era, pero después me he dado cuenta de que fue duro: me hicieron quimioterapia, estuve 28 días en coma, cosas que la gente ni se imagina. Y fue duro".
Patricio Arce tiene 16 años, estudia en el mismo colegio que Antonia y su madre hace dos semanas falleció de cáncer cervicouterino.
"Ella lamentablemente perdió la lucha contra el cáncer. Yo sé lo que es vivir con una enfermedad así y me imagino lo que debe ser para un niño y para una madre también, porque yo lo viví como hijo. Entonces si a tanta gente le puede pasar, ¿por qué no ayudar si uno puede?", dice Patricio.
Ambos jóvenes hablan con la madurez que les da el haber pasado por situaciones extremas, luego de ver la muerte de frente y sólo quieren ayudar con un granito de arena a quienes no lo están pasando bien.
LA AGRUPACIÓN
"Por una sonrisa" nació el 31 de agosto del año pasado. "Cuando me enfermé era muy chica, pero desde que pude pensar bien las cosas con un grupo de amigos fuimos formando la agrupación. Partimos tres personas, después se fueron incluyendo más", cuenta Antonia.
Hoy son 35 los jóvenes entre 12 y 18 años que forman parte de la agrupación. Juntos realizan la terapia de la risa, inspirados en el médico estadounidense Patch Adams. En una primera instancia comenzaron visitando a niños enfermos, pero ahora llevan una sonrisa a todo aquél que lo necesite.
"Lo fundamental es ir y acompañar, llevar un presente, juguetes. La última vez que fuimos al Hospital Carlos van Buren llevamos dos magos y varias personas de la agrupación se vistieron de payasos para sacarlos un rato de la cotidianeidad en la que están sumergidos y que les toca vivir todos los días", explica Patricio.
La experiencia de Antonia y de la madre de Patricio han sido claves en el desarrollo de la fundación y en los ejes que los cimientan: "En cierto punto los niños no saben lo que pasa y no entienden el por qué (están ahí). Entonces nunca es malo reírse un poco dentro de todo y la alegría es la que al final los termina salvando", dice Patricio.
BIEN ORGANIZADOS
A pesar de que a penas algunos de sus integrantes llegan a la mayoría de edad, en "Por una sonrisa" son muy organizados. Tienen tres reuniones al mes (de la cual una es obligatoria para mantenerse dentro de los miembros), una directiva (ver recuadro) y hasta poleras que los identifican.
A lo largo de estos meses en lo que llevan organizados, han realizado distintas actividades: visitaron a los niños del Hospital Carlos van Buren, participaron de la marcha de los enfermos en San Antonio, salieron a compartir con la gente en situación de calle y hace unos días acompañaron a los niños afectados por el incendio en Valparaíso, entre muchas otras diligencias. Sin dejar de mencionar las rifas y beneficios que deben hacer para costear estas visitas.
"Primero nos enfocamos en los niños por mi experiencia personal, después empezamos a enfocarnos en distintas cosas que también son fuertes como lo de Valparaíso y fuimos a darles una alegría porque la idea es hacerle la terapia de la risa no sólo a los niños enfermos, sino a todo el mundo, a todas las personas", explica Antonia.
Ellos saben que en muchas de sus visitas a los hospitales se pueden encontrar con la muerte de frente y que su misión es esperanzadora, sobre todo en los más pequeños: "Independiente de la forma, nuestra misión es sacarle una sonrisa a esos niños, por último alegrarlos un día, porque ellos no saben si va a ser el último", dice Patricio.
LAS GANAS DE VIVIR
Si hay algo que motiva a estos jóvenes en su tarea, es sacar adelante a los enfermos y devolverles las ganas de vivir, que según dicen, la tienen aún más los niños.
"Hay mucha gente adulta que no tiene las mismas ansias de vivir y dicen "como tengo esto me va a ir mal y voy a morir", pero los niños no tienen eso, ellos solamente quieren la energía, quieren vivir, que es lo más lindo: vivir", comenta Antonia entusiasmada.
En estos ocho meses que han funcionado como agrupación, el apoyo de sus familias ha sido clave, ya que por ser menores de edad, siempre están acompañados de sus padres.
Ellos son quienes apoyan económica y moralmente a sus hijos: "Mi mamá ya no está. Pero ella fue un apoyo fundamental para que yo entrara a la organización. Llevo orgulloso su nombre siempre en el corazón", relata Patricio.
A la vez, agradece a todas las familias de los integrantes de la agrupación y a Ayaska Adad, la mamá de Antonia, quien es siempre quien los acompaña en las actividades.
Los jóvenes que deseen ser parte de "Por una sonrisa", pueden buscar el grupo del mismo nombre en Facebook y enviar una solicitud.
Patricio y Antonia también hacen un llamado a la comunidad "a que nos conozcan y nos ayuden, ya que muchas veces cuando pedíamos cooperación no sabían que existíamos", dicen entusiasmados por seguir adelante con su misión.
"Nuestra misión es sacarle una sonrisa a esos niños, por último alegrarlos un día, porque ellos no saben si va a ser el último", Patricio Arce, delegado de Por una Sonrisa.