El inolvidable paseo aéreo de quien vuela por primera vez
Hasta el mediodía de ayer nunca había volado. Siempre fue un sueño, pero no se había dado la oportunidad. Eso, hasta que gracias a los vuelos populares me envalentoné y decidí terminar con el temor.
La idea partió el viernes. Tirando la talla con Roberto Cadagán, uno de los editores del Diario El Líder, le pregunté: "Ya poh Robert, quién va al aeródromo el fin de semana". El carismático periodista agarró papa y me dijo "ya, tú vas, pero que no te de miedo".
La anhelada oportunidad estaba ahí no podía negarme.
Al día siguiente, me presenté calladito ante Jorge Ponce, el presidente del Club Aéreo, quien en minutos organizó todo para el viaje.
La fila de los que esperaban su turno era larga, pero todos iban acompañados. Yo, en cambio, iba solo. Así que pasé con una señora y su pequeña hija. También era la primera vez que volaban.
Me subí con la cámara lista, esa de la que aún no pago ni una sola cuota. "Prefiero caerme yo antes de que se me caiga esta cosa (en realidad fue otra palabra, pero por respeto la suavizaré)", pensé en aquel momento.
Como a los muchachos del aeródromo no se les escapa nada, me dijeron de inmediato como acomodarme en el asiento y ajustarme el cinturón de seguridad. Nadie me cree, pero les prometo que no tenía ni una pizca de miedo.
en el aire
El avión se ubicó en la pista, tomó velocidad y emprendió una rápida carrera. La velocidad aumentaba y aumentaba, el ruido del motor rugía cada vez más y de pronto, un salto suave y estábamos en el aire. Seguía sin temor, pero un hormigueo recorrió mi espalda. En segundos las casas de Santo Domingo parecían una maqueta y la inmensidad del océano se transformaba en una postal simplemente hermosa.
La aeronave comenzó a girar hacia la derecha, justo del lado en que iba sentado. Recordé mi mala suerte y me acordé de mi madre en forma de garabato. "No vaya a ser cosa que se abra esta puerta de mier…" pensaba cuando recordé que el muchacho la había cerrado bien y me calmé.
De ahí en adelante todo fue disfrutar del vuelo. Tenía que tomar fotos, pero lo siento, no salieron muy buenas.
Desde las alturas se tiene una vista privilegiada de la expansión del puerto, de las nuevas grúas que tanto han llamado la atención, de los ojos de mar, de la desembocadura del Río Maipo, en fin, de todo.
Cuando sobrevolamos Barrancas traté de ubicar el diario, pero no pude. Bromeaba con mis compañeros que descendería en ese lugar con una bolsa de supermercado como paracaídas.
El retorno a tierra firme tampoco tuvo problemas. Más de alguien que quería darme susto me contó que era un momento complicado, pero con la pericia del piloto ni noté cuando la nave tocó la pista.
Sin duda inolvidable. Y lo mejor de todo es que Ud. también puede vivirla. J
Los vuelos populares del Club Aéreo de San Antonio se extenderán hasta mañana lunes 11 de octubre. La actividad comienza a las 10 de la mañana y termina a las 20 horas.
El pasaje por persona tiene un costo de 10 mil pesos. En cada uno de los recorridos se embarcan tres personas y dura entre quince y veinte minutos.
La estimación del presidente del Club, Jorge Ponce, es recibir a cerca de setecientas personas este fin de semana, entre los que se incluyen 50 alumnos de colegios municipales de San Antonio y 50 de la comuna de Santo Domingo.