Irma, la abuelita que le da vida a la tradición navideña
En el pasaje Los Alacalufes de Villa Las Dunas no se recuerda una Navidad sin el Viejito Pascuero. Hace por lo menos 25 años que la familia Urzúa Roa, especialmente la matriarca Irma, se encarga de que sea el propio Santa Claus quien entregue los regalos a los niños del barrio.
Poco después de la medianoche, las luces, la música y las campanas anuncian la llegada del trineo y del hombre de la barba blanca.
En medio de la expectación de los pequeños asoma en el techo de la casa de la familia y desde allí empieza a repartir dulces y juguetes.
La fiesta es el resultado de una larga tradición empujada por Irma. Empezó a festejar el nacimiento de Jesús a finales de la década de los ochenta con un grupo de vecinos.
En aquel entonces cerraban el pasaje y tiraban la casa por la ventana. Cuando sus vecinos se mudaron del sector, comenzó a hacerse cargo por sí sola de la fiesta.
Cada año junta todos los pesos que tiene en una alcancía y al terminar el año compra dulces y regalos para los niños menores de diez años. Hasta el año pasado uno de sus yernos era el encargado de personificar a Papá Noel. Esta vez será el turno de uno de sus nietos. Todo se hace con extremo cuidado. No quieren matar la ilusión de nadie.
"Me gusta mucho hacer esto. Voy a seguir hasta que me muera... me queda poco", dice, entre risas, la mujer de 82 años.
Su hija Nancy agrega que "ella siempre ha buscado que la gente lo pase bien. Se preocupa mucho y no espera que le den nada a cambio. Para un 18 de septiembre hizo más de 200 empanadas y las repartió a la gente. Ella es así".
"Los vecinos nos preguntan todos los años y nosotros les decimos que sí. Esta tradición no la queremos acabar nunca", añade. J