Eduardo Vidal, el defensa con vocación de goleador
"Puerto Natales era una ciudad que no estaba hecha para mí. Es un lugar escondido en el mundo y cuando uno es ambicioso lo único que tienes que hacer es irte".
La niñez de Eduardo Vidal Latorre se teje en los hermosos paisajes de Puerto Natales, una ciudad ubicada en la zona austral de nuestro país. Allí, en la Región de Magallanes, el hoy lateral derecho de San Antonio Unido dio sus primeros pasos junto a un balón de fútbol.
"Si me hubiese quedado a lo mejor sería un drogadicto o delincuente. Es que muchos de mis amigos que están allá cayeron en esos vicios", confiesa el defensor que en el presente torneo ha convertido en cuatro ocasiones -el último fue el sábado ante Trasandino- y es uno de los goleadores del SAU.
Vidal reconoce que su Natales, como la llama, es una ciudad perdida donde las oportunidades son escasas en cualquier ámbito y sobre todo en lo futbolístico. Es por ello que sus padres decidieron apoyar el sueño de su hijo. Pero antes deberían sortear un duro golpe que los dejaría nocaut como familia.
Muerte de su hermana
El "Cheo", como le dicen sus amigos, tenía 7 años y una meningitis fulminante acabó con la vida de su hermana Nicole Andrea, de tan solo dos años.
"Fue una situación bien dura para mis papás. Yo era muy niño y no asimilaba todo lo que estaba pasando. A decir verdad, de los pocos recuerdos que tengo de su funeral, me acuerdo que estaba jugando con un álbum que mis papás me habían regalado", se sincera el volante.
"Hoy me ha hecho mucha falta. No sabes cuánto. Siempre uno quiere tener un hermano o hermanita y hoy la extraño demasiado, porque uno quiere tener a alguien a quien contarle las cosas", dice el zaguero, quien en su brazo derecho tiene tatuado el rostro de su ángel Nicole.
Cruzado
Y con la pena de perder a un hijo, José Luis Vidal y Claudia Latorre concentraron todos sus esfuerzos en cumplir el sueño de su hijo Eduardo, un menudo jugador de fútbol que destacaba, en el club Boria, por su buena pegada.
"Yo siempre quise ser futbolista. Cuando era niño jugaba en los clubes de barrio y nunca entrenábamos. Eso me cargaba porque quería tener mi horario establecido de entrenamientos, quería más profesionalismo. Si a veces íbamos a otras ciudades y los equipos no se presentaban", cuenta enérgicamente.
A la precordillera
Pero su dedicación por el deporte más popular del mundo tendría su recompensa. A la propia ciudad de Puerto Natales llegó Mario Lepe, un referente de Universidad Católica, que por esos años estaba encargado del fútbol formativo de los "Cruzados".
"Tuve la suerte de que Lepe, que era amigo de un cercano de mi papá, me viera jugar en el sur. Le dejó la tarjeta a mi padre para que me fuera a probar a Universidad Católica", cuenta Vidal, quien agrega que "en una oportunidad vine con mi mamá a un concierto de la Oreja de Van Gogh y la amiga de mi madre le propuso que me llevara al complejo de la UC para probarme. Estuve una semana entrenando en la sub-12 y me pidieron que me quedara. Estuvimos en conversaciones para ver las condiciones en las que me iba a quedar. Pero mi mamá me dijo que no quería que me quedara solo en Santiago. Así que nos devolvimos", detalla el lila, quien agrega que "entendía su postura, porque era su único hijo, pero se comprometió conmigo a que al año siguiente nos vendríamos para seguir mi carrera".
A la capital
Y así fue nomás, porque la familia completa, al año venidero, emigró de las tranquilas calles de Puerto Natales a las congestionadas avenidas de la Región Metropolitana. El cambió no fue fácil, incluso, el propio pupilo de Luis Musrri confiesa que nunca se ha acostumbrado a Santiago.
"Llegamos con lo justo. Mis padres se vinieron con un poco de plata y no teníamos nada. Me acuerdo que vivíamos en Macul, cerca del estadio Monumental de Colo Colo. No teníamos nada en el departamento y con suerte teníamos camas. Fue un año difícil para todos. Pero había que ser fuerte para poder realizar mi sueño de ser futbolista", reflexiona.
Finalmente, Eduardo Vidal llegaría al cuadro de la precordillera. Allí también coincidió con Claudio Santis, el meta que hoy defiende el arco del SAU. Vidal, por ese entonces un volante creativo, no decepcionó a su entrenador, Andrés Romero.
A otro nivel
"Fue increíble ver esas canchas. Yo jamás había jugado en pasto y fue sorprendente. Además era un club muy grande y sus instalaciones son de lujo, entonces pasar de no tener nada a tenerlo todo es como estar en un sueño", manifiesta.
Pero algo no andaba bien. "No me estaba desarrollando normalmente", explica.
A Vidal le advirtieron que su cuerpo sufría de un desarrollo tardío. Sus músculos y masa ósea no crecían normalmente. Así que el club decidió desvincularlo.
"Quería morirme. No entendía por qué me habían hecho esto. Yo sabía que tarde o temprano me iba a desarrollar como cualquier persona normal. Lo pasé muy mal e incluso tuve depresión. No dormía, pasaba todo el día en la cama, no quería comer. Es que cuando tienes 16 años, uno piensa que se te acaba el mundo. Sabía que había llegado a un club importante y que me echaran me dolió mucho", rememora.
- Sí. Me sentía mal. Es como si te dijeran que te vas a morir.
-Gracias a mi familia. Mis papás han sido un pilar fundamental en mi vida. Ellos dejaron todo en Puerto Natales para ayudarme a conseguir lo que quiero. Gracias a ellos salí de la depresión y volví al fútbol.
-Bien. Como venía de un equipo grande me recibieron de buena manera. Hoy, más tranquilo, pienso que haber salido de Católica fue lo mejor. Porque varios de mis compañeros que eran los de proyección hoy no juegan.
-Por supuesto. Siempre he creído que nací para jugar al fútbol. Si bien lo pasé mal por el tardío desarrollo de mi cuerpo, luego me desarrollé normalmente y Omar Labruna me pasó al primer equipo, porque necesitaba un lateral derecho. Y cuando debuté (con el DT Pablo Marini) fue un momento de felicidad enorme.
Vidal debutó con los "Tanos" ante Unión Española y cayó por 3-1. Eso, sí la falta de oportunidades en el primer equipo le pasaron la cuenta y terminó jugando en la Segunda División del equipo de colonia.
"Me hice muy amigo de Gamadiel García. El me ayudó para que me fuera a San Luis. Quería tener más regularidad así que preferí irme a jugar al equipo de Luis Ponce. Pero por un problema económico me tuve que ir", detalla el defensor.
-Tuve que dejar de jugar al fútbol durante tres meses.
-Yo me desvinculé de Audax y me vine al SAU. Justo en ese momento mi polola quedó embarazada y eso le trajo problemas con su familia, la echaron de la casa. Así que le dije que se viniera a vivir conmigo. Sabía que mis padres nos iban a apoyar así que me puse a trabajar en una tienda. Había que hacer más plata.
-Sí, fue terrible. Pasaba todo el día parado vendiendo ropa y accesorios en un mall. Era una mierda. Pero jamás pensé en dejar el fútbol. Tenía que luchar por mi hijo (Martín Alonso) y sabía que de alguna forma iba a volver a jugar a la pelota.
-San Antonio Unido me hizo nacer de nuevo en el fútbol. A veces estar afuera te hace valorar esta hermosa profesión y, cuando vuelves, llegas recargado. Hoy quiero lograr muchas cosas importantes con el SAU, porque mucha gente confió en mí y eso quiero retribuirlo. J