El desesperado grito de los discapacitados de San Antonio: "nosotros también existimos"
"Me llamo José, tengo 43 años y tras sufrir un accidente vascular debí nuevamente aprender a caminar, a hablar y a valerme por mí mismo. Aún no estoy ciento por ciento recuperado y a veces creo que somos invisibles para las autoridades".
El testimonio de José Leiva, sanantonino que se atiende en el Centro de Rehabilitación San Antonio de Padua, es sólo una de las voces que dan cuenta del trauma de transformarse en discapacitado de un día para otro.
Porque José era un hombre activo, trabajador, deportista. Hoy camina apoyado en un bastón y su brazo izquierdo no tiene movilidad.
Las 27 horas de amor de la Teletón una vez más pusieron el dedo en la llaga al hablar de solidaridad.
Por ese instante nos sentimos comprometidos con la causa de la rehabilitación de niños, niñas y jóvenes con discapacidad motora; nos preocupamos de su calidad de vida y durante la jornada hablamos de inclusión.
Pero pareciera que una vez que Don Francisco dio el cómputo final de la cruzada y que permitió sobrepasar la meta de los $25 mil millones, todo volviera a la normalidad y regresáramos a la rutina diaria.
Eso es precisamente lo que no quieren que ocurra los discapacitados de San Antonio. Son hombres y mujeres a quienes la vida los ha puesto a prueba, quienes de un momento a otro se vieron en una silla de ruedas o aprendiendo a caminar otra vez.
No quieren que la discapacidad pase al olvido, que sea un instante de sólo algunas horas, que sólo sea un fugaz sentimiento de solidaridad.
Por eso, con motivo del Día Internacional de la Discapacidad los usuarios y funcionarios del Centro de Rehabilitación San Antonio de Padua, ubicado al interior de la población 30 de Marzo, caminaron desde el consultorio de Barrancas hasta la plaza de la Gobernación para poner énfasis en que la Teletón es un momento, pero ellos deben enfrentar ese desafío todos los días del año.
para crear conciencia
El Día Internacional de la Discapacidad fue instaurado por la ONU con el objetivo de generar conciencia respecto de las necesidades de estas personas y movilizar acciones para una mayor inclusión e igualdad de oportunidades. Además, constituye un reconocimiento y valoración al trabajo realizado durante mucho tiempo por personas anónimas e instituciones ligadas al tema.
Mil millones de personas en el mundo con discapacidad enfrentan barreras físicas, sociales, económicas y actitudes que los excluyen de participar de una forma total y efectiva como miembros iguales en la sociedad. En Chile la cifra llega al 13% de la población; es decir, unos 3 millones de personas. En San Antonio la realidad no es diferente.
Muchos de ellos señalan que carecen de un acceso equitativo a recursos básicos, como la educación, el empleo, la atención sanitaria y también a sistemas de apoyo sociales y legales. Es más, cosas tan simples como acceder a la locomoción colectiva se transforma en un problema. Denuncian que simplemente hay algunos conductores de micros y de colectivos que nos los quieren llevar.
A pesar de esta situación, la discapacidad -señalan- se ha mantenido en gran medida invisible en la agenda principal de desarrollo y en sus procesos.
Hernán Torres, presidente de Corporación Nacional Discapacidad Adulto Joven, (Conadaj) ha recorrido el país conociendo las experiencias de miles de chilenos discapacitados. De todas las edades, pero principalmente de adultos que en varias ocasiones, le han señalado que se sienten fuera del sistema de apoyo del Estado.
Torres reconoce que la Teletón hace mucho por los niños, pero qué sucede con aquellas personas que llegan a una edad adulta y no tienen redes de apoyo. Para ellos -comenta- la inclusión no existe.
-No dista de lo que sucede en otras ciudades del país. Basta ver las condiciones de las calles y de los accesos a los edificios, sólo por darle un ejemplo. Cientos de personas con discapacidad tienen limitaciones para moverse y le siguen las discapacidades para ver, oír, trastornos mentales, del habla o de comunicación; así como las limitantes para el autocuidado personal. Conadaj ha realizado un trabajo a nivel nacional de toma de conciencia y no es algo que se logre en un día, sino todos los días, todos los años. Siento que tampoco se han instalado oficinas de discapacidad con personas que conozcan el tema. Debe ser un profesional que entienda de la materia.
-Hay comunas como El Quisco que están implementando una oficina. Eso debió haberse hecho 3 ó 4 años atrás. Hay que partir por eso, porque falta un lugar donde alguien pueda acudir e informarse sobre lo que significa la discapacidad y qué trámites se deben realizar para optar a diversos programas, a beneficios. En el fondo, es muy importante que haya participación. Imagínese, lo importante que resulta que en una comuna haya un vehículo para el transporte de discapacitados porque a veces en la locomoción colectiva no nos llevan. Con bastones es más fácil, pero con silla de ruedas es difícil. Las micros no tienen acceso, no son anchas. No hay integración, participación y compromiso.
El dirigente además criticó que se gasten recursos en aspectos que no le van a servir a todos. "Por ejemplo, se invirtieron 4 millones de pesos en un sistema de amplificación para un show de la Teletón que finalmente no se hizo. Pienso que esos dineros se debieron haber empleado de mejor manera, para ayudar a personas que requieren de ayuda técnica. O sea para este aspecto se gastan $4 millones al año y para un evento se gasta la misma cantidad de plata", reclama.
-Por supuesto, faltan lugares para que los discapacitados se puedan desplazar, donde puedan atender sus requerimientos. La Teletón no logra sensibilizar el tema como quisiéramos. No desconozco que el evento (la Teletón) presta una ayuda, pero ojalá se hablara de esto todos los días del año. Además, no hay atención para niños que ya tienen más edad. Trabajamos con dos niños que fueron símbolos de la Teletón y que hoy están botados. No tienen ayuda.
Esfuerzos
José Leiva camina con ayuda. No le es fácil trasladarse, pero hace su mejor esfuerzo y logra imponerse. Cuesta creer que hasta sólo unos años era una persona completamente normal.
"Trabajaba en una carnicería y después que me dio el accidente vascular, hace dos años y tres meses, no volví a ser el mismo", cuenta el representante de la Agrupación San Antonio de Padua.
Su testimonio da cuenta del día a día de alguien que debió enfrentar su nueva realidad. "La gente que se atiende en el centro de rehabilitación tiene todo el empeño para salir adelante y hacer las cosas bien. Pero nos encontramos que a veces, se hace la vista gorda. Quizás por falta de cultura se nos ignora. Es cosa de ver el acceso a los edificios públicos, no hay ingresos para personas en silla de ruedas, no hay pasamanos. Uno no pide grandes cosas, sino lo mínimo para poder trasladarse", dice.
"Y no es solamente eso, las veredas están en malas condiciones, con mucha pendiente. No es sólo en Barrancas, tú vas al centro de San Antonio, a los centros comerciales y te encuentran con lo mismo", recalca.
-Al principio no quería ir al centro de rehabilitación. Estaba en esa etapa de negación: ¿por qué a mí? ¿por qué me tuvo que pasar esto? Después de haber estado tan bien, me sentí enfermo y no me podía mover. Es difícil aceptar que estás discapacitado. En 5 minutos quedé en silla de ruedas. Uno cuando está bien dice: a mí nunca me va a pasar nada. Cuando fui al médico ya era demasiado tarde. En el centro tuve que aprender todo de nuevo. Casi como una guagua. He aprendido a moverme y lo más importante, a aceptar mi enfermedad.
-Es difícil, pero sí creo. Imagínese que no me podía mover, no podía caminar. Ahora tengo dificultades, pero así y todo estamos dándole. J