Hace dos años que Nibaldo Maureira y su esposa María llegaron a vivir a San Antonio. Esta pareja es de las pocas que se especializa en traer antigüedades para la venta en la feria de las pulgas, que se realiza una vez al mes. "A veces incluso vamos a otras ciudades a buscar, porque tenemos gente a la que le gustan mucho", explicó Nibaldo.
"Lo que más vendemos son cosas de bronce y las cosas novedosas o juguetes extraños y viejitos. En el fondo son cachureos, pero a la gente le gustan las cosas así", contó María.
"Siempre traen cosas bonitas y raras, uno viene a buscarlas", dijo una de las clientas que vitrineaba entre la mercadería, mientras la pareja hablaba con Diario El Líder.
Además de ofrecer las antigüedades, Nibaldo vende muebles con terminaciones únicas, hechas por él mismo "porque es tornero, es de esos carpinteros antiguos, bien completo y de las cosas que él hace ya no hay", contó con orgullo la mujer.
Esta pareja, con más de 30 años de matrimonio, se vino de Antofagasta escapando del estrés del trabajo. "Ella igual encontró una feria donde ponerse acá", dijo medio en broma Nibaldo. "Pero es sólo una vez al mes, yo no puedo dejar la feria, es como una cosa que llevo en la sangre, es como una terapia", le aclaró riéndose su esposa.
"Teníamos dos puestos en la feria de allá, mi esposo con su mueblería y yo trabajaba en la ropa americana, pero con tallas grandes. Nos iba muy bien, pero me comencé a enfermar y el trabajo nos comenzó a pasar la cuenta", contó María.
Nibaldo va a cumplir 60 años y María tiene 53, por eso, cuando vieron que su salud se vio afectada por el exceso de trabajo tomaron la decisión de cambiar de aires. "Decidimos venirnos, acá todo es más verde y la calidad de vida es mucho mejor. Incluso cuando vinieron mis dos hijos, ahora para el Año Nuevo, querían quedarse, pero yo les dije que se devolvieran porque allá el tema económico es mucho mejor", señaló María.
A pesar de que le encanta San Antonio, María todavía extraña mucho a sus amigas de Antofagasta. "Lo que más echo de menos del norte son mis compinches, mis camaradas de trabajo que eran mis amigas, nos ha costado un poco hacerme de un grupo acá, pero es cosa de tiempo y con la feria lo pasamos bien, porque uno conversa con la gente y para ellos es como un paseo dominical donde se comparte", finalizó la mujer. J
l Uno de los productos estrella de esta pareja son los juguetes antiguos; por ejemplo este mes se lucieron con un auto que parecía de metal, pero que en realidad era plástico y a control remoto. Otro que encantó fue un pequeño pájaro que emitía un sonido igual a los reales y que incluso venía con su jaula.