Las penas y el sufrimiento para tener la tan soñada casa propia
María Lucero Núñez recuerda como si fuera ayer cuando, por primera y última vez, la llevaron detenida. Pasó casi todo el día en el calabozo de la comisaría. Pero ella dice que valió la pena.
Era el 27 de abril de 2012 y Lucero, al igual que las dirigentas y todos los integrantes del comité Corazón de San Antonio, del proyecto habitacional Mirador El Faro, estaba aburrida de tanta espera.
Ninguna autoridad de la época les había brindado el apoyo político suficiente para llevar a cabo el proceso de postulación a una vivienda, la primera traba que tuvieron para conseguir la tan anhelada casa propia.
"Todo esto comenzó en el 2009 cuando supimos que se iban a construir viviendas sociales. Todos empezamos a postular y el primer problema que tuvimos fue con el Serviu, porque cuando nos hicieron la evaluación de carencia habitacional decían que no estábamos dentro de los beneficiados", recuerda Lucero Núñez, hoy vocera del comité.
Este grupo de sanantoninos, que en un principio lo componían 400 personas, ya se encontraba molesto por la falta de apoyo. Es por eso que en 2012, en plena celebración del Día del Carabinero, llegó un grupo de vecinos a manifestarse. Entre ellos María Lucero.
"Estábamos ahí manifestándonos pacíficamente y yo, sin pensarlo, me puse entre las autoridades y Carabineros para llamar la atención y así la gente supiera el motivo de nuestra lucha. Queríamos que los políticos nos apoyaran, porque los necesitábamos para cumplir nuestro sueño", agrega.
En ese momento, Lucero fue tomada detenida y pasó gran parte de aquel día en el calabozo de la institución que se encontraba de aniversario.
"Luego de eso obtuvimos el apoyo de Roy Crichton y Víctor Torres y hoy aquí estamos, a pocos meses de que nos entreguen nuestros departamentos, si Dios quiere", ruega.
ENTREGA
Para marzo de 2016 está programada la entrega de los departamentos que están ubicados a metros del cementerio Parroquial.
La espera ha sido larga y con varios sentimientos encontrados: pena, rabia e impotencia se conjugan en todos estos años, además del costo familiar que esta lucha ha involucrado. Así lo describe la presidenta del comité Romina Rojas.
"Pasamos por momentos muy complicados, sobre todo cuando no había recursos para seguir con la construcción, porque la empresa nos explicó que los costos habían subido. Todos nos desesperamos y cada reunión era una tortura, porque los ánimos eran muy tensos. Además teníamos la presión de la gente que quería su casa. La familia de alguna forma se lleva este peso, porque se dan cuenta lo que pasa", añade.
En total serán 256 familias beneficiadas con este proyecto habitacional que, ahora sí, parece llegar a su fin.
"No te voy a mentir. Como dirigentes lo hemos pasado mal, pero nos queda tan poco para la casa propia que no nos queda otra que seguir luchando", cierra Rojas. J