La sanantonina que "mató" su depresión con la práctica de yoga
Desde que era una niña, Sara Chacón Provoste se ha sentido atraída por desarrollar integralmente su cuerpo, su mente y su alma. Ahora realiza clases de mandala y telar mapuche en su casa.
Una tranquilidad inmensa se siente en la casa de Sara Chacón Provoste. Vive en el cerro Placilla y su hogar está rodeado de árboles. Definitivamente, el lugar es el escenario perfecto para practicar yoga o cualquier actividad que busque engrandecer el alma.
Sara, desde muy joven, ha cultivado su cuerpo, mente y alma. "Yo practicaba yoga cuando era chica. Encontré un libro y empecé a hacer los ejercicios".
Aunque ella no estaba segura de si estaba haciendo los ejercicios correctamente, nunca dejó de ensayar, y con el tiempo la práctica hizo a la maestra.
Ella encontró en la meditación un momento para relajarse y concientizar su cuerpo, sus movimientos, acciones y hasta su respiración. Cerrando sus ojos podía calmar sus temores y encontrar su paz interior.
"Cuando chica me gustaba la música de Ravi Chancar. Prendía incienso y mis hermanas me reclamaban porque no les gustaba el olor. Además era vegetariana", cuenta alegremente.
-¿Tenía algún guía espiritual que la aconsejara?
-No, aprendí yo sola. Antes no se conocían los Krishna ni nada. Fue como una conciencia superior, porque en el momento que fui meditando me di cuenta que me sabía las canciones y todo.
Dictadura
Luego del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, Sara se comenzó a sentir muy nerviosa y preocupada. Ella y sus hermanas militaban en el Partido Comunista (PC) y estaban siendo buscadas por los agentes del nuevo gobierno. "Una de mis hermanas se tuvo que ir a Suiza y otra a México. Por mucho tiempo no las vimos", confiesa con la amargura que también la embargó en aquellos tiempos.
Sólo tenía 22 años y el mismo día del "golpe" le iban a realizar una ceremonia para integrarla formalmente al PC. "Yo iba a recibir mi carnet de la jota (Juventud Comunista). Era militante pero aún no me lo entregaban".
Obviamente, por lo acontecido aquel día no se realizó la ceremonia, ni ella recibió su carnet. "La compañera que nos iba a entregar los carnet fue detenida", agrega.
Toda está situación la tenía muy acongojada. Fue ahí cuando buscó refugio en el yoga y la meditación. "Empecé con una crisis de pánico y el yoga me ayudó a acabar con ella".
Yoga para principiantes
Todos los días practica yoga. Comienza con ejercicios suaves para no lastimar su cuerpo. Lentamente va inhalando y exhalando para hacerse consciente de cada partícula de su cuerpo.
-¿Qué es el yoga?
-Es la unión de la mente con el cuerpo. Es tener conciencia. El yoga tiene 8 fases para llegar a la conciencia suprema. Algunas de estas etapas son la meditación, ver a los demás como un igual y no practicar la violencia.
Sus hermanas nunca quisieron aprender estas técnicas de concentración, pero su madre le ponía más atención. De hecho, tenía una teoría del porqué a Sara le gustaba tanto el yoga.
"Mi mamá me dijo que cuando me estaba esperando escuchó por la radio a una instructora de yoga. La mujer explicaba que la respiración era muy importante y otras cosas más. Quizás ahí me pesqué algo", relata con la alegría que la caracteriza.
A pesar que ya se manejaba en el tema, nunca había asistido a una clase profesional. Hasta que un día, mientras caminaba, vio un cartel. "Entré de inmediato a las clases de yoga para empezar a aprender más. Había una persona que me enseñó los ejercicios y la filosofía".
Trabajó hasta el 2001 como operadora de la Compañía Telefónica. "Estuve 30 años hasta que hubo un despido masivo. Luego de eso mis compañeras me pedían que les hiciera clases de yoga".
-¿Cómo ellas se enteraron que usted hacía yoga?
-Cuando me tocaba turno de noche yo hacía mis ejercicios y se los enseñé a ellas. Después vino una compañera con una amiga a mi casa, y desde ahí comenzó a llegar más gente.
Sin poner un letrero ni hacer publicidad, empezó a hacer clases en diversos lugares. "Después tuve un problema de depresión que no pude controlar bien. Fui a la sicóloga y ella me recomendó hacer clases. Fui mi propia sanadora. Yo he tratado de avanzar de a poco en mi plano espiritual. Todos los días hay que tratar de subir un peldaño más".
Mandalas
Entre los diferentes talleres que Sara impartía se encontraba la pintura de mandalas. "Recién ahora se pusieron de moda", comenta riendo.
Hace más de 10 años su hermano le mandó un libro de mandalas para colorear. Ahí se dio cuenta que pintar esos mosaicos traía tranquilidad y sanación.
-¿Cómo pintan las mandalas en el taller?
-No es pintar por pintar. Nosotros trabajamos con la geometría sagrada. Cada símbolo tiene un significado. Por ejemplo, el triángulo es un elemento de tierra, por lo tanto es de color rojo. La geometría sagrada son energías maestras que ayudan a la sanación más allá de nuestra comprensión, solucionando desajustes. Esta técnica se puede utilizar para la armonía interior o exterior.
"Por ejemplo, si un niño extrovertido pinta una mandala de afuera hacia dentro se vuelve más tranquilo", explica.
-Entonces, ¿cuál es la función de la mandala?
-La función es que al pintar se van sanando diferentes aspectos de la vida de uno. Cuando uno tiene una mandala no se tiene que pensar, sino que sólo tomar un color y pintar.
-¿Los colores muestran algo que está mal en la persona que pinta?
-No, pero dependiendo de los colores se puede saber qué aspectos se deben mejorar o equilibrar.
Sara ha reflexionado sobre su vida y llegó a una conclusión: "creo que sobreviví al horrible momento que viví con mi familia en dictadura gracias a la meditación y el yoga".
El reiki es una práctica espiritual que creó en 1922 un monje budista, y consiste en la utilización de las manos y la energía como fuente de sanación para diversas dolencias.
Sara le realiza esta terapia a sus familiares, amigos y hasta sus animales, sin pedir nada a cambio. "Al principio no me gustaba mucho porque encontré que eran muy caras las clases, pero justo un amigo sabía y me enseñó".
Incluso ha usado esta técnica con ella misma, ya que lamentablemente el año pasado le diagnosticaron un cáncer al cerebro.
"Un día me desmayé en la calle y se dieron cuenta que tenía cáncer. Me operé y luego de ocho meses me dieron el alta. Todo gracias al reiki, porque a nadie le dan el alta tan rápido".
Para solicitar clases de mandala, yoga o telar mapuche se le puede contactar en el 9-91956846.