La historia de la brasileña que prefiere vivir en la calle a regresar a su país con su familia
sócrates orellana
Quienes la conocen no tienen muy claro desde hace cuánto tiempo anda vagando por las calles de San Antonio, sólo saben que no habla ni una gota de español y que cuando se logra comunicar con alguien lo hace en portugués.
También me dijeron que a veces no recibe la ayuda que le lleva la gente, y que era bastante reacia a conversar, por eso pensé que no sería nada de fácil intentar acercarme a ella, pero afortunadamente me llevé una grata sorpresa porque apenas me vio llegar, se acercó para saludarme.
'Eu falo portugués y soy de Sao Paulo'. Es lo primero que me dice.
Realmente hablar con ella no es fácil, y no lo digo porque sea una mujer desagradable o porque yo no entienda nada de portugués, lo digo porque claramente sus facultades mentales están algo perturbadas, por eso es difícil hilvanar una idea, pero en sus momentos de lucidez, dio algunas señales del porqué lleva varios años vagando por las calles de San Antonio y por qué decidió dejar su natal Brasil. Si es que realmente vivía allá como ella cuenta.
'Estaba muy aburrida allá. Brasil no es lo mismo de antes, por eso no pienso regresar, estoy muy bien acá. Allá tenía una fábrica de lácteos. Había yoghurt y leche, pero dejé eso porque me aburrí. Dejé esa vida de lujos', dice.
Esa historia de la fábrica de lácteos me quedó dando vueltas en la cabeza, porque para ser honesta, esta señora se ve bastante bien para vivir en situación de calle, y lo digo porque en su rostro y en sus manos no se ve reflejado el frío, el hambre y la pena que sienten las personas que viven en desamparo.
A lo mejor de verdad tenía un fábrica en Brasil y vivía rodeada de lujos como ella cuenta, pero ¿por qué habrá decidido dejarlo todo?
Otra cosa que me llamó la atención de su aspecto es que sus labios y ojos estaban bien maquillados, al igual que sus uñas perfectamente esmaltadas, por eso no dudé en preguntarle.
'Las mujeres que pasan por acá me han regalado maquillaje porque a mí me gusta mucho', señala.
'Me gusta verme bonita y así no reflejo mis 60 y tantos años. Para poder arreglarme voy al baño de allá', dice, mientras apunta hacia la sede de la Universidad de Los Lagos.
Cuando le pregunté su nombre, me costó descifrarlo. Era algo como Frutiferina o Frutifeirina.
La verdad es que no le entendí muy bien, y ante mi insistencia, me quitó el cuaderno que yo andaba trayendo y ella misma escribió su nombre:
'Fruty Werina Venny I.'
Como ya habíamos entrado en confianza, quería que me contara algo más de ella y de su vida en Brasil, repito, si es que realmente vivió por allá, por eso le pregunté si tenía hijos, pero para ser honesta mi pregunta no le causó mucha gracia y eso quedó reflejado en la cara que puso.
Pero como se nota que es una mujer educada, tomó aire y me respondió muy seria: 'Sí, tengo 9 filhos, pero no quiero saber nada de ellos'.
Quizás qué le habrán hecho sus hijos a esta señora, me pregunté, porque de verdad se puso seria.
Como el aspecto de su cara cambió con mi pregunta, al parecer, algo impertinente, decidí cambiarle de tema y preguntarle hace cuánto tiempo había llegado a Chile.
'Llegué a Iquique en 2011 en ómnibus. Después fui viajando por varias ciudades hasta llegar acá', señaló mientras arreglaba los plásticos que cubren su improvisada casa hecha principalmente de cartones y de un gigantesco quitasol que le regalaron para que se cubriera del sol en verano.
'Estuve viviendo en el Bellamar y después me vine para acá (calle 21 de Mayo, a pasos de la PDI) porque tiene mejor vista', señala.
'Acá estoy bien, aunque a veces paso mucho frío, sobre todo durante las madrugadas, pero eso no me importa. Vivo con un perro y dos gatos... ellos son mis compañeros', agrega.
-Bah...la lluvia no me importa. Allá en Sao Paulo llueve a cada rato, por eso no me importa la lluvia.
Según su propio relato, ella está muy bien en la calle y no tiene intención de irse a vivir a un lugar, prefiere estar así.
'Me gusta ser libre. Allá en Brasil estaba atrapada, muy atrapada, pero acá estoy bien...por eso no quiero volver a Brasil. Sao Paulo es muy grande, lleno de cosas...no quiero volver', explica.
Mientras conversábamos, algunas personas se acercaron para regalarle unas monedas.
'Con eso sobrevivo. La gente que pasa por acá me da monedas y con eso voy al supermercado a comprar para comer', cuenta.
'Otras veces los niños de la PDI o de la universidad que está cerca también me traen cosas para comer', añadió.
Según ella tiene muy buena salud, ya que todo este tiempo ha estado deambulando de ciudad en ciudad y jamás se ha enfermado.
'Gracias a Dios jamás me enfermo', responde, mientras camina hacia un arbusto que había cerca. Algo buscaba entremedio de las ramas, hasta que finalmente sacó una imagen de la Virgen del Carmen, y comenzó a leer la oración que tenía detrás.
'Los brasileños entendemos español, pero ustedes no nos entienden a nosotros', dice.
'La Virgen entregó a su hijo para salvarnos, pero yo no quiero saber nada de los míos', insiste.
Algo raro pasaba con ella y sus hijos, porque su rostro nuevamente se endureció cuando habló de ellos.
Tras mi conversación con Fruty Werina, decidí averiguar algo más sobre ella y si todo lo que me había contado tenía algo de cierto.
Como ella habló muy bien de 'los niños de la PDI', decidí averiguar en Extranjería algo más sobre esta mujer.
Para mi sorpresa, el comisario Rodrigo Manzo, me explicó que se encuentran esperando una respuesta sobre la verdadera identidad de esta mujer, ya que 'Fruty Werina Venny', no es su verdadero nombre.
'La investigación que hemos realizado sobre esta señora nos indica que ese nombre no existe en los registros', explica Manzo.
'Hasta ahora lo único concreto es que ella sí sería brasileña, por eso nos encontramos a la espera de una respuesta por parte de la Interpol', agregó.
Según el comisario, esta mujer vivió en Santiago, ya que sus colegas, también intentaron ayudarle, sin obtener resultados.
'Hay varias personas que han tratado de ayudarla para que no esté en la calle, pero ella no quiere. Dice que está bien así', cuenta el detective. J