La "abuelita Elsa" y Vicente Huidobro, el poeta, esperan por su reencuentro en Cartagena
Vicente Huidobro, el poeta, vestido con su manta castilla, lleva en su cabeza un sombrero negro. María Elsa Gana Tobar, quien por años ha trabajado en el fundo familiar del poeta en Cartagena, camina delante suyo, a unos dos metros de distancia. Huidobro se preocupa personalmente noche a noche de cuidarla, cuando María Elsa llega cansada desde su trabajo como ayudante de cocina en la banquetería de su madre.
Una vez que cruza la puerta del fundo, y camina hacia la casa que le corresponde como inquilinos a su familia, el escritor le sigue sus pasos arriba de un caballo. Cuando la protegida llega a su destino, Huidobro, su manta castilla, su sombrero negro y su hermoso caballo, toman rumbo desconocido.
Los padres de María Elsa habían llegado en 1953 al fundo de la familia Huidobro. Venían desde Santiago, exactamente de calle Huérfanos, pleno centro de la capital. María Tobar, madre de Elsa, llegó a trabajar junto a su marido Domingo Gana al mencionado fundo como inquilinos.
Cinco años antes del arribo de los Gana Tobar, el poeta Vicente Huidobro había fallecido en su hogar, tras sufrir un derrame cerebral que no le dejó muchas opciones de recuperarse. Tenía 54 años de edad. Justamente este sábado 2 de enero, se cumplirán 68 años del fallecimiento de uno de los grandes de la literatura chilena.
María Elsa vivió durante varios años con el recuerdo fresco de Huidobro. Escuchaba casi todos los días historias del poeta. Que disfrutaba de estar en Cartagena, porque ahí podía andar tranquilo a caballo. O que durante su corta estadía en el fundo (llegó en 1946), pudo disfrutar de la calma que su vida llena de viajes le había postergado.
No extrañó entonces que antes de encontrar el descanso eterno, el artista exigiera ser enterrado en una colina cartagenina, mirando de frente al mar.
sin miedo al cambio
María Elsa Gana Tobar, la protegida por Vicente Huidobro, nació el 23 de junio de 1921 en Santiago. Su infancia la pasó internada en la Protectora de la Infancia, ya que su madre María Tobar tenía que trabajar. Una vez que cumplió los 18 años, no tuvo más opciones. Como su madre tenía una banquetería, comenzó a realizar labores como ayudante de cocina.
El cambio familiar al fundo Huidobro no fue tan dramático para María Elsa, ya que su paso por el internado la habían hecho una mujer fuerte, que no iba a tener inconvenientes para adaptarse.
Además, en 1953, con 32 años cumplidos, ya tenía un matrimonio a cuestas. Tuvo cinco hijos producto de aquella relación, los que se quedaron en Santiago cuando decidió buscar un giro total a su vida.
Los Gana Tobar alcanzaron a trabajar 15 años en el fundo donde vivió sus últimos días Huidobro. Mientras Domingo Gana realizó las labores de inquilino, María Tobar junto a su hija María Elsa siguieron adelante con la banquetera que ya funcionaba años antes con eventos en la capital.
la querida "abuelita"
Una vez que se adaptó a la vida cartagenina, el amor volvió a golpear el corazón de María Elsa. Conoció al cantante Juan Fernando Sánchez, conocido como "El Tenor de las Madres", quien tenía bastantes seguidores en Cartagena, y con quien tuvo tres hijos más: Luisa, Fernando y Marisol.
Tras dejar atrás la labor en el fundo Huidobro, los Gana Tobar se trasladaron por otro buen tiempo al fundo Colchagua. Pero María Elsa ya estaba comenzando a proyectarse con su nueva pareja, y se fue a vivir junto a su familia a la población Caupolicán 3.
Dejó de trabajar en la banquetería junto a su madre para realizar el oficio de costurera. Viviendo en Cartagena, comenzó a acercarse a la Parroquia Virgen Medianera. Allí se hizo conocida como la "abuelita Elsa", donde comenzó a destacar de forma espontánea por su nobleza y bondad con el prójimo.
En dicha parroquia tuvo la oportunidad de dirigir por más de 20 años la catequesis que preparó a varias generaciones de cartageninas y cartageninos en su camino hacia la realización de la ceremonia de primera comunión.
Según su familia, fueron los años más felices para la "abuelita Elsa". Su lazo con la parroquia cartagenina fue muy fuerte. Ella, como mujer de mucha fe, siempre se entregó en alma y espíritu a su labor en la catequesis.
Después de casarse con sus dos primeros maridos, María Elsa volvió a emparejarse en otras cuatro oportunidades. Todos sus cónyuges tuvieron finalmente un denominador común: murieron mientras estaban con ella. En total, sumó seis viudos a los que literalmente "mandó al hoyo", cuenta su hija entre risas.
Sus ocho hijos le regalaron 30 nietos, y a sus vez ellos la hicieron bisabuela de 24 pequeños. Una vez que dejó de liderar la catequesis en la Parroquia de la Virgen Medianera, se involucró con el Club de Adultos Mayores. Entremedio mantenía su oficio de costurera, atendiendo los requerimientos de la comunidad cartagenina, que confiaba a ciegas en el detallado trabajo de la "abuelita Elsa".
Fue en el 2014 cuando una neumonía complicó la salud de María Elsa. Los fuertes síntomas la obligaron a cuidarse, y las salidas desde su hogar en la población Caupolicán 3 se limitaron. Ya tenía 93 años, y recuperarse iba a ser complicado.
Cada vez que sus nietos o bisnietos iban a visitarla, con su memoria privilegiada recordaba sus años en el fundo de la familia Huidobro. Más de alguna vez les contó la historia de este poeta llamado Vicente que todas las noches la esperaba con su mirada protectora, y que caballerosamente la acompañaba arriba de su corcel hasta que llegara a su casa de inquilinos. Nunca pudo olvidar aquellos encuentros que los más pequeños, con sus miradas incrédulas mientras escuchaban su relato, le rebatían que solamente se trataba de un sueño.
Mismo sueño que la madrugada del pasado domingo comenzaría a extinguirse como una vela que está llegando a su final. A sus 94 años, exactamente a las 00.30 horas del 27 diciembre, la "abuelita Elsa" falleció producto de la neumonía que padecía. Los familiares que la acompañaron durante su agonía la despidieron de forma tranquila.
Su cuerpo descansa ahora en el cementerio Parroquial de Cartagena, a la espera que alguna noche, Vicente Huidobro, el poeta, llegue a su reencuentro para cuidarla vestido con su manta castilla y su elegante sombrero negro. J