Tour del terror
En un remoto paraje mexicano rodeado de canales, un ermitaño erigió un bizarro museo al aire libre, rodeado de viejos juguetes que cuelgan de los árboles.
Lago de esqueletos
El lago glacial Roopkund, en el Himalaya, está
rodeado de esqueletos humanos de 200 o 300 familias. Se estima que murieron en una tormenta de granizo hace siglos.
Muchas serpientes
En la Isla de Queimada Grande, en Brasil, habita un enjambre de serpientes venenosas y mortales. Es hogar de unas 4.000 'puntas de lanzas de oro', una por metro cuadrado.
En el templo Karni Mata,
en India, viven unas
20 mil ratas negras que deambulan libremente. Se las considera sagradas.
Puerta al infierno
En Turkmenistán, se halla un gigantesco cráter ardiente, en llamas desde los años '70, luego de que colapsara un yacimiento de gas natural. Tiene unos 30 metros de profundidad.
No todos los destinos turísticos son paradisíacas playas o excitantes ciudades. Algunos rayan más en lo bizarro, lo siniestro o lo lisa y llanamente aterrador. Es el caso de la tenebrosa Isla de las Muñecas, en la zona de Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, un islote rodeado de canales y donde, en los árboles y cercas, cuelgan... decenas de muñecas.
Ubicada en la delegación de Xochimilco -una de las 16 vicealcaldías de la gigantesca capital mexicana-, la Isla de las Muñecas se encuentra en medio de una zona lacustre de bellísimos paisajes, muy visitados por turistas y locales, quienes suelen pasear a través de sus canales, que rodean los agrestes islotes del sector, muchos de ellos deshabitados.
Estas islas son conocidas como chinampas y fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1987. Pero una de las chinampas produce cierto escalofrío en el espinazo de quienes llegan a sus costas.
A poco de acercarse a tierra, se pueden apreciar cientos de muñecas, cabezos, torsos y extremidades de viejos juguetes desmembrados, decapitados o descoloridos por el paso del tiempo, que cuelgan de las ramas de árboles, arbustos y cañas.
El autor de este escalofriante museo al aire libro fue Julián Santa Ana, un mexicano que durante medio siglo fue dueño de la chinampa, hasta que falleció en 2001.
Cuenta la leyenda que Santa Ana, víctima de una irremediable pena de amor luego de que una novia lo abandonara por otro hombre, se traslado a la zona de los canales de Xochimilco para vivir una existencia de ermitaño en su pequeña isla.
Además de cultivas hortalizas y cereales que vendía en el mercado de la ciudad, Santa Ana desarrolló una afición por coleccionar y colgar muñecas por toda su chinampa. Los locales se daban cuenta de que, al volver del mercado, el ermitaño recogía viejas muñecas de la basura y se las llevaba de vuelta a su isla. Luego, aparecían adornando el lugar.
UN ESPÍRITU
Nunca se supo con certeza por qué don Julián colgaba las muñecas. Pero su sobrino Anastasio Santa Ana revelaría años después que su tío le había contado que, por la época en que él había llegado a la chinampa, una joven se ahogó en la orilla y desde entonces se oían voces y llantos de mujer. Santa Ana habría decidido rodearse de muñecas para, de alguna forma, protegerse de esta presencia sobrenatural.
Como muchos espacios similares, la Isla de las Muñeca ha generado cierta devoción popular, en especial una de las muñecas, la favorita de don Julián, a quien los visitantes piden favores y realizan ofrendas, pues la consideran milagrosa. Se la conoce como 'La moneca', aunque fue bautizada Agustinita, porque fue hallada un 28 de agosto, el Día de San Agustín.
Entre sus viejas historias, don Julián relataba a su sobrino que algún día una sirena iría a buscarlo. Años después, caería muerto de un infarto en la orilla del canal, justo donde anunciaba la llegada de esta enigmática mujer.
LUGAR TURíSTICO
Sebastián Flores, un cronista de Xochimilco que conoció a Santa Ana, relató que el campesino mantenía una relación estrecha con sus muñecas.
"Me decía que las muñecas lo acompañaban, le platicaban y en ocasiones hasta lo arrullaban para poder dormir", dijo.
Con el paso del tiempo, el ermitaño permitió el paso de los curiosos a su extraño paraíso. Muchos de ellos le llevaban muñecas de regalo.
Tras la muerte de Santa Ana, la Isla de las Muñecas fue remodelada para permitir el acceso de turistas. Incluso se habilitó un meso con los recuerdos de Julián Santa Ana y algunas de sus inseparables muñecas.
La isla está ubicada en la laguna de Teshuilo, a una hora y media de remo desde el embarcadero de Cuemanco, en el sur de la ciudad.
"Pero sin duda el recorrido por el área es mucho más impresionante en las noches de luna llena, porque es una zona donde no hay luz eléctrica y las muñecas colgadas y llenas de animalitos propios de la fauna saliéndoles de la boca, dan cierto terror", indicó el cronista Flores.
VEa: "Turistas"
el templo de las ratas