María Teresa Larraín
El próximo lunes 27 los pescadores de El Quisco rendirán un homenaje a San Pedro. Y a diferencia de otras oportunidades, en esta ocasión los hombres de mar le rogarán a su santo patrono para que sus niveles de captura mejoren en este crudo invierno.
Los pescadores de El Quisco cuentan en su caleta con una nueva grúa que les permite faenar sin contratiempos. Es la niña bonita del lugar. Se eleva imponente y espera que uno a uno los botes se desprendan de sus carros fijos en la explanada del muelle. Luego, toma el bote y al pescador con su carga y los coloca nuevamente en su sitio.
"Esto es todos los días del año. A diferencia de los trabajadores de San Antonio que tienen sus botes fondeados en la poza, nosotros los tenemos sobre el muelle. Cuando la grúa estaba mala debíamos pagar a un camión grúa para que nos hiciera la tarea. La nueva máquina tuvo un costo de 93 millones 500 mil pesos", comenta el dirigente Francisco González.
76 socios y 25 botes
La caleta de El Quisco tiene 76 socios agrupados en el sindicato que fundó el 19 de marzo de 1957 Luis Eleodoro González, abuelo del actual dirigente. Hay 25 botes, cada uno de los cuales tiene un valor cercano a los 8 millones de pesos.
"Actualmente podemos dormir tranquilos porque cuando hay temporales sabemos que nuestros botes están fijos en el muelle, lejos de la bravura de las olas", dice Francisco González.
El dirigente explica que en invierno la pesca baja muchísimo. Con el frío los peces y los mariscos casi desaparecen. En estos meses sacan congrio y a veces merluza. Pese a ello, los pescadores faenan todos los días del año.
"En verano nuestra actividad reflorece, por cuanto no solo tenemos más pescados y mariscos, sino que la gente viene directamente acá y nos compra. Abastecemos a todos los restaurantes de la comuna. Vendemos todo fresco. Nada es congelado. También traemos locos, erizos, jaibas y lapas", detalla González.
Los pescadores saben que la faena en el mar es sacrificada. Sin embargo, sus preocupaciones están más en tierra.
"El gran daño que se nos hace está en la ley que favorece a la pesca de arrastre industrial. Allí existe el sistema llamado descarte o desecho. Esto impide que los recursos lleguen a nosotros. Sobrevivimos con la pesca de descarte y esto no puede ser", denuncia el dirigente.
Y agrega: "Año a año nuestro trabajo es más difícil. La misma Ley de Pesca impide que nuevos trabajadores se integren. Favorece a los que ya estamos registrados pero no a quienes desean incorporarse a esta actividad. Somos familias que nos dedicamos a la pesca de generación en generación".
Condenados
González asegura que sus hijos no quieren trabajar en el mar porque saben que es sacrificado y que no hay futuro. "Es doloroso asumirlo, pero los pescadores artesanales estamos condenados a desaparecer".
La creciente presencia de lobos marinos en las costas de El Quisco se suma a la angustia de los pescadores. "Destruyen los botes, se comen las mallas. No hay cómo controlarlos ni cómo detener esta depredación".
El menor consumo de pescado es otra arista de la crisis. "Nos juntamos con pescadores de Algarrobo y Quintay con el fin de solicitar a la Junaeb incentivar el consumo de pescados en los colegios. Esto nos ayudaría para sostener la actividad. Pero no lo hacen", reclama.
Pero más allá de las preocupaciones, ahora se preparan para renovar la caleta. "Estamos en conversaciones para que se apruebe el proyecto que hemos diseñado. Esperamos que la Dirección de Obras Portuarias lo apruebe pronto", asevera.
Sea como sea, celebrarán con lo que tienen. Confían que el espíritu de San Pedro llene sus mallas nuevamente para que su actividad pueda resurgir como el ave Fénix.
93,5 millones de pesos fue el costo que tuvo la nueva grúa para los pescadores de El Quisco.