Los impresionantes recuerdos de un ex rescatista de la Armada
Luis Ramírez participó en decenas de rescates en 25 años al interior de la Armada, institución a la que ingresó cuando tenía 17 años. En enero de este año fue llamado a retiro y en la actualidad trabaja en un restaurante de Cartagena.
Cuando Luis Ramírez ve una nave patrullera de la Armada no puede evitar la nostalgia. Recuerda los muchos años que sirvió a esa institución y las miles de experiencias que le tocó vivir mientras vestía el uniforme de marino.
Ingresó a los 17 años a la Escuela de Grumetes de Talcahuano y salió -o fue llamado a retiro en rigor- el 1 de enero de este año como sargento primero. Tiene recién 42 años.
Fueron 25 años de servicio que partieron a cientos de kilómetros de distancia, pero que terminaron en las costas de San Antonio, donde Luis se desempeñó desde 2011 como rescatista de la Capitanía de Puerto.
Pero vamos por parte. El amor de Luis por los barcos nació en su natal Playa Ancha.
Cuando era solo un niño frecuentaba ir con su padre a mirar cómo zarpaba la escuadra de la marina desde Valparaíso. Siempre le llamó la atención, por eso no dudó en convertirse en uno más de la institución e ingresó feliz cuando tenía solo 17 años.
Una vida en la armada
Siempre aplicado y riguroso, tuvo éxito al interior de la Armada y se especializó en Cuidado del Litoral. Es decir, era parte de los hombres encargados de mantener la seguridad de las costas chilenas. En específico, era la persona a cargo de que la embarcación navegara de forma segura y experta.
Para eso y para mejorar cada día fue enviado a decenas de cursos a distintas partes del mundo, pero no en barco, sino en avión.
"Anduve por Estados Unidos, Argentina y Brasil, por ejemplo. Tengo muy buenos recuerdos de los hermanos argentinos. Mantengo buenas relaciones con ellos hasta el día de hoy. En ese país tuve mi último curso de control de tráfico marino", cuenta.
Luis revela cosas que son desconocidas para la mayoría de las personas. Cuenta que después del atentado a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre del 2001, no solo cambió el sistema de seguridad de las aeronaves, sino que también para las embarcaciones marinas.
"También hay barcos piratas que podrían entrar a un puerto y hacer algún daño", asegura. Es por eso que a través de modernos equipos con señal satelital se pueden detectar desde lejos las características y la nacionalidad de un buque.
En san antonio
Pero en las playas del Litoral de los Poeta no se corren ese tipo de riesgos, por el contrario, el principal peligro lo corren los propios bañistas con su actitud irresponsable.
"La gente no respeta el mar. Piensan que se trata de una piscina gigante y que es llegar y meterse", sentencia Ramírez y, entre risas, recuerda el primer rescate que tuvo que atender cuando llegó en 2011 a la Capitanía de Puerto de San Antonio.
"Sacamos a la persona del agua. Vimos que estaba bien, que no le había pasado nada. Le entregamos el parte y nos fuimos. A los minutos después nos avisaron que estaba nuevamente ahogándose la misma persona".
Ese bañista corrió con buena suerte. Lamentablemente otros no. En 2008, y mientras trabajaba en Valparaíso, a Luis le tocó ser parte del equipo que hacía los cálculos para determinar la ubicación de un bote jibiero que se perdió frente a las costas de San Antonio con cuatro pescadores a bordo. A pesar de los esfuerzos, la nave nunca fue hallada. Tampoco quienes iban en ella.
Las tragedias
El marino en retiro asegura que no le gusta recordar los hechos trágicos, pues le traen malos recuerdos. Sin embargo se atreve a narrar uno de los sucesos más espeluznantes que le tocó vivir al servicio de la Armada cuando fue parte del grupo responsable de la búsqueda de la pequeña Francisca Silva, una niña de siete años que fue golpeada, violada y asesinada en Valparaíso.
"El hombre la había echado adentro de un bolso y la tiró al mar, en la playa Las Torpederas de Valparaíso", recuerda.
La menor había sido atacada por su vecino, un hombre de 37 años, días antes que su cuerpo apareciera en el mar. El caso impactó a la opinión pública. Hubo inclusos quienes pidieron pena de muerte para el inculpado a pesar de que esta se encuentra abolida en Chile.
"Eso fue muy fuerte", confiesa.
-¿Cómo lo hace internamente para sobreponerse a estas tragedias?
-Al principio es fuerte. Es muy chocante, pero después es algo del trabajo. Nos enseñan y nos entrenan para eso también, pero no me gusta recordar esas cosas malas. Lo bueno, lo que más destaco, es que me ha tocado rescatar a más gente viva.
Entre esos afortunados están los 14 tripulantes del Ocean Breeze, quienes fueron salvados ilesos la mañana del viernes 17 de agosto del 2012 luego del naufragio del buque frente a la playa de Llolleo.
"Me tocó ir a sacar fotos al faro Panul. Yo también era el encargado de sacar fotos en estas situaciones y después nos fuimos ver las condiciones en que estaban las personas rescatadas. Estaban todos muy choqueados, sobre todo el capitán".
empezar de nuevo
Una de sus últimas pegas fue estar a cargo de las concesiones marítimas. En ese puesto conoció a Juan Carlos Gallegos, un empresario cartagenino también retirado de la Armada, quien le dio la oportunidad de comenzar otra vez. Actualmente, Luis Ramírez es su mano derecha en el restaurante Mar y Sol de la Terraza de la Playa Chica. "Estoy muy contento trabajando acá. Nos fuimos conociendo en el trabajo y estoy muy agradecido de la oportunidad", dice el hombre, quien al menos tiene el consuelo de trabajar cerca de aquello que tanto quiere: el mar.