Pepe Bórquez cuenta cómo nacieron los alguaciles en San Antonio
El octogenario comerciante rememoró aquellos años en que, junto a uno de sus amigos, comenzó a trabajar por la sociedad en plena dictadura. "San Antonio necesitaba un puente entre las personas y Carabineros", recuerda.
José Bórquez Alvarado, el conocido comerciante de las Parrilladas Don Pepe, tiene más historias que Condorito. "Claro, a mis 88 años tengo algo que contar", dice este sanantonino. "Tengo historias buenas y malas", agrega.
"Don Pepe", como es conocido en San Antonio, se define como un hombre feliz, pese a que ha perdido a dos de sus siete hijos, que sus dos grandes penas, como él mismo reconoce.
"Son dolores que uno como padre debe saber lidiar. Imagínese, mi única hija (Blanca Patricia) la perdí cuando ella tenía apenas 16 años. A mi otro hijo (Marco Antonio), hace dos años. Esas son historias malas que a uno no le gustaría nunca contar... hasta que te toca", comenta en su pequeña oficina del local de vidrios Alumsan, perteneciente a uno de sus retoños.
"Dejé las parrilladas hace un tiempo. Primero estuvieron al mando de una persona que vendía pizzas, después entregamos la administración a otro chico y ahora está otro muchacho a cargo. En las parrilladas viví muchas historias y conocí a gente muy buena", asegura con el trato amable que lo caracteriza.
Una de las historias que se siente orgulloso de contar es la del grupo los "Amigos de Carabineros", más tarde renombrado como alguaciles.
"En el año 1986 me llamaron de Carabineros citándome a una reunión con un amigo. Fui con Domingo Floresco a esa cita en la Prefectura de San Antonio", recuerda.
Por esos años, cuenta don Don Pepe, había una gran sensación de inseguridad en la sociedad, además de una tasa "muy alta de delincuencia".
"El problema era que la relación entre Carabineros y la comunidad estaba rota por el tema del gobierno militar. Se necesitaba estrechar los lazos para solucionar esos problemas. Se necesitaba un puente".
Así fue como junto a su amigo Floresco llegó a esta reunión con el prefecto de San Antonio de aquel año, el coronel Julio Quiroz.
En la cita, el uniformado les ofreció integrar "Amigos de Carabineros", un grupo de civiles que ayudaría a mejorar la relación entre la comunidad y Carabineros.
"Dentro de las funciones que teníamos que desempeñar era ayudar en ciertas cosas a Carabineros como, por ejemplo, en la relación con las juntas de vecinos para disminuir la delincuencia y la inseguridad que había por esos años. También íbamos en las noches a ayudar a los que hacían la guardia en las comisarías", detalla.
-¿Cómo se logran contactar con usted?
-Yo con Carabineros tengo una relación muy especial. Mi hija cuando murió iba acompañada por un carabinero. Eran pareja. En las parrilladas siempre compartimos con los carabineros. Venían para hacer sus ceremonias y ya me conocían perfectamente. Por eso fue el llamado de parte de ellos. Ya me conocían.
-¿Sus cercanos no lo criticaron por su acercamiento a Carabineros en un periodo militar?
-No. Algunos me preguntaban de qué se trataba. Pero más que eso no. Todos saben de mi tendencia apolítica.
-Se forma este grupo de "Amigos de Carabineros" y en qué momentos pasaron a ser alguaciles.
-En todo Chile se reunió gente para formar este grupo. Nosotros fuimos los fundadores acá en San Antonio. Luego de unos meses se realizaron varios congresos como en Curicó o Linares. En ese mismo año (1986, a los pocos meses de reunirse, este grupo de ayuda pasó a llamarse Alguaciles.
Bórquez recuerda que en la provincia de San Antonio eran 16 alguaciles en total. Él, incluso, llegó a ser presidente de la institución.
"En muchas reuniones me tocó compartir con el general director de Carabineros, Rodolfo Stange. Fue en el periodo de él cuando se crearon los alguaciles", rememora.
-¿Y sirvió de algo este nexo entre ambas partes?
-Sí, por supuesto. Las juntas de vecinos de aquella época tuvieron más cercanía con Carabineros, que era la idea. Bajó la delincuencia y las cosas mejoraron un poco. No hay que olvidar la época complicada que vivíamos. No eran tiempos fáciles.
-¿Cuántos años perteneció a los alguaciles de la provincia?
-Muchos años. Debieron ser unos 10 más o menos y en cuatro periodos fui presidente de la entidad a nivel local.
-¿Es el más antiguo entonces acá en la provincia?
-Bueno sí, o el más viejo dirán algunos (ríe). Pero son buenos recuerdos.
Cuarteles de invierno
Don Pepe hace memoria en su oficina. Allí este hombre de 88 años pasa gran parte del día en su trabajo.
"Tengo que recibir todo lo que se compra en la vidriería y distribuir el material a los trabajadores. Tengo todo ordenado", relata entre medio de frascos llenos de pernos y clavos separados por tamaños.
"Acá antes estaba todo desordenado. Se perdían cosas y por lo mismo se gastaba más. Así que ordené todo y trato de mantenerlo así para que todo se ocupe como corresponde", recalca.
-¿Le costó dejar las parrilladas? Se lo pregunto porque fueron su trabajo, su esfuerzo y en donde, como usted mismo dijo, pasó memorables momentos.
-Fue difícil dejarlas, pero no hay que desconocer el paso del tiempo. Uno ya no es el mismo. Aquí, en esta oficina, estoy en los cuarteles de invierno. Pasando mis últimos días acá, es lo que me gusta: llego en la mañana, a la hora de almuerzo me voy a mi casa en el auto y vuelvo en la tarde.
-¿Ya dejó entonces esa vida social activa que por muchos años tuvo acá en San Antonio?
-Bueno sí. Se extraña eso. El Rotary Club, donde nos juntábamos algunas personas para ayudar a la gente. Celebrábamos la semana de los niños. Era un gran ambiente que vivíamos varias familias. Además fui cofundador de la Hermandad de la Costa. También tuve que dejarla por mi edad. Por muchos años, cuando mis hijos estudiaban, participé en el Centro de Padres del Dante Parraguez. En los Amigos Zapadores de Tejas Verdes fui fundador y además soy masón acá en la provincia. Se extraña todo eso. Pero los recuerdos y estas fotos alegran mi alma ahora que estoy viejito.
Dice esta última frase mostrando su maletín. Ese que guarda sagradamente, puesto que en él conserva fotografías de sus "mejores tiempos".
"Como te dije en un principio, tras estos 88 años me considero una persona completamente feliz, gracias a Dios. Tengo una familia maravillosa. No le puedo pedir nada más a la vida.
-¿Pese a la muerte de sus dos hijos?
-Pese a la muerte de mis dos hijos.