El dolor de los padres que no pueden ver a sus hijos
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Aburrida del maltrato físico y psicológico que su pareja ejercía sobre ella, Alejandra decidió ponerle fin a esa historia. Pero, sin duda, lo más difícil para ella fue la separación de su hija, de tan sólo cinco años.
'No podía llevármela porque en ese momento no estaba en condiciones de hacerlo, así que decidí entregarle la tuición de la niña a su padre, hasta que yo me estabilizara. Fue una decisión que tomamos juntos porque supuestamente era lo mejor para mi hija, pero jamás pensé que las cosas cambiarían tanto', relata Alejandra.
Hoy la menor tiene 9 años y hace más de un mes que no ve a su madre, a pesar de todos los intentos que ha hecho Alejandra por estar cerca de ella.
'Como estoy sin pega y no estoy pagando la pensión de alimentos, su papá no me deja verla y lo peor es que ella tampoco me quiere ver ahora. Está fría y dice que no está ni ahí conmigo y eso obviamente me duele', cuenta Alejandra.
'Incluso cuando he intentado verla, su papá llama a los carabineros para que yo no me acerque, además de tener que escuchar todos los garabatos e insultos que su padre me dice cada vez que la llamo', agrega la joven.
Según Alejandra, su expareja ha hecho todo lo posible para que madre e hija se distancien. 'A veces la llamo y me la niega. Por eso opté por comprarle un celular a mi hija para que así podamos hablar, pero ella ya no quiere nada conmigo', se lamenta Alejandra.
Cuando Víctor supo que iba a ser padre, la noticia le cayó como un balde de agua fría. 'Yo no quería tener hijos de esta forma', reconoce el trabajador. 'Pero con el pasar del tiempo me fui dando cuenta que mi hijo no tenía la culpa de mis errores'.
'Cuando mi hijo tenía dos meses, su mamá se lo llevó a vivir a otra ciudad porque pensaba que yo le iba a quitar al niño y como yo quería regularizar el tema de las visitas, me autodemandé. Gracias a eso me pude quedar varias veces con el niño', relata Víctor.
'Pasaron los meses y cada vez se fue haciendo más difícil ver al niño. Su mamá daba puras excusas para no pasármelo. Cuando logré estar con él nuevamente mi hijo me decía tío. Yo no me enojé con esa situación porque entendí el tema, pero igual fue raro, que de ser su papá pases a llamarte tío', agregó.
Víctor asegura que su situación se complica aún más porque para intentar ver a su hijo debe iniciar la mediación en la ciudad donde actualmente vive el menor. 'Pero si a su mamá se le ocurre llevárselo a otra ciudad, tengo que hacer todo de nuevo. Al final nadie te ayuda a que esto pare y la mamá puede hacer lo que quiera con mi hijo', reconoce.
'Muchas veces las mamás usan a sus hijos como caballitos de batallas y como ellas están enojadas porque las dejaron por otra mujer o por cualquier cosa, le meten cosas a los niños en la cabeza. Esto no puede seguir pasando. Por eso hay que dar la lucha', recalca Víctor.
A pesar de ser historias tan distintas, Alejandra y Víctor tienen algo en común: ambos están luchando para poder estar con sus hijos, tal como lo dice la ley.
'Esto no tiene nada que ver con una cuestión de género como piensa la mayoría de la gente', reconoce Alejandra. 'Esto tiene que ver con la vulneración de los derechos de los niños porque ellos deben crecer al lado de su padre y madre, pero qué pasa cuando uno de ellos impide a toda costa que esto pase. En los tribunales de familia permiten que esto pase', dice la joven.
La Ley de Tuición Compartida (20.680, conocida como Amor de Papá), publicada el 21 de junio de 2013, modificó el modo en que los padres deben asumir el cuidado y los bienes de los hijos tras el divorcio, separación o en casos en que nunca han convivido. Aplica el principio de la corresponsabilidad, es decir, padre y madre participan en forma activa, equitativa y permanente en la crianza y educación de sus hijos. No sólo la madre. Así se intenta evitar que uno de los progenitores, generalmente el padre, se margine o sea marginado de su rol.
Según Víctor, esta ley no está siendo aplicada por parte de los Tribunales de Familia. Por eso decidió no bajar los brazos y buscar ayuda profesional. Recurrió a Amor de Papá, agrupación que reúne a personas que se han divorciado o distanciado y buscan mayores derechos en el cuidado de sus hijos.
'Fui a Santiago para solicitar ayuda, ya que Amor de Papá cuenta con abogados, sicólogos, asistentes sociales, pero para que ellos te presten asesoría debes pagar 400 mil pesos, plata que yo no tengo', confiesa Víctor.
'Por eso comencé a ver qué se podía hacer en San Antonio porque, con el pasar del tiempo, he ido conociendo a papás y mamás que están pasando por una situación parecida a la mía, pero nadie nos presta ayuda para seguir adelante con esta lucha', reconoce Víctor.
'Además conocemos varios casos en donde la mamá le mete cosas en la cabeza a los niños y eso obviamente juega en contra de los hijos porque acá nadie se ha dado cuenta que con esas actitudes son los niños los vulnerados, no las madres ni los padres. Es un derecho de los niños poder estar con ambos, a pesar de que ellos ya no estén juntos', agrega Víctor.
Es por este motivo que está haciendo un llamado a todos quienes estén pasando por una situación similar.
'Queremos formar una agrupación para que de esta forma podamos conseguir ayuda profesional y así seguir adelante con esta lucha. Yo he ido a varios organismos relacionados con los derechos de los niños, pero la mayoría no te presta ayuda en estos casos porque no manejan el tema', detalla Víctor.
'En otros países las mujeres que inventan mentiras para separar a los padres de sus hijos son castigadas, pero acá nadie les hace nada. Lo peor de todo es que sí hay muchos papás que se olvidan de sus hijos, eso no lo pongo en duda, pero también habemos papás que vamos a luchar hasta el final para que se respeten los derechos de nuestros hijos', añade. J
l Debido a la escasa ayuda que obtienen los padres o madres que quieren volver a estar con sus hijos, Víctor hizo un llamado a todos los sanantoninos que estén atravesando por una situación parecida a la suya.