Rafael Acuña lleva 34 años creando los mejores looks en San Antonio
La peluquería unisex Rafael es un ícono del centro de Llolleo. Por su salón han pasado generaciones de familias que ven en su manos una forma de mantener a salvo su estilo capilar.
Ya pasaron 31 años desde que Rafael Acuña (64) se instaló con su peluquería unisex -que lleva su mismo nombre- en avenida del Canelo 392, en pleno centro de Llolleo.
Rafael lleva 34 años ejerciendo su profesión en San Antonio, pero su facilidad con las tijeras quedó al descubierto cuando era un veinteañero.
"Tenía un primo estilista y él era profesor de una academia . Él me dijo que yo tenía habilidades para la peluquería. Así que me fui a estudiar a Santiago".
A la primera persona que le cortó el pelo fue a una clienta que trabajaba en uno de los bancos de la capital. "Yo creo que le gustó porque se fue a atender conmigo todos los años que viví allá", cuenta alegre.
Tenía sólo 21 años cuando estudió peluquería y cuando se vino a San Antonio, trabajó en un reconocido salón de belleza.
"Me vine para acá porque me gustó mucho. Era tranquilo y tiene buen clima", comenta.
De su familia, él y dos de sus primos de dedicaron a mejorarle el look a sus clientes. La confianza de sus seguidores llegó a tal punto que Rafael confiesa que "incluso, hay gente que viene desde Santiago a sus casas de Santo Domingo y pasan a cortarse el pelo conmigo".
Sus clientes más antiguos le piden hora para los días sábado o domingo. "A veces vienen dos o hasta seis personas altiro. Llegan familias completas a atenderse".
-¿Por qué cree que la gente lo sigue a donde sea que esté ?
-Dicen que le gusta como les cortó el pelo y porque lo encuentran barato. Además, dicen que les corto como a ellos les gusta.
Los clientes se van de su local con la sonrisa de oreja a oreja, ya que Rafael cobra 4 mil pesos el corte de varón y 6 mil de damas. "En Santiago los varones pagan 10 y las mujeres 15 mil por ser atendidos".
El estilista recuerda como si fuera ayer cuando sentaba a sus hijos para cortarles el pelo y hacerle nuevos peinados a sus hijas. Pero aclara firme que: "de mis hijos a ninguno le gusta la peluquería".
-¿Por qué cree que sus hijos no se interesan por la peluquería?
-Cuando mis hijos mayores se portaban mal los castigaba trayéndolos a la peluquería para poderlos controlar. Por eso no les gusta, no la pueden ni ver (ríe).
El peluquero explica que más que un castigo, en realidad era una forma para tenerlos cerca de él. "Ellos salían a la plaza a jugar. No los tenía todo el día sentados".
Raúl tiene cinco hijos, y aún no pierde la esperanza de que alguno siga sus pasos. "Tengo un chiquitito de cuatro años, a lo mejor a él le puede gustar".
El conchito
Con 60 años de edad, la paternidad tocó nuevamente la puerta de Rafael. Tener otro hijo lo hizo replantearse su vida y comenzar otra vez con el proceso de crianza. "Tengo que empezar de nuevo, pero me gustan mucho los niños. Siempre me han gustado", cuenta chocho.
Antes que la cigüeña lo visitara por última vez, Rafael se dedicaba a malcriar a sus nietos "Ahora que estoy criando de nuevo me doy cuenta que eso no se debe hacer", reflexiona.
Vicente, es el conchito de su familia y por ende, esta característica lo convierte automáticamente en el más regalón.
-¿Cuando supo qué hizo?
- Estaba muy feliz. Fue una muy buena noticia.
Junto a su señora estaba feliz con el acontecimiento, pero sólo había una preocupación: la edad. A ambos les generaba dudas que el pequeño Vicente naciera cien por ciento sano.
-¿Estaban asustados?
-Tenía miedo, no te lo puedo negar. Pero felizmente todo salió bien. Nació sanito.
Rafael se considera un "guaguatero". Es de esas personas a las que les encanta hacer reír a los niños; entonces, la llegada de su hijo le dio la oportunidad de volver a disfrutar esa etapa.
"Cuando nació, fui la segunda persona que lo tomó. Lo limpiaron y lo vestí. Nació el 21 de diciembre de 2011", rememora con alegría.
Durante ese mismo año, en la temporada de fiesta de fin de año, su pareja se vio en la necesidad de reintegrarse a la peluquería.
"Acá teníamos una camilla. Ahí lo veíamos dormir y jugar. Creció acá".
-¿Le gustaría que él siguiera sus pasos?
-Mientras mi hijo haga lo que le gusta yo seré feliz. Si algún día se tiene que terminar la peluquería, se cerrará, pero a mí me importa que haga lo que él quiera.
Ahora, el pequeño Vicente asiste al Liceo Nacional ubicado en Llolleo. "Ahí juega y corre alegre por el patio".
Peluquería Rafael
La peluquería de Rafael es muy reconocida en el área de Llolleo, ya que su atención personalizada hace que sus clientes vuelvan una y otra vez.
-¿Acá vienen más hombres que mujeres?
-La verdad es que sí. Dos varones y una dama es el promedio más o menos.
-¿Todos los día entra alguien a su local?
-La verdad es que sí. Felizmente, siempre hay gente.
Rafael cuida mucho a su clientela, es por eso que cuando algunos le piden hora para cortarse el pelo el día domingo él accede para atenderlos.
"Siempre que puedo los atiendo, pero trato de darme tiempo para estar con mi hijo también".
-¿Qué tipos de corte realiza en la peluquería?
-Hago de todo un poco. Por ejemplo, los cortes moderno que se hacen los chiquillos.
En su peluquería se dedica a teñir, peinar y cortar, pero lo que no le gusta hacer es la barba.
"Mi peluquería no es barbería. Primero, yo no rasuro, no trabajo con ninguna herramienta que sea cortante".
Además, el estilista confiesa que "nunca me han gustado las barberías, lo mío son los cortes de cabello".
La plaza de Llolleo
Rafael desde su local tiene una bella vista hacía la plaza de Llolleo. Mirando por la ventana pasa las horas hasta que alguien decide entrar a cortarse el pelo y, por qué no, a regalonearse un poco.
"Quedó bonita", indica mientras observa la plaza a través del vidrio mientras agrega que "lo único malo es que hay mucho perro callejero".
-¿Le gustaba como era la plaza antiguamente?
-Sí, el otro estilo de la plaza tenía su encanto, pero ahora hay más juegos para los niños, más actividades para la juventud.
Directo desde tvn
Quizás muy pocos conocen esta parte de Rafael, pero en los años 80 trabajó en las dependencias del canal nacional.
"Me fui a TVN porque mi jefe tenía los contactos en la tele", aclara.
Allá tenía que peinar a las invitadas del programa Sabor Latino que se emitía a las 22.00 horas.
"Yo llegaba el lunes a las cuatro de la tarde a peinar a las vedettes", cuenta feliz de la vida.
Ahí conoció a Rafael de España y a diversas artistas. "La pase mal", señala picarón.