El gran talento y sacrificio del pequeño sanantonino que es campeón nacional de tiro
Afines de octubre Juan Gustavo Letelier, de 12 años, se coronó campeón nacional de tiro al platillo en la serie infantil. Este niño es parte de una familia de pescadores que, a punta de empeño y sacrificio, logró convertirse en un reconocido exponente de este deporte en nuestro país.
"El tiro al disco es un deporte caro, una escopeta por lo menos cuesta 500 mil pesos y una malita no más. La caja de tiros sale cinco mil y vienen 25 y por cada competencia se ocupan tres al menos", explicó Juan Letelier padre.
"Por eso mismo, yo no tengo tiros que perder, ni siquiera entreno porque no tengo tiros. Aunque a veces algunas personas del club me regalan y ahí practico. Por ejemplo, cuando practiqué para el campeonato Nacional ensayaba la pura vista", contó el estudiante del colegio Espíritu Santo.
-Ah, es que en el patio de mi casa yo apunto a las palomas, pero la escopeta no está cargada ni nada, es como que miro hacia dónde va a ir el tiro y me imagino que lo estoy haciendo", contó Juan Gustavo.
"Una vez me di el lujo de perder varios tiros, pero mi papá me retó bien retado, porque nosotros o competimos o jugamos y yo prefiero competir", dijo el deportista sanantonino.
"Otra vez, mi club, Los Gavilanes de San Antonio, me hizo una colecta de tiros para poder competir, porque es un deporte caro, pero me gusta y soy bueno en eso", completó el campeón nacional.
Tradición y Pesca
Juan Gustavo tiene en la sangre este deporte. Su papá fue vicecampeón nacional y siempre estuvo relacionado con la caza.
"Es un deporte caro, pero igual se hace el sacrificio porque es algo que a uno le ha gustado siempre. Yo soy de familia de disparadores, porque viene de mis abuelos, mi papá, mi tío Gustavo y los hermanos, pero yo soy el más fanático de toda la familia, aunque ahora un sobrino se metió más, empezamos a competir juntos en el 2013", contó Juan.
Juan papá dejó de competir por varios años para dedicarse a trabajar en la pesca por todo el país, aunque apenas pudo retomó su pasión.
"Cuando empecé a trabajar lo primero que hice fue comprarme una escopeta, porque a mí no me dio para herencia, así es que me la tuve que comprar yo. Fue una prioridad y a puro trabajo llegamos a tener las que tenemos con mi hijo", detalló.
-Sí, son para competir porque tienen polichok en las puntas, que son unas cosas que se colocan para darle más distancia o menos a los tiros. No son escopetas de casa común y corrientes.
Ahí Juan Gustavo se apura para explicar qué es un polichok, es decir, un pequeño instrumento que se instala en la boca de fuego y sirve para regular la distancia y potencia de los tiros.
"Hay escopetas que valen entre cinco y siete millones de pesos, estas que tenemos nosotros no, aunque la que tiene mi hijo se la compré yo a otro competidor. La compré para participar, pero como empezó a participar mi hijo se la dejé para él", agregó el pescador y constructor de embarcaciones de madera.
"A mí me gustaría ir a competir afuera, pero no se puede, porque falta plata", contó Juan Gustavo un tanto desilusionado.
Es que sabe que este es un talento que muchos envidian, pero también sabe que el suyo es un deporte caro que exige una gran cantidad de recursos para competir de manera internacional.
"Mi papá ahora está construyendo barcos, aunque cuando puede sale a la mar, con el dolor de su alma", reconoce entre risas. "Es que justo le ha tocado salir los días en que le toca competir y tiene que ir a pescar. Este año se perdió los selectivos porque los domingos anda en la mar y no va a poder ir al Nacional", agregó el alumno del Espíritu Santo.
Buenas notas
A pesar de sus doce años, Juan Gustavo es un niño bastante maduro, que tiene claro el sacrificio que realiza toda su familia para que él compita y, por eso, rinde lo mejor que puede en el colegio.
"A nosotros nos han apoyado harto. Por ejemplo, el club nos ayuda en los tiros y en las inscripciones, mi tío, mi 'Nino' Pedro Antonio Letelier", contó el pequeño.
"Ahora mi promedio es sobre seis. Cuando tenía el campeonato Nacional, el club se fue el día jueves, pero nosotros no nos pudimos ir ese día porque yo tenía prueba el día viernes. Entonces nos fuimos el viernes a las dos, llegamos de noche y al otro día competimos. No pude ni ver la cancha antes, pero a pesar de eso gané", completó con una sonrisa el pequeño campeón sanantonino.
La madre de este deportista, Marta Carreño, se emociona cuando habla de su hijo, pero ella es exigente con los estudios de su regalón.
"Mientras no baje el promedio, todo lo que quiera. Si me baja el promedio se va todo a la chuña. Él sabe, porque soy bien estricta en ese sentido. Además, él es el conchito, hay diez años de diferencia con mi hija Valentina, que ahora tiene 22 años y está terminando Sicopedagogía en Santiago", contó.
-En realidad no me da miedo que dispare, porque toda su vida ha estado rodeado de escopetas. Lo que me da más miedo es cuando se van de viajes largos, por el tema de los accidentes automovilístico. Pero cuando están cerca de acá no, estoy tranquila, porque ando yo, vamos los cuatro. Si su hermana es su fans número uno y yo la número dos.
El pequeño Juan, con respecto a un eventual accidente, explica que "es que hemos sido de armas tomar desde chicos, entonces uno sabe que hay que respetarlas".
Además, Marta tiene claro que no le puede quitar algo que su hijo ama profundamente y que lleva en la sangre.
"Cuando tenía cinco años lo llevaban a cazar y volvían con él desnudo, porque se les mojaba con la lluvia, y eso que yo le mandaba otra muda de ropa, pero llegaba feliz", agregó esta orgullosa mamá.
Juan Gustavo hace un alto para recordar la única vez que resultó herido.
"Una vez me corté con una escopeta la cara y mis papás pensaron que no iba a tirar nunca más, pero parece que se me metió más en la sangre. Fue todo lo contrario", aclaró.
Al preguntarle si tiene claro el motivo de esta pasión que es bastante distinta a la de los jóvenes de su edad, el alumno del Espíritu Santo duda un poco. "No sé por qué me gusta, uno se despeja, como que las preocupaciones del colegio, tareas y cosas así se van y uno está concentrado en el campo y eso es lo entretenido", agregó el campeón nacional sanantonino.
Escopetas
Las armas para practicar este deporte deben tener características bastantes especiales. Por eso su valor parte en los 500 mil pesos y puede llegar a varios millones.
"La escopeta es para cada persona, es personalizada. Además, como soy zurdo es más especial todavía, y arreglar eso es más caro aún. Se tiene que mandar a hacer especialmente", contó Juan Gustavo.
"Pero él tiene suerte, porque el papá le arregló la de él", agregó Marta,
"Es que como trabajo con madera y sé hacer todo esto, pude arreglar la de él y la mía. Compré la escopeta de mi hijo de segunda mano, entonces había que adaptarla. Ya habíamos invertido un millón 200 mil pesos en la escopeta y arreglarla sale como 350 mil más, entonces la arreglé para él mejor", agregó el padre de la familia.
Es que al comienzo la escopeta era para Juan papá, porque la suya estaba dando problemas, pero cuando vio que su hijo inclusive le ganaba a tiradores con años de experiencia optó por potenciar las habilidades de su hijo. Y no se equivocó.
Favor
Juan Gustavo es un niño especial. Durante su conversación con Diario El Líder quiso pedir un favor. "Es que quiero agradecer a mi familia que me ayuda a competir y al club también", dijo este joven que recién comenzó a competir hace dos años y que ya posicionó el nombre de la comuna puerto en lo alto de la competencia de tiro infantil a nivel nacional.
Ademas, "Patricio Jiménez, que es el mejor disparador que tenemos en San Antonio y varias veces campeón nacional, vio que me hacían una colecta de tiros y me regaló una caja. Cuando estaba en la final, en Salamanca, las primeras canchas me salieron mal, entonces me enojé, él me paró y me dio varios consejos, de su experiencia, entonces ahí yo me calmé y gané la final", terminó Juan Gustavo. J