Luis Espinoza Vásquez (79) dice que a los libros le debe mucho. Gracias a la venta de los textos pudo formar a su familia, logró ver crecer a sus hijos y disfrutar de sus nietos.
Por eso este vendedor avecindado en El Quisco es un ferviente admirador de lo que los libros representan. Para él no sólo son páginas con letras impresas en ellas, sino que son mundos ocultos que cada lector debe descubrir.
Es más, los libros se transformaron para él en una forma de vida, ya que desde muy joven trabajó en la venta de textos por intermedio de importantes editoriales.
Conoció de esa manera la antigua experiencia cuando los libros eran reyes y no habían sido amenazados por la tecnología y la inmediatez de lo digital. Eran épocas de enciclopedias, de grandes diccionarios, de textos ilustrados.
'Al principio, allá por 1963, comencé vendiendo libros especializados de contabilidad, entre otros. Recorría el país de punta a punta. Puedo decir que lo conocí completo 3 ó 4 veces', comenta sobre sus inicios.
-Claro, se vendía mucho. Más aún cuando me integré a la editorial mexicana González Porto. Habíamos muchos vendedores en todo el país. Recuerdo enciclopedias de 20 tomos; se vendían muy bien y dábamos créditos hasta 24 meses para pagar.
Con esa vida de vendedor conoció la relevancia que dejan los textos en las personas. 'El libro es un mundo nuevo; quizás por eso los jóvenes de ahora le tienen miedo, porque les abre el cerebro y los obliga a pensar, a ver las cosas desde otro punto de vista', dice.
Hoy en el 2014 continúa con su trabajo de vendedor, recorriendo los colegios de la provincia donde presenta textos de lectura obligatoria además de especializados para los docentes.
'Voy a un colegio, coordinó la presentación con el director y le explico lo que vamos a hacer. Siempre hemos tenido una muy buena recepción. En estos años he organizado campañas de fomento de la lectura, del libro nuevo económico, entre otros. Ahora tengo una camioneta que denominamos bibliomóvil y voy de un lugar a otro con mis libros', explicó.
-Sí. Por un lado porque la gente lee menos y otros porque prefiere lo digital, pero yo digo que esto afecta a los niños porque no se dan el trabajo de investigar. En un libro, una enciclopedia o un diccionarios, los estudiantes deben buscar la información que necesitan; no sólo apretar una tecla. J
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