Carmen Peso y la dura lucha contra la obesidad mórbida que la tiene con 115 kilos
"A veces trato de demostrar que me siento feliz, que no me importan los kilos de más, pero en el fuero interno, me siento mal, porque querámoslo o no aceptarlo uno siempre se preocupa del qué dirán".
Carmen Peso Huenchuán tiene 34 años y llegó a pesar 65 kilos. Hoy está en los 115, casi el doble de lo que alguna vez pesó. Y como si fuera proporcional, con el doble de preocupaciones.
Es que para esta vecina de San Sebastián, su obesidad es un tema que se suma a las obligaciones como madre, dueña de casa y trabajadora.
"Tengo a mi amiga Bárbara Vera y a mi hermana Soledad que me están ayudando en este proceso de bajar de peso. Es complicado, porque uno necesita contar con el apoyo de la familia y de amigos que te controlen tanto lo que comes como el tema de los ejercicios", manifiesta Carmen.
Esta trabajadora de Esval, que fue diagnosticada con obesidad mórbida, comenzó a subir de peso luego que a su padre, Orlando Peso, se le detectara demencia senil, síndrome en el que él o la afectada pierde muchas de sus capacidades psíquicas.
"Fue un periodo muy complicado para nuestra familia. Cuando a mi padre se lo descubrieron, yo justo me fui a vivir con mi actual pareja. Entonces mi madre con mi hermana lo cuidaban y yo cuando podía", relata para confesar que "en algunas ocasiones teníamos que dejarlo sujeto a algo para que no se escapara, porque se podía perder. Es muy difícil ver a tu padre en esas condiciones. Ahí fue cuando comencé a comer más de la cuenta. No en cuanto a cantidad, sino que comía a cada rato tenía mucha ansiedad que no podía controlar".
Lamentablemente el padre de Carmen falleció en 1999 producto de un paro cardio respiratorio a la edad de 67 años.
"Producto de la misma enfermedad, mi papá quedó postrado en cama y paulatinamente se fue deteriorando hasta que murió. Durante todo el proceso de su enfermedad y tras su muerte comencé a comer a cada hora como te contaba. Hasta que un día me vi con 115 kilos. Es difícil verse así más aún cuando toda mi vida había practicado deportes", detalla la mujer.
Nuestra amiga reconoce que no lo ha pasado bien con su enfermedad. Pese a que es una mujer sociable y con una hermosa sonrisa a flor de piel. Ella admite que su gordura le ha restado personalidad.
"A veces cuando la gente te queda mirando, uno eso igual lo percibe. Uno dice que no le afecta, pero para qué estamos con cosas, a uno le duele. Como mujer creo que perdí la confianza en mí, estoy mucho más insegura. Sé que cuento con el apoyo de mi familia y amigos, pero ante la sociedad me siento insegura", revela con un dejo de pena, pero con unas ganas tremendas de salir adelante.
FAMILIA
Carmen Peso se desvive por su hija Mélani Gutiérrez, quien llegó a cambiarle la vida a ella y a su pareja Juan Pablo, con quien han cultivado una hermosa relación por más de 12 años.
Padres e hijos viven en la localidad de San Sebastián, ubicada en la comuna de Cartagena, y Carmen reconoce que su familia es el principal apoyo que ha tenido en su larga enfermedad.
"A veces uno se despreocupa por dárselo a los hijos. La familia, el trabajo y los quehaceres de la casa te quitan el tiempo y a veces deja de preocuparse de uno misma. La rutina te mata, porque llego cansada a la casa después del trabajo y además tengo que hacer las cosas del hogar y ayudar a mi hija. A mí me pasa que como tengo muchas responsabilidades me despreocupé mucho de mí", explica.
Carmen además expresa que con su sobrepeso no ha sido un tema en lo que respecta a la vida sexual.
"En la parte íntima no ha sido un problema para mi pareja, ni menos para mí. Todo sigue normal, que yo sepa", dice la picarona para luego agregar que "Juan Pablo nunca me ha criticado. Lo único que me dice es que me quiera un poco más. Es que siempre la familia te dice que te cuides y que bajes de peso por el tema de las enfermedades que conlleva", manifiesta.
Fueron precisamente el tema de las enfermedades, las que motivaron a Peso Huenchuán a someterse a un tratamiento. Si bien funcionó en los primeros meses, el efecto rebote del tratamiento le trajo otra vez a su cuerpo los kilos que había reducido.
"Cuando me diagnosticaron prediabetes me traté con un nutricionista. Llegué a pesar 90 kilos. Eso sí tomaba cerca de 10 pastillas diarias, pero por una enfermedad al estómago tuve que dejar de consumirlas y terminé con el efecto rebote, con el que volví a subir de peso", describió para enfatizar que "lo más difícil es dejar el pan. No soy de comer grandes cantidades de comida, sino de comer a deshoras. Pero mi amiga Bárbara me controla el tema de la alimentación y lo que tengo que comer. Quiero bajar de peso porque quiero sentirme bien conmigo misma".
VÓLEIBOL
Cuando Leonel Peso, hermano de Carmen, le enseñó a jugar vóleibol, en el tiempo que ella tenía 8 años, la pequeña niña descubrió no sólo un deporte, sino una de las grandes pasiones que tiene en su vida.
"Recuerdo que cuando era chica junto a mi hermano jugábamos todo el día: lloviese, hiciera frío o calor, siempre estábamos jugando. Después cuando entre en al Liceo Fiscal (ahora Juan Dante Parraguez) participaba en las selecciones que tenía el establecimiento y en varias ocasiones me llamaban para ir a parchar equipos", confiesa.
Así desde muy pequeña que nuestra amiga llevó una vida apegada a los deportes, pero que a medida que pasaban los años y con la muerte de su padre, Carmen se alejó del vóleibol.
"Cuando era pequeña jugaba en el Techo Fraterno, después en el colegio, pero como se fue nuestro entrenador no seguimos practicando. Hasta que un día, una amiga me invitó a entrenar a la Agrupación Deportiva Doragon (ADD). Ahí conocí a Bárbara con quien nos hicimos amigas y es ella la que me ha incentivado a seguir en este difícil proceso de reducir los kilos", cuenta.
Tras ingresar al club de voley, ella junto a su pareja e hija formaron parte de ADD, la que tiene como objetivo ayudar en la parte emocional y deportiva a las personas que lo integran.
"Para mí este deporte ha sido un pilar fundamental en mi vida. Llegué el 2012 al ADD y me siento parte importante del equipo. Me siento querida por mis compañeras y es ahí donde realmente me siento feliz", culmina. J