Con 50 años de servicio, Rafael Medina hace una radiografía de la educación sanantonina
Rafael Medina Verdugo tiene 72 años y de ellos ha dedicado 50 a educar, y gran parte de su carrera la ha desarrollado en la comuna de San Antonio. De esa que se enamoró cuando era un joven titulado de profesor que soñaba con enseñar a los pequeños niños, que a su vez, buscaban dejar atrás la pobreza por intermedio de los estudios.
Hoy, sentado en su oficina en el colegio Sara Cruchaga del cual es el director, sigue manteniendo ese pensamiento que alguna vez se lo inculcó Rosa Castillo, su querida abuela.
"Muchas veces le comentaba a mis alumnos que hay una gran diferencia entre una persona culta y una sabia. Mi abuela siempre me dijo que en la educación radicaba la movilidad social. Un consejo sabio de una mujer analfabeta", parte diciendo este profesor de Historia, Geografía y Economía, que hace algunos días celebró en el establecimiento de calle Gregorio Mira sus 50 años de servicio.
"Siempre tuve claro que quería ser profesor. De qué, me daba lo mismo, pero lo mío era la educación y en todos estos años jamás me he cuestionado si elegí bien o mal. Siento verdaderamente que esto es lo mío, porque es mi vocación", agregó.
Política de estado
Rafael Medina es el hijo mayor del matrimonio entre Elena y Rafael, pero desde muy niño se crió bajo la tutela de su abuela, luego que su madre falleciera cuando él era muy pequeño producto de un cáncer. Su único hermano es Manuel.
Desde que estaba en la escuela destacó por su responsabilidad en los estudios, es que "antes la cosa era distinta. Mi abuela no me dejaba faltar a clases y uno tenía una valoración distinta a la de hoy con respecto a la educación, porque para nosotros era la única forma que teníamos para salir adelante".
Medina nació en La Cisterna, Región Metropolitana, y estudió en el Liceo 10 de aquella comuna. Allí dice que compartió con amigos de diferentes clases sociales y de quienes hoy tiene los mejores e imperecederos recuerdos.
"Había ocasiones en que nos juntábamos en casas de compañeros que eran verdaderos palacetes, eran increíbles, y otras veces en hogares de amigos que eran más pobres. Dos sectores sociales se unían en la educación pública, la cual era un orgullo para todos", describe.
-Hoy hay una relación directa entre calidad y capacidad económica. Por ejemplo, si una familia tiene mucho dinero puede optar a un establecimiento de mejor calidad, pero si no, está obligado a insertar a su hijo en un colegio municipal, porque según los indicadores de calidad (Simce y PSU) los mejores colegios son aquellos que son particulares.
-Desde que se empezó a entender a la educación como un producto todo ha cambiado. Se ha vuelto un verdadero privilegio y no un derecho estudiar. El más rico tiene opción a mejor calidad y el que tiene menos a la peor.
-Hace algún tiempo podríamos haber dicho eso, pero creo que se ha mejorado mucho en este ámbito. Se están destinando muchos recursos, sin embargo, los resultados no aparecen como uno quisiera, pero sí hay pequeños avances, no lo podemos desconocer. Desde mi humilde opinión pienso que si no hay una política de estado con respecto a la educación, los cambios nunca los vamos a ver. Cambian los gobiernos y se da un nuevo giro a la educación, y no digo que sea con mala intención, para nada.
"QUIERO VIVIR bien"
En 1974 y en pleno periodo de dictadura, el ahora director del Sara Cruchaga asistió a un emotivo acto que se desarrolló en el por ese entonces gimnasio Montemar.
En el recinto deportivo de Villa Italia se realizó un sentido homenaje a un grupo de profesores que cumplía 50 años de servicio.
En la galería, Medina observaba a cada uno de los sanantoninos que eran reconocidos por su extensa carrera docente.
"Yo los miraba y decía cómo podían llevar tanto tiempo. Nunca imaginé que llegaría a cumplir la misma cantidad de tiempo", comenta con un dejo de nostalgia.
"La vida pasa rápido. Quizás no le tomé tanto el peso a estos 50 años de servicio como cuando cumplí 70 años. Ahí me di cuenta que estoy en la cuenta regresiva de la vida, que ya estoy cumpliendo con el ciclo de una persona y cuando me di cuenta de eso, me propuse vivir bien. No me refiero a ningún placer, que no se malinterprete", cuenta entre risas para luego agregar que "quiero vivir en paz con todas las personas".
Rafael es un tipo sereno y pausado al hablar. Recuerda con exactitud cada momento de su extensa carrera y con lujo y detalle entrega cada una de las respectivas fechas que lo han marcado como docente, esa que partió en 1965 en un antiguo establecimiento de San Antonio.
En el Liceo Comercial de Llolleo, ese que estaba ubicado en el ahora Liceo Nacional, partió su carrera como profesor, simultáneamente también trabajaba en un colegio de Ñuñoa.
"Cuando terminé mis estudios en la Universidad de Santiago de Chile, tuve que postular al Ministerio de Educación para trabajar. Como estudié gracias al Estado, tenía que hacer provincia. Es decir, tenía que postular a trabajar fuera de Santiago, durante tres años, y lo hice con la intención de irme a Valparaíso o Iquique. Así fue como llegue, en 1965, al Liceo Comercial de Llolleo", recuerda.
Al año siguiente tuvo el privilegio de formar parte del grupo de profesores que dio el vamos a las clases en el Instituto Comercial Marítimo Pacífico Sur, del cual fue docente y director durante un lustro (1973 - 1978).
"Es una institución muy linda que envuelve mucha historia, sobre todo, porque nació de una necesidad de los sanantoninos, los que añoraban un recinto de calidad municipal", cuenta.
Luego de su paso por el recinto de calle Luis Uribe, su siguiente casa educacional sería la Escuela Industrial de San Antonio, donde se desempeñó durante 14 años como director (1982 - 96) y luego como docente.
"Lo que he aprendido durante todos estos años, y que le trato de inculcar a los profesores, es que ellos deben tener la capacidad de que los niños aprendan, que es muy distinto a enseñar. Esto es lo primero que hace un docente, pero el que aprendan los alumnos es lo complicado. Es ahí donde el profesional debe tener la capacidad de ocupar todas las estrategias necesarias para que el alumno comprenda la materia en cuestión", aclara.
El 2008 fue contactado por la congregación Purísima Corazón de María para ofrecerle la dirección del colegio Sara Cruchaga.
"Era por un año y ya llevo siete. Junto a los profesores creo que hemos realizado una gran labor y espero que sigamos trabajando de la misma forma, porque me siento orgulloso de todo el grupo humano que trabaja acá", manifiesta.
Rafael Medina literalmente se casó con la educación.
No contrajo matrimonio y tampoco tuvo hijos, incluso, se reconoce como un lobo solitario.
"Un doctor me puso así y creo que tiene razón. Me dijo que me encantaba estar solo y cuando necesito de la manada me uno. Puede ser raro que un profesor sea poco sociable, pero lo soy".
"Me gusta la soledad. Creo que en verdad me casé con la educación y no sé si fue para bien o mal", dice con alegría.
-Tengo sobrinos espectaculares, que me tratan como un padre y sus hijos son como mis nietos. Creo que he sido un privilegiado. Me encanta lo que hago y mi familia es espectacular y justo este fin de semana viene a verme desde Santiago. Tengo que pagar una apuesta futbolera, es que soy de la Universidad de Chile y como perdimos el clásico ante Colo Colo vamos a hacer una tallarinata. Tengo que disfrutar de la vida, porque ya me queda poco y quiero disfrutar de lo que más amo: mi familia y la educación", cerró. J