Tito Díaz, como lo conoce la mayor parte de sus compañeros, es uno de los colectiveros más antiguos y conocidos de San Antonio,
Este hombre, de 51 años, trabaja desde mayo de 1985 en colectivos, tiempo en el que ha acumulado más historias que Ricardo Arjona. "Empecé cuando el litro de bencina valía 10 pesos y se cargaba ahí a la entrada del puente de Llolleo, donde estaba la Esso. Pero hay otros que son más antiguos que yo", explica Héctor con humor.
Entre las experiencias más importantes que le ha tocado vivir en estos 30 años de oficio, tiene algunas especiales. "Casi he sido padrino varias veces. En algunas oportunidades las guaguas casi nacieron en el auto. Estuve a punto de hacer de médico", relata con gracia este padre de tres hijos.
al hospital
"La primera vez fue bajando por José Miguel Carrera, en Llolleo. Lo único que le decía a la señora era que cerrara las piernas para que no se le fuera a arrancar la guagua; yo le decía que era muy cabrito para ser padrino y corrí para el hospital", cuenta don Tito entre risas.
"Hay una niña que tiene la edad de mi hija y me saluda, porque la mamá siempre le dijo que volé con ella al hospital. Esa fue la segunda vez, en Villa Italia, y la señora también estaba a punto de parir. La lola tiene como 23 años", recuerda emocionado.
"También he servido de sicólogo con gente que se sube llorando al auto. Hay gente que cuenta toda la vida, como que necesita conversar y también he arreglado parejas que todavía están juntas. Ellos se acuerdan y me saludan, es bien bonito", agrega.
"Mi pega me aburre a veces, pero me gusta salir a trabajar, llevar gente, conversar con ellos, aunque haya gente que no responda, hay otra que sí", comenta.
Lo malo
Pero no todo es bonito en la vida del colectivero. Don Tito dice que una de las cosas más difíciles es la inseguridad que sufre su gremio, no solo por el riesgo de accidente, sino por los asaltos.
"En el año 93 a mí me asaltaron por primera vez. Me pusieron un cuchillo de unos 30 centímetros en el cuello y quedé con vértigo y todo eso. Casi me hice pipí del susto, es tremendo", recuerda ahora con humor. Sin embargo, este ánimo cambia bruscamente al relatar el asalto del que fue víctima su hijo mayor hace cuatro meses.
"El 6 de agosto asaltaron a mi hijo, lo tomaron en Luis González hacia el Cementerio. Le pusieron doce puñaladas", detalla con temor e impotencia en la voz. "Gracias a Dios que no fueron profundas las puñaladas. No le robaron el celular, lo bajaron en una bomba y me llamó. Nos fuimos volando al hospital y se me desvaneció, pero ya está bien".
"Mi hijo recibió doce puñaladas, se llevaron el auto y todavía ni siquiera lo citan a declarar, aunque hay antecedentes y eso es bien injusto", reflexiona con el semblante sombrío.
Familia
Don Tito es un hombre agradecido de su trabajo, pero sobre todo de su familia. "Soy un hombre felizmente casado. Ahora el 29 (mañana) cumplo 29 años de casado con mi señora Berta, con quien tengo tres hijos", dice con evidente orgullo.
"Capaz que haya conocido a mi señora en el camino -bromea- y la Fabiolita, que es el conchito, salió de un paseo también en un colectivo. Fuimos al sur y salió esa chiquita", señala entre risas. J
Aunque lleva 30 años en el Sindicato Mar Azul, jamás quiso ser dirigente, hasta que "el 2014 me convencieron. Al principio es difícil y yo no quería, pero somos amigos con Paul y él me dijo que me quería a su lado porque íbamos a trabajar juntos. Al principio le dije que no, pero después me convenció porque le tengo cariño al sindicato y hemos hecho varias cosas", explicó contento.