La diseñadora de alta costura que le pone glamour a San Antonio
Marcia Pérez pasó de su trabajo administrativo al mundo de la moda. Siempre le gustó, pero varias cosas influyeron para que comenzara a explotar su talento. Hoy es reconocida como una de las mejores de la zona.
Marcia Pérez ha confeccionado cientos de vestidos de novia a lo largo de su carrera en el mundo de la moda, pero nunca ha usado uno. Muchos no creían que fuera de San Antonio, incluso la recomendaban diciendo que era de Viña del Mar. No había mucha fe al principio, pero ahora es considerada por muchas jóvenes recién casadas como la piedra fundamental para un matrimonio. Esta es la historia de -quien para muchos- es la única modista de alta costura de la zona.
Los atuendos para el casorio son los que más la han hecho notar hasta ahora, pero claramente no es lo único. Dedica gran parte de su día a las telas y a las costuras. Es lo que le gusta y se nota. Es buena y lo sabe.
También confecciona ternos, ambos, abrigos y de un cuanto hay para lucir elegante, fino y único, pues esa última es una de sus principales características: nada se repite, todo es original para el cliente.
"Esto no es como hacer un buzo donde cortas las piezas y las unes. No trabajo con tallas sino que con cuerpos para que la prenda quede bien", explica.
Recuerda que de niña se entretenía diseñando ropa y muebles para sus juguetes, pero nunca se tomó en serio su talento. Lo descubrió años más adelante.
Aún siendo una adolescente, una amiga le prestó una máquina de coser y comenzó a usarla como si hubiese sido suya de toda la vida.
Ella era Pilar San Martín, "una gran amiga", como reconoce Marcia, quien le fue dando pequeños tips para ir explotando sus habilidades cada vez más notorias.
A los diecinueve años se casó. Confiesa que tenía dos opciones: seguir los estudios en la universidad o el matrimonio y optó por esto último. Su suegra también era una avezada costurera y con ella siguió aprendiendo.
"Miraba lo que estaba haciendo y siempre le estaba pidiendo si podía hacer algo para ayudarla, a hilvanar, alguna cosita así aunque fuera pequeño", rememora.
Cuando tenía cerca de 20 años se compró su primera máquina de coser y con ella decidió a practicar más seguido, pero básicamente como un hobbie. Marcia se reconoce como una mujer muy activa y por lo mismo le gusta mantenerse ocupada.
Trabajaba como contadora en la empresa Coresa, en San Juan, cuando quedó embarazada de su primer hijo. El pequeño nació sin problemas, pero al poco tiempo comenzaron a detectarle todos los síntomas de una fibrosis quística, una enfermedad que hace al cuerpo producir un líquido mucoso que se acumula en los pulmones y el páncreas, lo que muchas veces tiene un resultado mortal.
Después de algunos exámenes, se descartó ese temido mal, pero Marcia tuvo que dejar su empleo para quedarse en casa cuidando de la salud de su retoño.
"Como con un sueldo se hace difícil, empecé a trabajar un poco con la máquina que me había comprado. Cosas de amigos, unas bastas, cosas pequeñas para sumar un poco más de plata y ayudar a mi esposa", contó.
La modista no recuerda bien las fechas, pero cerca del terremoto del 2010 ya había tenido su segundo hijo y se había separado de su marido después de 11 años de matrimonio. Consiguió un nuevo empleo y se decidió por estudiar eso que tanto le gustaba. Se matriculó en el Duoc de Viña del Mar y aprobó con buenos resultados.
"No fue fácil, tenía que trabajar, ser mamá y viajar de arriba para abajo, pero en las horas de laboratorio, cuando tenía que ponerme a hacer las cosas me encantaba y me iba muy bien", agrega.
En 2011 decidió abrir su propio emprendimiento: "Addiction Douce" (en francés, dulce adicción). Antes había tenido un negocio en Llolleo. A pesar de la buena clientela decidió cerrarlo y armar su taller en su casa de en Las Colinas del Mar, en la parte alta de Barrancas.
"En un primer momento tenía más clientes de Valparaíso y de Santiago. Como que la gente no creía que una persona de San Antonio era la que hacía este tipo de cosas. No sé si pensaban que uno era más irresponsable o qué, pero después me fui dando a conocer y todo eso quedó atrás".
Marcia resalta que una de sus mejores cualidades como diseñadora de vestuario es que confecciona prendas únicas. "De todos los vestidos de novia que he hecho hasta ahora, ninguno ha sido igual al anterior", sentencia.
Dice que su atención es personalizada y centrada en los detalles, pues la alta costura requiere de ello.
"En el caso de los vestidos de novia me encargo de que queden perfectos. Que calcen bien y que las muchachas queden lo mejor posible. Las últimas medidas las tomo por ejemplo pocos días antes y recién ahí pongo los cierres. Además, yo voy a vestir a las novias. Ellas me dicen qué día es su ceremonia y dónde y voy a vestirlas, porque así uno se asegura que les queden bien, que no estén corridos. Recién ahí termina mi servicio", explica.
Dos anécdotas para terminar. Cuando Marcia contrajo matrimonio no usó vestido de novia. Ella es agnóstica, por lo tanto, no se casó por la Iglesia. Una ironía
Recuerda, entre risas, que su primera clienta bajo la marca Addiction Douce recomendó su emprendimiento, pero no quiso decir que era de San Antonio. Inventó que venía llegando a la zona. La mujer pensaba que ser de la comuna puerto le quitaba seriedad a su dedicada creación. Sin embargo, con trabajo y pensamiento positivo, dos cosas que para ella son la clave para mantenerse joven, ha logrado hacerse un nombre en la alta costura. Si requiere de sus servicios la puede ubicar al correo addictiondouce@gmail.com