Harto trabajo y no estresarse: la receta de doña Próspera para cumplir un siglo
El 11 de septiembre la señora Próspera Cabrera Carrasco celebró haber visto pasar 100 primaveras ante sus ojos. "Toda una vida de mucho trabajo y de estar siempre haciendo cosas", reconoce.
"El secreto para cumplir 100 años es trabajar mucho y pensar menos, no preocuparse tanto. Trabajé toda la vida con mis manos y mis ojos, aunque mis ojos ya me están dejando un poco", cuenta con su habitual sonrisa. Fue esta misma simpatía la que la hizo coronarse como reina del consultorio donde se atiende hace un par de años.
Aunque la señora Próspera está (o trata de estar) siempre sonriente, hay algunos pasajes de su vida que provocan que sus ojos se llenen de lágrimas. Sobre todo cuando su hija le pregunta cosas que no recuerda. "Es que ella tiene problemas a la memoria, alzheimer, entonces yo a veces le hago consultas y todas esas cosas para que no se le olviden", explica mientras le preguntaba a su hija Julia cuántas hijas tenía y cuántos nietos.
"Yo tuve una sola hija, porque se me fue el productor, pero no enviudé. Se me fue el marido de la casa. Y después no me busqué otro, para qué más, es un cacho buscar otro, porque después uno no es como con el primero. Con el segundo dan ganas de tenerlo más de lejos, creo yo. Si hubiese buscado otro, de lejito nomás", dice volviendo a sonreír.
"Mi vida ha sido puro trabajo, trabajar y trabajar y trabajar, para tener para mi hija y para mí. Trabajé en lo que viniera, porque no tengo profesión. Planchaba, lavaba, hacía aseo y después me dediqué a cocinar". De hecho, es muy difícil quitarle el delantal y mientras Diario El Líder conversaba con ella, estaba preparando empanadas para celebrar estas Fiestas Patrias, ya que vive con su hija y la familia de su nieta.
"Yo soy la que cocino aquí. Nadie se mete a la cocina, es mi reino, porque me gusta mucho y nadie cocina como yo. Ahora voy a hacer empanaditas y tengo todo medio listo", relata. Y agrega: "es verdad eso, porque a veces a mi mamá se le olvidan los horarios, entonces mi abuela se hace cargo de todo", confirma su nieta Julia.
Desde el sur
Aunque la señora Próspera deja claro que no se va a mover de San Antonio, porque le gusta el puerto, recién llegó a la comuna en 2001. "Antes había vivido en Santiago, pero me vine desde Tomeco, que queda muy lejos, por Yumbel, Cabrero, Puerto Águila, todos esos alrededores, que es por donde nací. De ahí me vine saltando hasta llegar aquí", cuenta alegremente.
abuelita, no sufra porque nosotros la vamos a cuidar mucho. Mi papá murió, pero le devolvió a su hija en las manos suyas'
La infancia de Próspera en el sur fue bastante difícil. "Mi madre murió de 37 años y dejó seis chiquillos colgando, todos solos, y como a los tres años después murió mi papá. En esa época yo tenía como cuatro años o una cosa así, y me acuerdo tan bien que mi papá nos dio la bendición y murió ligerito".
Después de eso, vivió con "unas señoritas y una de ellas era curadita, entonces como que no resultó mucho la cosa. Al final, después de unos años con las monjas, mi hermana me sacó engañada para que le cuidara a los hijos", recuerda. Por eso mismo, apenas pudo formó su propia familia y le puso harto empeño, pero no le resultó.
Después de esa desilusión amorosa se concentró en su hija y por lo mismo disfruta lo que más puede a sus nietos y al tataranieto que viene en camino. Su familia la regalonea cada vez que se puede. Incluso la llevaron a Estados Unidos. "Estuve dos meses nomás, pero no le pego nada al inglés, no aprendí nada", dice en broma.
Como lechuga
A pesar de que el número de RUT de la señora Próspera no alcanza a ser un millón, ella está fresca como una lechuga.
"Ahora me están doliendo las rodillas y todo lo que son las coyunturas, con el reumatismo, pero no es más que eso", confiesa riéndose.
"Yo como de todo. Quiero que me haga mal algo, para morirme (bromea), pero estoy aquí sin ningún problema. Hay gente de mi edad que no sabe nada de su vida. Yo tengo mi cabeza buena, ni siquiera me duele". J