Mamita se dedica de lleno a las artesanías para cuidar a su hijo
Fabiana Meléndez se enteró hace cinco años que su hijo padecía trastorno espectro autista, desde ese momento decidió dejar de trabajar para dedicarle todo el tiempo necesario, sin saber, que sería el inicio de un nuevo proyecto.
Hace cinco años, el mundo se le vino encima a Fabiana Meléndez Farías (32), cuando un fonoaudiólogo le confirmó que su hijo, Sebastián Escalante (13), padecía de TEA (trastorno del espectro autista).
Cuando el profesional terminó de pronunciar la palabra, lo primero que se le vino a la cabeza a Fabiana era que "lo iban a discriminar", y se fue echa un mar de lágrimas para su hogar.
Sebastián parecía ser igual al resto de sus compañeros. "En el jardín era súper tranquilo y no era mañoso. Las tías me decían que era como todos los niños", aclara.
Sin embargo, las sospechas iniciaron en el momento en que entró al colegio.
-¿Qué hacía en el colegio?
-A él no le gustaba sentarse en la silla, y pasaba todo el día debajo de la mesa. Yo creo que ahí se sentía más seguro.
Todos le decían que su hijo tenía déficit atencional, pero nadie estaba seguro. "Me hicieron ir a tres sicólogos del consultorio, y ninguno me pudo decir qué tenía, hasta que me aconsejaron ir a la Casa Amarilla", recuerda un poco molesta.
En el lugar, le hicieron un test sicológico que diagnosticó a Sebastián con el trastorno espectro autista en su nivel más bajo. "Fue duro enterarse, aunque sea bajo".
Fabiana no lo podía creer, entró a su casa e ingresó a internet a averiguar más sobre el tema. "Escribí: 'como detectar un niño autista' . Cuando fui leyendo era describir al Seba", contó.
-¿Qué pensaste mientras leías?
-Me pregunté a mí misma cómo no me había dado cuenta antes. Me las lloré todas, y después me dije que tenía que seguir adelante.
La odisea
Encontrar un colegio que tuviera los profesionales correspondientes para el cuidado de Sebastián no fue tarea fácil.
"Hizo el primero básico en el colegio Juan Pablo II y quedó repitiendo porque pasó más de la mitad del año debajo de la mesa".
Lo cambiaron de institución y en el colegio de Las Dunas pudo pasar de curso. "Había una tía súper buena. A ella no le importaba que el Seba estuviera debajo de la mesa, así que desde ahí hacía sus tareas".
En el colegio no sabían por qué Sebastián actuaba así, porque aún no se le diagnosticaba el autismo; entonces, no tomaron las medidas correspondientes.
"En el curso le hacían bullying, le pegaban y él no se sabía defender. Es pasivo, por decirlo de una forma", indica.
Lo cambió de colegio por los malos tratos y durante ese año lo diagnosticaron. "En el San Rafael iban pocos niños y yo era como otra tía. Sus compañeros iban al ritmo de él".
Pero luego cerraron la escuela, y debió iniciar nuevamente la búsqueda. Madre e hijo pasaron por varias instituciones hasta que llegaron a la escuela de Lenguaje Paihuen.
Mientras todo esto pasaba, su padre la vio un poco complicada con las cuentas y le ofreció colocar un negocio. "Fueron tres años en que cada vez que tenía que ir al médico o buscarlo al colegio debía cerrar el local. Además, no me llenaba trabajar ahí y preferí dedicarme por completo a cuidar al Seba".
Desde ese momento se quedó en la casa para estar pendiente de su hijo. "Fue difícil tomar la decisión porque era mi ingreso económico principal".
Nuevos horizontes
Un día Fabiana estaba ordenando su casa, cuando de repente encontró una caja llena de CDs antiguos. "No los quise botar, así que intrusié por Youtube para ver qué podía hacer y me salieron varios resultados. Hasta que llegué a la bisutería".
-¿Tenías mucho material?
-Sí, pero los DVDs no sirven porque cuando se meten al horno se quiebran y no se derretían. Sólo se pueden pintar.
No lo dudó mucho y empezó a limpiarlos, a cortarlos, pitarlos y hornearlos para hacerse un par de aros.
"Mis primas pensaron que eran de vidrio y cuando les dije que eran CD no lo podían creer. Ahí me di cuenta que llamaban mucho la atención y me pidieron que les hiciera algunas cosas".
Hace dos años asistió a una feria artesanal, y desde ahí se ha venido perfeccionando.
-¿Cómo te quedó el primer par de aros?
-Feos (ríe). A los primeros les puse témpera, y los colores se veían muy claros. Los detalles eran simples, chantas para mí gusto.
Con el paso de los años fue adquiriendo las herramientas necesarias para fabricar estas artesanías.
"Ahora tengo el alicate y el taladro para diseñar la bisutería. Al principio hacía las perforaciones con un alfiler caliente".
Expo Expresión
Ahora Fabiana participa activamente en la Expo Expresión que se realiza en las dependencias del Departamento de Turismo en Barros Luco 104.
"Hace poco entregué el cargo de presidenta para que otra compañera pudiera aportar a la organización".
A través de la su página de Facebook ofrece aros, pulseras, collares, espejos, anillos, entre otras cosas más.
"Los más caros son los espejos porque son muchas piezas. Me puedo llegar a demorar dos semanas".
Fabiana ha enviado sus productos a varias partes del país, y muchos le dicen que se presente en las exposiciones en Santiago.
"Yo no voy para allá porque no quiero dejar solo a mi hijo. Además, no tengo la mentalidad de que me voy a hacer rica vendiendo artesanía".
-¿Sebastián te ayuda a fabricar las artesanías?
-No, porque me dice que son cosas de mujeres (ríe).
Fabiana agradece al Departamento de Turismo, porque "este trabajo me dio el espacio para estar con el Seba y mi familia.
Sus compañeras de la Expo Expresión le tienen mucho cariño a su hijo, "es la mascotita" agrega feliz.
Si usted quiere ayudar a esta mamita con CDS, puede contactarla a través de Facebook "Bazar Aisha On Line".