Desde que su hijo Juan Herrera fue trasladado desde el penal de San Antonio hasta la Cárcel de Alta Seguridad de Valparaíso, la vida de Julia Segovia (60) se transformó en un verdadero infierno.
La mujer asegura que por las noches ya no puede dormir pensando en que algo malo le pasará a su retoño, quien deberá permanecer diez años privado de libertad tras ser condenado por un robo con intimidación ocurrido en Casablanca el año pasado.
Hace dos semanas el peor de sus miedos se concretó. Su hijo, de 27 años, resultó herido en un confuso incidente registrado al interior del penal, que le trajo como consecuencia la pérdida total de la visión en uno de sus ojos.
"Estoy desesperada. Desde que se llevaron a mi hijo a Valparaíso siempre tuve el presentimiento que algo malo le podía pasar porque en esa cárcel las cosas son muy distintas", dice la mujer con lágrimas en sus ojos.
"Cuando me llamaron para decirme que mi hijo estaba en el Van Buren casi me morí, pero jamás pensé que él llegaría a perder la visión. Él no me quiso decir qué le pasó, me dijo que era problema de él y que no me metiera, pero es mi hijo y no puedo dejarlo solo, sobre todo en el lugar donde está", agrega.
Julia dice que, por recomendación médica, hace meses que no visita a su hijo en Valparaíso. Esa distancia le duele mucho, sobre todo ahora que sabe que Juan no está en buenas condiciones de salud.
"Cuando estaba en San Antonio yo lo iba a ver y siempre le llevaba sus cositas, pero en Valparaíso no se puede. He ido muchas veces a hablar con el director (de la cárcel de San Antonio), pero él no me escucha, ni siquiera me atiende y me hace esperar toda la mañana. Sólo quiero pedirle que traigan a mi hijo de vuelta. Es cierto que él cometió un error, pero ya está pagando por eso", asegura.
Según Julia, la condición de Juan no es de las mejores, principalmente porque a raíz de la pérdida de visión, él no puede hacer sus cosas solo y depende ciento por ciento de sus compañeros de celda.
Asimismo indica que esta situación tiene a su hijo al borde del colapso a tal punto que ya no quiere seguir viviendo.
"Mi hija fue a ver a su hermano el domingo y dijo que estaba mal. Dice que está delgado, con su cara bien hinchada y con mucho dolor de cabeza. El problema es que nadie se preocupa por él y al final tiene que andar dependiendo del resto porque no ve nada. Ni al baño puede ir solo. Mi hija dice que pasa puro acostado y con muchas ganas de desaparecer de este mundo", cuenta con mucha pena la mujer.
"Mi hijo está muy deprimido y temo que en cualquier momento haga algo malo. Más encima, ya no puede ver a su pequeño hijo porque, por razones obvias, su mamá no quiere que lo visite y eso lo tiene más mal", añade.
Julia dice que recurrirá a todas las instancias posibles para traer a su hijo de regreso a San Antonio. "Como acá no me escuchan ya pedí una reunión en la Regional (de Gendarmería) porque esto no puede quedar así. Yo sé que Juan se va a enojar con todo esto, pero no puedo dejarlo solo porque es mi hijo y uno por los hijos es capaz de hacer cualquier cosa". J