Karem Pizarro Chacón
Nancy Sandoval tiene 45 años y desde hace cinco se dializa permanentemente en San Antonio.
"Cuando me diagnosticaron la insuficiencia renal en etapa cinco (grave), en mis dos riñones, siempre pensé que me iba a morir. No quería hacerme diálisis, porque no le encontraba sentido", comenta.
Desde ese entonces ha sido intervenida en diversas ocasiones. Tres veces a la semana debe pasar cuatro largas horas sometida a diálisis en una sala donde comparte su misma enfermedad con otros 16 pacientes.
"Yo hacía mucho deporte, pesas y karate, pero de un día para otro empecé a adelgazar y no toleraba ni el agua", cuenta esta residente de la comuna de Cartagena.
Nancy no tiene hijos ni pareja, pero confiesa que su familia, especialmente su madre y sus sobrinas, han sido fundamentales en su contención anímica.
Agrupación
Dice que a través del hospital nunca recibió una asistencia sicológica para aceptar su enfermedad, sin embargo hoy sus ganas de vivir las comparte con otros pacientes que sufren su misma enfermedad, trabajando como secretaria de la Agrupación Provincial de Dializados y Trasplantados de San Antonio.
Desde este cargo dirigencial Nancy busca luchar por mejorar las condiciones en las que viven los dializados gestionando instancias para promover los cuidados para prevenir la enfermedad.
"Después que mi familia conoció acerca de mi enfermedad, todos comenzaron a cuidarse, a comer sano y a dejar la sal", agrega valorando el apoyo que recibe de su núcleo familiar. Además, en su dieta diaria debe evitar las comidas altas en fósforo y potasio.
La vida de Nancy cambió radicalmente. Hasta los 40 años trabajó incansablemente en distintas actividades comerciales en la zona, pero cuando se enfermó no pudo continuar.
Hace cinco años pesaba más de 90 kilos. Hoy, en cambio, no supera los 70.
Las intervenciones para insertarle fístulas (las conexiones que unen una arteria y una vena del antebrazo) también se han transformado en un nuevo dolor, ya que el solo hecho de peinarse se hizo imposible. Por ello tuvo que cortarse el cabello que acostumbraba llevar largo.
Toxinas mortales
La diálisis elimina los productos de desecho y líquidos de la sangre que los riñones no pueden eliminar. También ayuda a mantener el equilibrio en el organismo corrigiendo los niveles de diversas sustancias tóxicas en la sangre.
Sin diálisis, todos los pacientes con insuficiencia renal terminal morirían como consecuencia de la acumulación de toxinas en la sangre.
"Si no me dializo me muero y yo quiero seguir viviendo, por eso sigo en pie, pese a todo el dolor y a los malestares que esto significa", confiesa.
Y es que ella tiene muy claro los riesgos que corre si no recibe sus tres sesiones de diálisis semanal y revela que los cuidados que debe tener son muchos.
"Cuando uno se dializa pierde muchos glóbulos rojos y plaquetas, por eso nosotros vivimos con anemia y tomamos muchos medicamentos, vitaminas y cosas así. Nos bajan mucho las defensas".
¿Cómo es someterse a una sesión de cuatro horas de diálisis?
Esta paciente de dulce y pausada voz detalla que durante todo ese tiempo hay 17 pacientes en una sala sometidos al mismo proceso.
"Cuando llegamos nos sentamos en unos sillones bien cómodos y ahí nos preparan y nos conectan a las máquinas. Durante la primera hora nos dan una colación y las siguientes horas son eternas. Yo, por ejemplo, leo el diario completo como tres veces y escucho música, pero hay ocasiones en que algunos empiezan a acalambrarse, otros se descompensan y es terrible, aunque llamamos a las enfermeras y llegan altiro. Terminamos muy agotados", revela.
"Cuando uno se dializa pierde muchos glóbulos rojos y plaquetas, por eso nosotros vivimos con anemia y tomamos muchos medicamentos",