Raúl Abarca Pailamilla
El domingo Margarita Martínez Zúñiga (54) despertó en su casa, ubicada en la población José Arellano, tal como lo ha hecho todos los días desde aquel fatídico 21 de noviembre de 2014. Con tristeza, un llanto contenido y un dolor que le parte el corazón se levantó de su cama para tomar rumbo a su trabajo.
Era el Día de la Madre y Margarita no tenía nada que celebrar pese a que una de sus hijas ya la había saludado cariñosamente.
La alegría de esta festividad se acabó para ella cuando su hija Grace Soto (33) fue encontrada muerta tras recibir una puñalada cerca del corazón, en la casa que compartía en Cartagena con su pareja, Elizabeth Sandoval, la única acusada del horrendo crimen de esta mujer de 33 años.
"Mi hija en vez de estar conmigo en el Día de la Madre, está en el cementerio, donde la tuve que ir a ver ayer (domingo). Fue terrible", cuenta Margarita, tras el segundo día del juicio oral, que comenzó el viernes y que se desarrolla en el edificio de tribunales de San Antonio. Hoy debiese concluir.
"Siempre voy a verla al cementerio. Yo trabajo en Lo Abarca y ayer (domingo) pedí permiso para ir al cementerio de Cartagena a visitarla", detalla para luego confesar: "ha sido muy difícil todo esto para mí. Yo igual vivo con mis hijas (tres), pero no verla a ella es terrible. Tratamos de ser como antes y no se puede. Ya no queda nada, ni amigos. Todos se fueron", confiesa Margarita al borde de las lágrimas.
La madre de Grace además revela que "estuve con sicólogo y siquiatra, pero no funcionan. Me hace más mal recordarla".
La gran pena de grace
Ayer, en el segundo día del juicio oral, los exámenes realizados por el Servicio Médico Legal confirmaron que Grace Soto no había consumido drogas, como lo había asegurado su pareja Elizabeth en el relato entregado ante los jueces el viernes pasado.
Es por esto que Margarita aseguró que "mi hija no era drogadicta. No consumía pasta base. Mi hija no la golpeaba, era ella quien la golpeaba".
-¿A qué se refiere?
-Mi hija llegaba golpeada a mi casa una vez a la semana. Cuando pasaba esto se venía a mi casa y acá se quedaba una semana para que se le sanaran los moretones y los cortes en las manos.
-¿Era muy habitual que llegara en ese estado?
-Sí. En vacaciones de invierno, de ese mismo año en que murió (2014), llegó (un día) a las tres de la mañana con los ojos morados y la cara hinchada. Me dijo que ella la había golpeado con un hombre, entre los dos le pegaron. No quiso ir ni al hospital ni a Carabineros. Así era la relación.
-¿Y su hija qué le decía?
-Mi hija un día llegó llorando, una semana antes que falleciera, y me confesó que su pareja, como dije en el juicio, era una 'puta que se vendía'. Esa era su gran pena.
-Margarita, ¿qué espera de este juicio que concluye mañana (hoy)?
-Lo único que quiero es justicia por mi hija, que (la acusada) pague lo que tiene que pagar y que se vaya a la cárcel.