Cuando los días están helados a la abuelita Lidia Campos (70) le dan ganas de tomar un tecito, sin embargo, por más deseos que tenga, no puede. Hace años que no tiene cocina y desde que su hervidor se echó a perder no tiene como arreglárselas para calentar agua, y menos para hacer un plato de comida.
Entre su hija, quien trabaja de lunes a viernes en Santiago como asesora del hogar, y su yerno, le cocinan y le calientan agua, pero cuando alguno de estos no está en casa no tiene más opción que esperar por horas.
"Me hace tanta falta una cocina para hacerme unos fideos por último", cuenta la mujer que crió cinco hijos, uno de ellos fuera del país, uno en Concepción y otro en Iquique.
La señora Lidia ya no recuerda cuántos años lleva sin una cocina. "Hace mucho tiempo que se incendió y la sacamos para afuera. Salvamos la casa, pero la cocina se quemó", cuenta con lágrimas en los ojos.
Dice que tiene vergüenza y que no quería pedirle nada a nadie, "pero que la necesidad tiene cara de hereje y con una pensión de ochenta mil pesos apenas se puede vivir".
Con el escaso dinero que recibe apenas puede comprar comida, remedios y pagar el agua. De adquirir una cocina nueva ni pensar.
"Compro un paquetito de fideos, uno de té y así de a poco, porque no se puede para más", detalla la abuelita que sufre de una severa depresión producto de la tristeza que debe pasar a diario con sus hijos lejos y sin poder tomar siquiera una tacita de té.
Ahora con el ambiente navideño espera que alguien solidarice con ella y le pueda regalar una cocina para no tener que depender de sus familiares y poder, al menos, tomarse una taza de té en las frías tardes sanantoninas.
"No quería estar pidiendo cosas porque hay gente que necesita más", dice la vecina de la población 30 de Marzo. Cualquier ayuda es muy bienvenida en su casa ubicada en Manuel Rodríguez 1280, Población 30 de Marzo o al número de Diario El Líder 2286106. J