En el nombre del padre
Por Lalo Loyola
Este domingo 19 de junio se conmemora el Día del Padre. Es un día de celebración no sólo para los papás, sino que también para el comercio. Se estima que los chilenos desembolsamos entre $11.000 y $30.000 en obsequios para ellos. El que esta festividad tenga hoy un carácter comercial no le resta mérito al hecho de que, en efecto, rendiremos algún tributo a nuestros progenitores. Lo que parece ser menos claro es si acaso los padres, como grupo, hemos hecho un buen trabajo para merecer ese honor.
Alrededor del mundo entre 10% y 40% de los niños crecen en hogares sin padres. Y al dejar el hogar, se hace menos probable que un papá mantenga contacto con sus hijos o que responda siquiera por sus obligaciones de crianza. En Chile, el 60% de las sentencias por pensiones de alimentos que los tribunales fijaron en 2012 -en su mayoría interpuestas por la madre- no se cumplieron. Considerando que la deuda morosa en instituciones financieras llega al 32% entre los hombres, pareciera que estamos más dispuestos a defraudar a nuestros hijos que a un banco.
Lo cierto es que el cuidado paternal -el conjunto de acciones que realiza un hombre a favor de un hijo biológico o putativo- es escaso en el reino animal, observándose en un 5% de los mamíferos. Pero curiosamente existe más variación en los estilos de paternidad en nuestra especie que lo observado en todo el resto de los primates, donde su presencia (o ausencia) es muy consistente. Así, mientras los padres del pueblo Aka en África central muestran gran afecto por sus hijos, sólo un tercio de los niños Yanomamo de la selva amazónica está en contacto con sus padres biológicos. Sabemos qué significa ser un buen padre y nos es fácil reconocer a uno. Con la misma facilidad podemos identificar a un mal padre. Entre esos dos polos varía nuestra manera de ejercer la paternidad.
MAURICIO SALGADO
Dr. EN SOCIOLOGÍA
U. DE SURREY, INGLATERRA
ACADÉMICO U. ANDRÉS BELLO