Estos son los malabares que hizo Wladimir Fuentes para salir de la "maldita pasta base"
Vivía en la población Raúl Silva Henríquez. En el Pasaje 9 estaba su domicilio, ese que muchos llamaban "el pasaje sin ley". Los "pacos y los rati no entraban. Les daba miedo. Allá las balas corrían de un lado a otro. La delincuencia era para muchos la única forma de sobrevivir y la droga era como el pan, había en todos lados. Yo partí a los 11 años en la pasta base", recuerda Wladimir Fuentes.
En el centro de San Antonio, en la avenida Centenario confluyen diariamente miles de personas. Cada una con sus historias. Algunas tristes, otras alegres y aventureras. La mayoría llena de sacrificios. Pero otras son fuertes. Son chocantes. Te tocan la fibra más íntima como la de Wladimir.
Este muchacho de recién 20 años se para todos los días en el paso de cebra que está ubicado en Centenario con Lauro Barros. Ayer estaba allí con dos pelotas de tenis haciendo malabares para conseguir dinero y vivir en esta extraña ciudad para él.
"Hace un año vine a San Antonio. No sé a qué, no me acuerdo, pero me acompañó un amigo. De repente nos vimos sin plata así que pesqué dos limones y me puse a hacer malabares. Así comencé a hacer plata y pasaron los días y me quedé", cuenta.
Primero fueron limones, luego mandarinas e incluso dos cebollas. Son dos, porque en la mano derecha tiene una malformación desde que nació, lo que le impide ocupar sus dos extremidades para hacer malabares.
"Me va bien. No lo niego. Me puedo hacer hasta 30 mil pesos en un día. A veces no más, cuando anda harta gente eso sí, pero en otras me tengo que ir, porque no pasa nada", revela.
DROGAS
Wladimir dejó su natal Quilicura por miedo. Por temor a recaer en aquello que le hizo tan mal.
"A los 11 empecé a fumar pasta base. No lo que estaba fumando, yo juraba que era un pito. Después supe que era pasta base con marihuana", confiesa.
-Me sentía bacán. Andaba prendido. Así como eufórico. Pero después de un rato andaba urgido. Veía a los pacos en todos lados. Me sentía atrapado, andaba como ahogado. Pero en su momento me gustaba. Me gustaba la pasta.
-Qué me iban a decir. Si me decían algo yo les pegaba. De hecho una vez me agarré con mi hermano Carlos y le pegué una puñalada. Con mi hermana Daniela también peleábamos. No me daba cuenta lo que hacía.
-No poh. A mi mamá nunca le levanté la mano y a mi papá no lo conocí nunca.
-Gloria.
-Gloria. No me sé el apellido de mi mamá.
-No me lo sé. No viví mucho con ella. No tuve mucha relación, porque pasaba metido en los hogares o fundaciones.
DELINCUENCIA
Cuando Wladimir decidió sumergirse en la paste base, lo hizo desde los 11 años apoyado por sus amigos. Esos que hoy no extraña y que no quiere ver por ningún motivo. Es que le hicieron mal y él lo reconoce. Sabe que se equivocó, pero no se arrepiente. Dice que por algo pasan las cosas.
"De lo único que me puedo arrepentir es de no haber estudiado. Dejé el colegio en cuarto básico. Iba en el Juan Pablo II de Quilicura, así parece que se llamaba. Pero lo dejé. No estaba ni ahí con estudiar. Además tenía caleta de problemas con los mismos profes. Cuando me decían algo, yo les respondía mal. Les echaba la . Les decía garabatos. Es que no me gustaba que me dijeran cosas, me cargaba que me retaran y por lo mismo, dejé el colegio. En verdad, creo que lo dejé por la misma droga. Quería fumar pasta a cada rato", explica.
La gente mira a Wladimir. Indudablemente llama la atención por la malformación en su mano izquierda y, más aún, porque hace malabares con una sola mano. El semáforo cambió a rojo para los autos. Es hora que Wladimir vaya a trabajar. Va por unos minutos y sólo dos personas le entregan algunas monedas.
"A veces me dan 100, 500 y una vez un solo auto me dio 5 mil pesos. Fue bacán", explica.
Volvemos a la conversación. Esa en la cual relataba su retiro del colegio para seguir drogándose junto a sus amigos.
"Ahora lo veo y no son amigos. Nunca lo fueron. Yo sólo quería marihuana y me metieron pasta base. Me volví drogadicto, así como dependiente. Quería estar drogado todo el día. Me sentía bacán, con energías, sentía el cuerpo caliente, me movía de un lado para otro", detalla.
-De la forma más simple. Robando. No me quedaba de otra. Es que estaba angustiado. Quería estar todo el día drogado. Si robaba 100 lucas, las gastaba todas en pasta base. Por eso uno siempre escucha esas historias de gente que roba para drogarse, porque cuando estás metido en esto no quieres salir hasta que tocas fondo.
-A medida que iba creciendo me iba dando cuenta que estaba mal. Me sentía ahogado. Prisionero de la droga. Cuando te dije que pasé en hogares y fundaciones era porque me pillaban robando. Estuve en todas las Fundación Mi Casas. En la 1, 2, 3, 4 y 5. No me acuerdo en cuál fue, pero en una de ellas aprendí a hacer malabares. Me gustó al toque. Siempre me llamó la atención. Siempre me gustó mucho el arte y estas cosas.
-Cuando caí en cana (cárcel). Estuve seis meses en Santiago 1 por robo con intimidación. Lo pase mal. Fue duro y ahí me di cuenta que no quería seguir con este ritmo de vida.
-Difícil. Teni' que ser choro o si no te pegan. Yo llegué tapiza'o en Nike.
-Que llegué con buena ropa, con buzos, polerones y poleras Nike. En una oportunidad un loco me quería quitar las zapatillas. Yo le dije que si las quería tenía que sacármelas, porque yo no me iba a agachar para pasárselas.
-Con cuchillos. Todos teníamos. Se hacían de fierro o de lo que fuera. Era más o menos de un metro y había que tenerlos para sobrevivir. Yo me hice amigo de los Moscas de Pudahuel. Además tenía como a siete .
-Sí poh. Son los que te cubren las espaldas en las peleas. Mi familia y amigos como me llevaban buenas cosas, yo se las pasaba a ellos y ellos tenían que protegerme. Si yo les decía que le fueran a pegar a alguien, ellos tenían que ir.
-Sí, varias veces. En una oportunidad apuñalé a un loco. Era él o yo. Después eso sí tuve que pagar, te castigan poh. Fueron difíciles esos seis meses. Hay algunos códigos que se respetan. Los que siempre pelean son los choros, esos que están en cana porque mataron a alguien o los drogadictos, pero los hermanos, los evangélicos, no se tocan. En una ocasión le pegué a uno de ellos. Y me cayó el castigo del de Arriba.
-Porque a los días que pasó eso. Me iba a poner a pelear y sin querer me caí. Y casi me pegan una apuñalada en el pecho. De ahí que ni siquiera miraba a los hermanos.
-En Santiago me imagino. No quiero saber de ellos, prefiero estar acá en lo mío. Arranqué de allá, porque no quiero volver nunca más a la pasta y menos a robar. Lo pasé mal en la pobla donde vivía. Hoy me va bien en esto, tengo a mi polola y vivo con ella en una pieza que arriendo. Estoy luchando para juntar mis cosas. Además, los papás de mi polola son bacanes y estoy feliz con ellos.
-No soy de dar consejos. Quién soy yo para decirle a alguien lo que tiene que hacer. A veces uno tiene que pasar por estas cosas para aprender. Yo por lo menos aprendí y salí de esta maldita pasta base. J
"A los 11 empecé
a fumar pasta
base. No
lo que estaba
fumando"
"De lo único que
me puedo
arrepentir es de
no haber
estudiado".
"A medida que
iba creciendo me
iba dando cuenta
que estaba mal.
Me sentía
ahogado.
Prisionero de la
droga"