Hernán Reyes, el "tiburón" más antiguo de las pescaderías
Hernán Reyes es un sanantonino de tomo y lomo. A sus 70 años, es uno de los locatarios más antiguos de las pescaderías de Antonio Núñez de Fonseca. "Llegué a los once años a trabajar aquí, por falta de recursos principalmente, porque la situación de mis padres era mala. Desde entonces, no me fui nunca más", recuerda el hombre.
"He trabajado toda la vida en esto, así es que me gusta este negocio, no conozco ni quiero conocer otra cosa", recalcó.
En su local, "El Tiburón", Hernán recibe todos los días a su clientela. Al bromear con él por el nombre del local -que es igual al del protagonista de la teleserie Pituca sin Lucas-, él se ríe. "Esta no es pituca eso sí, es pituco", bromea este hombre, que tiene el sentido del humor a flor de piel, aunque la primera impresión que da es de mucha seriedad.
Hernán llegó de niño a trabajar al mercado de Antonio Núñez, fue conociendo gente y se fue enamorando del trabajo. Por eso, luchó por varios años, hasta que pudo comprar su propio local. "De eso ya son varios años, como 30 ó 40, ya ni me acuerdo casi, pero con mi vecino, somos los más antiguos", contó.
"El Tiburón" es una pescadería familiar. "Trabajo con mi señora y mis hijos. Se trabaja de lunes a lunes, sobre todo las fechas en que hay fiestas, porque es bueno. Descansamos los lunes o martes o cuando se vende todo, pero son los feriados cuando uno se puede ganar más moneditas", contó.
La señora Marta Clavijo ha sido la amiga y compañera de don Hernán por más de 36 años. "Nos portamos mal mucho tiempo, pero así es la vida. Hoy estamos bien y somos felices", contó.
Al preguntarle por el costo familiar que tuvo para él y su familia el trabajar su negocio de lunes a lunes, explicó que "ha sido un poco difícil con este ritmo, pero no tanto, porque uno se acostumbra. De alguna manera hay que hacerlo. Así es como tengo una hija profesional, dos hijos que me ayudan aquí en la pescadería", dijo.
"Mi otro hijo está en Brasil", dijo con orgullo. "Soy viudo y mi primera señora se me murió en 1976. Eso fue muy difícil para mí, porque llevábamos casados seis años no más. Entones me quedé con un hijo que ahora está allá, aunque hablamos por Facebook todos los días", añadió con una sonrisa.
A sus 70 años, Hernán es un orgulloso abuelo y bisabuelo, "tengo un bisnieto de poco más de un año, es el regalón", contó.
A pesar de su pasión por su negocio, por las conversaciones con sus clientes de años y con sus amigos que le proveen en la caleta Pacheco Altamirano desde hace varias décadas, Hernán reconoce que esto le pasó la cuenta. "
A las ocho ya hay que estar aquí, voy al muelle y después hacemos todo acá. Lo único malo es que ya tengo mis secuelas, porque por ejemplo, tengo artritis ya que he estado toda la vida trabajando en el hielo", señaló.
"Por mi edad trabajo siempre en la mañana y después del mediodía me voy a la casa, tengo un dolor permanente todo el día, pero igual debo venir a la pescadería, o si no yo me muero en la casa. No puedo estar todo el día allá, me aburro. He trabajado toda mi vida", agregó con una sonrisa, mientras estaba pendiente de sus clientes". J
l Hace casi cuarenta años que Hernán trabaja en su pescadería, cuatro décadas que le enseñaron todas las mañanas y secretos del negocio de los mariscos. Por lo mismo, entre los productos que más vende están los mariscales y los ceviches.
"Ahora es mi señora, que trabaja siempre conmigo, la que le pone el toque mágico, vendemos hartos. Es que son levanta muertos", contó.