Fileteadoras y pescadores viven crisis económica por paro jibiero
Sin solución sigue el conflicto por el precio de la jibia que ha obligado a 700 pescadores artesanales a paralizar la captura de este recurso. Ayer, en el día número 15 de inactividad, nuevamente no hubo acuerdo con los comerciantes para fijar en $140 el kilo. Así las cosas parecen caminar hacia un agravamiento que a pocos parece importar.
Con el paro jibiero los que más sufren son quienes dependen directamente de la pesca de este calamar. Las fileteadoras y operarios de las plantas procesadoras son otros de los perjudicados con este conflicto.
"Quedaron (los comerciantes) de conversar con los empresarios para ver si se puede llegar al precio que pedimos. Seis de los 14 comerciantes accedieron a pagar los $140 por kilo, por lo que quizás podamos volver a la pesca. Esta crisis nos tiene con la cara larga, pero no tenemos solución hasta el momento", declaró el presidente de la Agrupación de Jibieros de San Antonio, Jorge Ambrosetti, quien conduce las conversaciones con los intermediarios.
"Estamos esperando una mejora del precio porque el zarpe de los botes está saliendo muy caro; los gastos cada vez suben más y los comerciantes quieren bajar el precio de la jibia. Hay mucha gente que depende de la pesca de este recurso. Queremos que se llegue a $140 el kilo, ya que es lo más razonable", dijo el pescador Jorge Palma.
Este mismo hombre de mar reclamó porque pese al alza del dólar, los exportadores e intermediarios no han transferido ese incremento a quienes capturan la jibia. "Cuando quieren bajar el precio, se basan en el dólar, pero ahora eso no les importa", argumentó.
"En Europa, Asia y Estados Unidos hay una alta demanda de jibia, y San Antonio tiene una gran producción, por eso tenemos que llegar a un precio razonable", explicó el pescador Iván Cepeda.
primeros efectos
Purísima Cofré, una de las fileteadoras de la planta procesadora de Puertecito, estaba muy triste al mediodía de ayer. Tras recibir un cheque con el pago del trabajo desarrollado en septiembre, comprobó que su sueldo disminuyó a la mitad.
"Lo malo es que los pescadores buscan soluciones para ellos, pero a las fileteadoras no nos llega ni un bono. Para mí son muy importantes los ingresos que recibo por mi trabajo. Esperamos que se solucione pronto el conflicto porque somos las más afectadas", enfatizó Cofré.
Clementina Soto, otra de las operarias de Puertecito, admitió que el paro jibiero la tiene muy nerviosa, pues su situación se agrava todavía más con la enfermedad que sufre su marido.
Y aunque Clementina Soto tiene 61 años y ya jubiló, ella sale a trabajar para pagar los costos de los estudios universitarios de dos hijos. "Con esto yo ni alcanzo a pagar el arriendo para mi hija en Valparaíso", sostuvo esta esforzada mujer sanantonina.
Clementina Soto añadió que "yo debería estar descansando pero con mi jubilación de $78.000 no puedo pagar ni los gastos básicos de mi casa, y por eso tengo que trabajar hasta que mi hija se titule. Este sistema de pensiones es miserable, es un robo con corbata de las AFP. Yo luché por la democracia y nos dijeron ´la alegría ya viene´, pero llegó sólo para algunos. Me va a faltar vida para pagar la universidad de mis hijos; de todos los gobiernos no esperamos nada porque el pobre seguirá siendo pobre y el rico más rico va a ser siempre". J
l La diferencia en el precio del kilo de jibia amenaza con extender este conflicto entre pescadores y comerciantes.
En el muelle Puertecito, ayer habían muchos pescadores esperando que saliera humo blanco en las negociaciones entre las partes.
Sin embargo, pese a que hubo la disposición de seis comerciantes para establecer en $140 el kilo de dicho recurso, esto no sirvió para destrabar la problemática.
Mañana los involucrados se volverán a reunir con el fin de buscar una salida total al complejo asunto.