Familiares del "Cachulo" Cerda llevan el golf en la sangre
Gabriel Barraza y dos de sus tres hijos han conseguido una serie de premios en la disciplina en que Francisco Cerda, tío de este padre de familia, brilló a nivel mundial. Pero ojo, esta dinastía de deportistas llegaría a su fin.
Gabriel Barraza hace un par de semanas cumplió medio siglo de vida y recuerda con emoción uno de los episodios más lindos que atesora como padre junto a Nicolás, uno de sus hijos.
"El Gabo", como le dice su esposa Isabel Abarca, hace 37 años que se desempeña como caddy de primera en el club de Golf Rocas de Santo Domingo.
Allí partió trabajando a los 13 años y al poco tiempo aprendió a jugar golf, deporte que hoy desempeña con experticia. Dos de sus tres hijos también empezaron de niños en este deporte.
"Esteban fue al que primero lleve al club, porque es el más grande de los tres. Tenía 12 años en esa época", relata junto a su retoño, hoy de 26 años, profesor de Educación Física, caddy de primera, jugador de golf, con un handicap 3, y profesor de la disciplina.
"A los chiquillos de chicos que les he enseñado a jugar golf y también el tema de los caddy y de cómo deben comportarse. Además de acompañar al jugador de golf y llevarle los palos, en algún momento tendrán que aconsejarlo, entregarle información importante. Les enseñé que deben limpiar los palos cada vez que el golfista le pega y muchas otras cosas, como las técnicas para jugar", describe.
Eso fue lo que le enseñó a su primer hijo. "Incluso con el Esteban hemos ganado campeonatos de golf para caddy jugando en parejas. Si es bueno este cabro", dice mirándolo en el comedor de su casa, ubicada la calle Peumo, parcela número 2, en la comuna de Santo Domingo.
Luego fue el turno de Nicolás. "El Nico ya sabía jugar más que el Esteban cuando entró y ya sabía cómo desempeñarse como caddy. Pero el Nico es bueno, bueno para el golf", recalca. "Incluso estuvo entrenado en el semillero que tiene la Federación de Golf", relata con orgullo.
"Entrenaba en Las Rocas y luego jugaba dos torneos por mes. Yo lo acompañé muchas veces. El nivel que tiene Nicolás es muy alto. Una vez ganó un campeonato. Fue muy especial, porque yo fui quien le enseñó a jugar y en ese campeonato fui su caddy", recuerda.
Fue precisamente en ese certamen, disputado en el 2011, en donde Nicolás Barraza, hoy de 24 años e ingeniero civil industrial, le mostró a su padre todo el talento que posee para esta disciplina al lograr el primer puesto en la categoría varones juvenil, en el Club de Golf de Rocas de Santo Domingo.
"Si el Nico se hubiese dedicado al 100% estaría muy arriba. Pero por asuntos de estudios él no pudo seguir jugando y entrenando más tiempo. El tema económico es muy complicado también. No es barato el golf. Yo he visto en todos estos años de carrera que llevo, buenos cabros, pero este deporte es caro. Aparte del equipo para ir a un campeonato o para moverte dentro del circuito, necesitas tus lucas", se resigna.
Talento genuino
Gabriel Barraza Cerda es sobrino del "Cachulo" Cerda. La leyenda del golf nacional, Francisco Cerda, tenía un talento indiscutido a la hora de tomar un palo de golf.
"Cachulo", como le decían en el circuito, jugó 18 copas del mundo y por 20 años fue número uno del país. Ganó 17 veces el Abierto de Golf de Santo Domingo y en 10 ocasiones el de Chile. A nivel internacional su mejor resultado lo obtuvo en el mundial de Argentina realizado en 1970.
"Yo creo que la cosa es de sangre. Yo veía jugar a mi tío y era impresionante. Se conocía como la palma de su mano la cancha del Club de Golf y cuando recién empecé en esto yo decía: 'si mi tío pudo, por qué yo no'", se preguntaba por aquel entonces.
Por esa época, a mediado de los 70, Barraza comenzó a trabajar en el Club de Golf Rocas de Santo Domingo. "Llegué porque un amigo me dijo que faltaba gente. Yo he trabajado en hartas cosas. Siempre me ha gustado trabajar".
Ahí comenzó en la cancha de práctica. "Tenía que ir a buscar las pelotas que tiraban los socios. Así partíamos antes los caddy. Después de unos meses ascendías. Pero ahora es distinto. Los caddy de primera salen con los nuevos y les enseñan. Les muestran la cancha. Llevan los palos y les van explicando que hay ciertas marcas que indican la distancia que hay entre un hoyo y otro, los tipos de palos y que cada palo tiene cierta función", describe.
-¿Trabaja todos los fines de semana, entonces?
-Sí. Vamos con el Esteban. Es lo que esperamos durante toda la semana.
El padre le da un pase a su hijo Esteban en la conversación. "Para nosotros es sagrado. Es que esto es muy entretenido. Cuando a uno le gusta lo pasa bien. Esto para mí es como un hobby, porque lo pasó excelente, aprendo mucho y además me pagan. ¡Qué mejor!"
Gabriel y sus hijos son reconocidos en el mundo de los caddy a nivel local. Ellos junto a otros colegas formaron un grupito, como describe el padre de esta familia, "y viajamos a cada torneo de golf que hay para los caddy. Incluso hemos ganado hartos premios", comenta apoyado en la mesa que sostiene una veintena de trofeos que han conseguido él y sus hijos.
"Para mí el golf es un deporte maravilloso, pero hay que dedicarle mucho tiempo. Hace un tiempo que estoy realizando clases en el Club de Golf. Y he podido ver cómo a los niños les cuesta al principio, pero una vez que le encontraron la 'maña' le empiezan a tomar el gustito", comenta Esteban, quien espera masificar el deporte a través de un proyecto que envió a la municipalidad de la comuna parque.
"La idea siempre es acercar el deporte a los más chicos. Yo partí en el golf a los 10 años, pero se podría partir antes. Por eso estoy trabajando en un proyecto que acerque el golf a todos los niños de la comuna, a través de clases masivas", adelanta.
-¿Pero igual es un deporte caro?
- Sí. La idea es que los niños lleguen a jugar solamente y no se preocupen de los palos ni de las pelotas.
-¿Cuánto cuesta más o menos el set de palos, Gabriel?
- Uno bueno, de un millón y medio para arriba. Estamos hablando de gente que se dedica a esto.
-¿Y me imagino que usted tiene su equipamiento?
-Sí. Con los chiquillos tenemos, pero son usados. No hay tanto presupuesto para comprarlos nuevos. Uno de a poco se va haciendo de su equipo. Uno a uno comenzamos a comprar los palos.
-¿Y a su hijo menor, Vicente (12), también lo llevará por el mundo del golf?
-Claro. A veces cuando me voy los fines de semanas a trabajar con el Esteban me pide que lo lleve. Lo he llevado un par de veces, pero le falta edad. Ya el próximo año empezará como caddy.
-¿Pero me imagino que ya sabe?
-Sí. Ya sabe la pega del caddy y en el golf también juega harto. Ahí están las fichas de la familia.
-Vicente, ¿qué tal con el golf?, ¿te gusta?
-Es muy entretenido, claro que me gusta. Me gusta mucho practicarlo. Y uno de mis sueños es jugar con mi papá. Mis dos hermanos ya han jugado y yo también quiero hacerlo con él más adelante. Ojalá se pueda cumplir este sueño.
-¿Y qué otro sueño tienes?
-A mí me gusta harto el golf, pero me encantaría ser futbolista. Me gusta más la pelota.