Camila Infanta
Con un llamado a sus seguidores a continuar manifestándose en las calles tras lo que consideró un proceso "fraudulento", ayer la ahora suspendida Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, prometió pelear contra la que llamó una injusticia moral más dolorosa que las torturas que padeció en la pasada dictadura militar.
La suspensión se produjo luego de que el Senado, tras una maratónica sesión que comenzó el miércoles en la mañana, votara por 55 votos a favor y 22 en contra el inicio de un juicio político que tardaría hasta seis meses y podría terminar con la destitución definitiva del cargo.
Rousseff, ante una multitud que celebró cada una de sus palabras, prometió usar todos los recursos legales para defenderse del juicio que deberá enfrentar por presuntamente hacer maniobras contables ilegales cuando manejó el presupuesto federal en los años 2014 y 2015.
"Pude haber cometido errores, pero nunca he cometido crímenes", dijo en una alocución que duró 14 minutos y en la que se le quebró la voz a ratos. Esto "es la cosa más brutal que le puede pasar a un ser humano: ser condenado por un crimen que no cometió. No hay justicia más devastadora", agregó.
La decisión del Senado vino después de meses de intensa batalla política en medio de la rabia del pueblo por un enorme escándalo de corrupción en la estatal petrolera Petrobras y una debacle económica, que arrojó al gigante latinoamericano a la incertidumbre política a solo unos meses de la celebración de los Juegos Olímpicos.
Junto con la suspensión del cargo, se dispuso la disolución del gabinete de 27 ministros, lo que fue efectivo durante la tarde.
Algunos minutos después, el vicepresidente de la República, Michel Temer, firmó la notificación oficial de su nuevo cargo: Presidente interino.
El político de 75 años formó su gabinete con personas de nueve partidos de centro y derecha y, por primera vez en décadas, sin ninguna mujer.
Durante la tarde, ya instalado en el palacio de Gobierno y en su primera locución como Presidente (i), Temer propuso un "gobierno de salvación con la participación de partidos políticos, líderes, entidades organizadas y el pueblo brasileño, que colaboren para que podamos salir de esta gran crisis".
Agregó que hay que "acabar con la costumbre de que el gobierno de hoy acaba con todo lo que hizo el gobierno ayer", asegurando que mantendrá programas exitosos.