¿Mes del mar?
Por Lalo Loyola
Se está acabando mayo que tradicionalmente se identificaba como el mes del mar. Hace un tiempo, este mes se iniciaba con algún folleto de la Armada de Chile o de otras instituciones vinculadas al tema. En las escuelas y jardines infantiles se desarrollaba alguna unidad temática relacionada con la gesta de Iquique, y se hacían algunas actividades como ir a los escasos acuarios que existen en el país a ver la flora y fauna marina, y en la mayoría de los casos, se llevaba a los niños a alguna feria local, al stand de pescados y mariscos, para que vieran algo real. Si bien, esta descripción revela cierta pobreza en el desarrollo y formación de cultura marítima en un país de más de 5000 kilómetros de costa, algo es algo.
Lamentablemente, este mes ha sido negro en términos del mar. Además de todo lo relativo al desecho de los salmones, la marea roja, los varamientos de sardinas, medusas y anchovetas a lo largo de la costa chilena, se ha agregado el derrame de petróleo en Quintero y todo tipo de productos tóxicos que son arrojados intencionalmente al mar. Con razón una mujer de Chiloé entrevistada en la televisión, dijo con profunda pena "se ha muerto nuestro mar".
Y parece que lo es, en parte por la gran pérdida de vida marina: los peces son cada vez más escasos y pequeños, porque este mar, fuente de tanta vida cotidiana de los chilenos, con estos problemas no permite acercarse para gozar su belleza, su fuerza, su dinamismo, su vida. Nuestros poetas y músicos actuales poco le cantan o recitan como fue histórico en el país, con escritores como Salvador Reyes, Mariano Latorre, Francisco Coloane, o qué decir, del gran Pablo Neruda.
El problema está en la escasa formación de una cultura de mar en todas las generaciones. Es conocido que no somos hábiles nadadores, que sabemos poco y nada de los cambios de la flora y fauna marina. Trate usted de explicarle a los niños qué es un piure o un picoroco. ¿Hacen los niños poesías o cantos al mar? A lo más, lo dibujan un poco estereotipadamente, y aún hay poblaciones infantiles y de adultos mayores que no conocen el mar.
MARÍA VICTORIA PERALTA
U. CENTRAL