Diácono cumplió 52 años al servicio de la comunidad de Lo Gallardo
Amador Riquelme Leiva recibió el llamado del Señor mientras participaba en una misión en la parroquia de Llolleo, y decidió llevar el mensaje de Dios a todos los gallardinos.
Tomado del brazo de otra persona y a paso lento, el diácono Máximo Amador Riquelme Leiva (81) caminaba por la entrada de la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, ubicado en la avenida San Juan 2871.
El día estaba radiante, y él reconoció sentirse muy ansioso por el homenaje que se realizaría por sus 52 años de servicio a la comunidad gallardina.
"Soy profeta en mi tierra" , indica con mucho orgullo, pues como se sabe, asegura que esta no es tarea fácil para nadie.
Luego de recorrer el centro de la capilla, toma asiento para hacer descansar a sus rodillas, respirar profundo y relatar su vida con la suave voz que lo caracteriza.
"Yo soy nacido y criado en Lo Gallardo. Me gusta vivir aquí por la tranquilidad y la gente del sector", señala con alegría.
Cuenta que desde muy joven asistía a la iglesia, ayudaba en lo que podía y participaba en las actividades religiosas.
Quizás muchos creyeron que el camino de Amador era ser sacerdote para dedicarle su vida a Dios, pero el amor tocó su puerta con más fuerza, ya que él mismo confiesa que "yo conocí a mi esposa en la iglesia, ella era catequista. A los 25 años de edad me casé con ella".
Él seguía participando en las actividades religiosas junto a su señora, hasta que algo impresionante sucedió.
"De repente en una misión pastoral en la Parroquia de Llolleo sentí el llamado del Señor".
Cuando despertó su vocación hacia el servicio pastoral tenía 29 años. Conversó con su familia y con el sacerdote para profundizar con este llamado.
"Me eligieron para presidir la comunidad y posteriormente, postulé para ser diácono permanente", recuerda como si hubiera sido ayer.
Se le notificó al obispo su interés por dirigir las liturgias, y Amador debió esperar la respuesta para iniciar su proceso formativo que duró cinco años y medio, más un año de discernimiento.
Él estaba casado, pero eso no le impedía dedicarle su vida a Dios, ya que la preparación para ser diácono permanente abarca el campo espiritual, doctrinal, pastoral y de discernimiento vocacional.
"El 21 de mayo de 1963 presidí la comunidad cristiana que nacía en ese momento en Lo Gallardo, y el 17 de diciembre de 1978 monseñor Raúl Silva Henríquez me consagró diácono permanente ", rememora alegre.
Esa ceremonia se efectuó en la Catedral de Melipilla. Desde ese momento, Amador quedó habilitado para realizar el servicio autorizado de la palabra de Dios, la lectura del evangelio, la homilía y asistir al obispo.
"Puedo celebrar matrimonios, bautizos, celebraciones dominicales y colaborar en la parroquia Cristo Rey de Llolleo", afirma.
Además, los sábado y domingo, Amador colaboraba con el sacerdote para celebrar las misas dominicales y bautizar a niños.
La iglesia
La parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se creó gracias a su participación y la de toda la comunidad gallardina, pues con mucho esfuerzo pudieron levantarla de a poco.
"Trabajamos haciendo beneficios por uno y otro lado para levantar esta capilla, con el apoyo y con el testimonio de muchos cristianos. Hicimos hasta bailes, y lo mejor de todo fue que los habitantes ayudaron en todo", aclara.
El terreno fue donado y la parroquia fue tomando forma. "Es bastante sólida, porque ha soportado varios terremotos", agrega.
La capilla es amplia, bien iluminada y muy acogedora, pero lo que más destaca es el Jesús crucificado de madera, el sagrario y la imagen de su patrona.
-¿De dónde salieron estos objetos?
- Los trajimos de la capilla anterior que había entre Lo Gallardo y San Juan. La imagen de la virgen Nuestra Señora del Perpetuo Socorro había sido donada por una familia, y el sagrario tiene muchos años, está viejito y un poco apolillado.
La entrega de este diácono por el sector de Lo Gallardo, lo ha llevado a ser muy conocido y querido. "Toda mi vida he estado aquí. Así que he compartido mucho con la gente. Las personas a pesar que me conocen desde niño, tienen un significativo respeto por mi persona, por la investidura que llevo".
Los habitantes de la zona se acercan a la parroquia para celebrar las liturgias y aprovechar de conversar un poco con él, porque hace un tiempo no puede presidirlas por problemas a la vista.
"Prácticamente estoy anulado en la celebración dominical porque me cuesta mucho leer", cuenta con tristeza.
Sin embargo, acompaña a otros diáconos en las liturgias en el altar. "También hago oración en mi casa, vengo a los grupos que se preparan para recibir los sacramentos y rezo con ellos".
El diácono se acerca a conversar con los asistentes, y ellos le demuestran todo su cariño.
-¿Por qué cree usted que lo quieren tanto?
-A lo mejor porque soy criollo del pueblo o, quizás, porque tengo un proceder aceptable con la gente, pero la verdad es que las personas me quieren mucho (dice humildemente).
Amador sirve a Dios e indica que "mi señora me dice que ya está bueno, pero yo me quedo acompañando en un costado para hacer la oración dominical".
El homenaje
El sábado se inició la liturgia que homenajeó toda la trayectoria de Amador en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro del sector de Lo Gallardo.
Con cánticos, los feligreses recibieron al diácono Waldo González y a Amador Riquelme.
"La capilla estaba repleta. Conté a 152 personas", comenta Patricio Ortiz, miembro de la comunidad.
Durante la ceremonia se le entregó una medalla y se leyó un extenso discurso para destacar los 52 años como presidente de la comunidad cristiana.
"Estuvo en el altar acompañando, y cuando le entregamos el presente se emocionó hasta las lágrimas. Fue una liturgia muy bella porque se la merecía", recalcó Ortiz.