Isabel y "Marlencita" son las encargadas de ponerle el pino a la cocina de "Los puchos lacios"
Johana Marlén Jerez tenía 16 años cuando el amor golpeó las puertas de su corazón. ¿El afortunado? Luis Allende. Un hombre de 31 años, que era vecino de esta joven.
"A los 17 años me casé con él. A los 19 tuve mi primer y único hijo y aquí estamos, felices de la vida con mi esposo, gracias al favor de Dios", cuenta "Marlencita", como es conocida popularmente Johana.
Hoy esta mujer tiene 39 años y junto a su cuñada, Isabel Allende, son las encargadas de cocinar los platos del Círculo de Carabineros, más conocido como "Los puchos lacios", ubicado en avenida Providencia y que está bajo la administración de Luis Allende.
Allí "Marlencita" e Isabel pasan todos los días cocinando para los cientos de comensales que llegan, principalmente, a almorzar a este concurrido lugar.
Isabel es la primera en llegar. A eso de las 9 de la mañana comienza a pelar papas, picar la carne, trozar los pollos y partir el zapallo para los principales platos.
"La única receta es cocinar con amor. No hay otra. A veces ni si quiera me queda tiempo para probar los platos, porque mucha gente viene almorzar acá y se llena todo el comedor", manifiesta Allende mientras se toma un descanso, luego de una agotadora jornada dominical.
"Al fin un descansito. Es que vino mucha gente hoy. Todos los domingos el comedor se llena y hoy (el pasado domingo) estuvo lleno", agrega.
Isabel hace 19 años que es la cocinera del lugar. Su padre, Luis Allende, fue el concesionario del casino del Círculo de Carabineros por varios años y luego lo sucedió su hermano que lleva el mismo nombre y que está casado con Jerez.
"A mi papá se le fue la cocinera y mientras buscaban una, me dijo si lo podía ayudar, mientras aparecía una cocinera", agrega.
Lo cierto es que ese remplazo se ha extendido hasta el día de hoy y ese paseo que realizó desde Santiago a San Antonio se ha prolongado hasta la actualidad. En total 19 años desde que comenzó a cocinar en 1996.
"La verdad es que me carga cocinar", dice riéndose. "Pero el trabajo es el trabajo y hay que hacerlo no más", confiesa.
Para chuparse los dedos
Es uno de los platos típicos de nuestro país. Cebolla, carne, aceituna y huevos hacen la mezcla perfecta cuando van envueltas en una consistente masa para luego ser enviadas al sartén provisto con aceite. La empanada frita es uno de los platos más regalones de los sanantoninos.
Sin embargo, el deleite que puede provocar al momento de engullirla puede contrastar con el dolor estomacal cuando no son bien preparadas.
Isabel todos los fines de semana, junto a su cuñada, amiga y colega de cocina, "Marlencita", prepara afanosamente esta delicia criolla. Hasta 250 unidades pueden vender en un día y más aún cuando es fecha de Semana Santa o 18 de Septiembre. Es que no solo preparan la tradicional empanada frita, sino también de mariscos y de queso.
"El pino lo realizamos durante el día y muy temprano. La cebolla como mínimo se debe hervir por dos horas. Eso te asegura que la empanada no te va a repetir y con eso ya te ganaste a la mitad de los clientes. Pero el verdadero secreto para que quede sabrosa no se lo contamos a nadie", dice entre risas Johana.
Isabel agrega que "lo importante siempre en una cocina es la limpieza. Lavar bien los productos, como es el caso de la lechuga, por ejemplo. Cocer y freír bien las cebollas y las papas y eso es lo que a veces la gente no entiende".
-Muchas veces la demora de los platos se produce porque hay demasiada gente que atender. Eso es lógico, pero al trabajar con productos frescos, me refiero a que todos son cocinados en el momento, uno tiende a demorarse un poco más, sobre todo, con las papas fritas. No le podemos entregar las papas a medio hacer. Son un verdadero calvario cocinarlas, porque demora mucho y la gente las quiere de inmediato.
Responde Johana Jerez: Siempre, pero va a depender de la forma que uno los trate. Siempre tratamos de explicarle lo que pasa y por qué la demora. Pero son pocas las personas que realmente se enojan. Cuando ocurre tratamos de bajarle la tensión. Le ofrecemos un aperitivo o le llevamos más pancito.
-Bien. No somos de discutir mucho. Tenemos un muy buen carácter los dos. Pero el gran secreto que tenemos para llevarnos bien es que los dos somos muy creyentes. Cuando uno discute por A, B o C motivo, y con cualquier persona, me voy a rezar y después llego más tranquila. De hecho cuando comienza el día, lo primero que hago es encomendarme a Dios para que no nos pase nada y todo salga bien.
-Bien. Somos muy coordinadas en lo que hacemos y cuando pasa algo se soluciona altiro. Hay que echarle para adelante, porque los clientes esperan.
-Bien, ya mejor
Era un día completamente normal para Isabel y Johana. Ambas se encontraban trabajando a toda máquina en su santuario gastronómico.
Los platos corrían de acá para allá y mientras unos se iban calentitos a la mesa de los comensales, otros llegaban vacíos desde los comedores.
La hora era punta. El reloj bordeaba las 14.30 horas y los garzones no paraban de llegar con los pedidos a estas dos cocineras.
Isabel tomó una porción de papas para freírlas. Al momento de verterlas en la freidora una llama inmensa se apoderó de la cocina, y del brazo y parte del rostro de esta mujer. De inmediato se cerró el recinto y partieron rumbo al hospital Claudio Vicuña.
"Me quedaron quemaduras en el brazo, pero de la cara me recuperé. Fue un susto muy grande, pero también fue culpa mía. Las papas no estaban bien estiladas del agua y cuando las eché al sartén apareció la llama. El aceite con el agua no juntan y eso fue lo que pasó. Pero ya estoy bien", dijo.
Ambas mujeres trabajan todo el año y solo descansan para la Navidad y el Año Nuevo. Ellas no se quejan. Dicen que están acostumbradas.
"Es que aparte todo esto es bien familiar y lo pasamos bien todos juntos acá", culmina la "Marlencita" junto a Isabel. J