Carolina Bustos Muñoz
En los planes de Nelson Pastén jamás existió la posibilidad de convertirse en un afamado boxeador. Asegura que lo suyo iba por el lado del fútbol ya que siempre se destacó por ser bueno para la pelota. Pero la falta de oportunidades en el deporte rey lo hicieron buscar otro rumbo, pero también ligado al deporte.
Cuando tenía 22 años dejó La Serena para emprender rumbo al norte. Estuvo probando suerte en las ciudades de Huasco, Copiapó, Pedro de Valdivia, pero las oportunidades no llegaban, por lo que decidió trasladarse hasta Antofagasta. "Cuando en camino supe que no pasaría nada en Antofagasta así que decidí ir a probar suerte a Chuquicamata".
Lamentablemente su situación no cambió y el poco dinero que tenía se fue acabando. Al final no tuvo más opción que dejar en hotel donde estaba alojando y como no tenía a donde ir, se trasladó al campamento donde vivían todos los trabajadores.
"Por siete meses estuve viviendo en las galerías de la cancha de béisbol que había en el campamento. Fueron meses muy duros para mí porque no tenía un peso y la verdad es que vivir en la calle es muy bien difícil", reflexiona.
"En las noches hacía tanto frío que tenía que levantarme unas tres o cuatro veces para hacer gimnasia porque era la única manera de entrar en calor", agrega.
Para alimentarse, todos los días iba a la feria libre a buscar la fruta que estaba en malas condiciones y que los comerciantes depositaban en un contenedor. "De desayuno, almuerzo y once comía frutas".
Boxeo
Para mantenerse ocupado, Nelson recorría la ciudad en busca de alguna oportunidad, pero éstas no llegaban.
Fue así como un día, caminando por Chuqui, un tumulto de personas paradas afuera de un gigantesco edificio llamó su atención.
"La gente estaba mirando a unos boxeadores mientras entrenaban. Ahí me dije 'a estos les pagan por pelear' así que me metí al gimnasio para conversar con unos dirigentes. Me preguntaron si sabía pelear les dije que no, pero igual me aceptaron. El domingo de esa semana había un campeonato por lo que me dijeron que iba a participar", recuerda.
Han pasado más de 48 años desde esa pelea y "El Nockeador", como fue bautizado Nelson, recuerda cada detalle de ese día como si fuera ayer. "Entrené el miércoles, jueves, viernes y sábado y el domingo ya tenía mi primera pelea".
En el Torneo de Barrios participaban quince clubes de boxeo. Cada domingo el estadio se llenaba de fanáticos que vibraran con cada una de las peleas que ahí se desarrollaban.
"Me acuerdo que ese domingo me vestí y me quedé esperando mi turno, pero como yo era de la categoría mediano ligero me tocó de los últimos por mi peso", recuerda Nelson y luego agrega "estaba muy nervioso. Fui como seis veces al baño pero no podía hacer nada. Me paseaba para todos lados. Estaba como un león enjaulado".
Minutos antes de participar en su primer pugilato, Nelson conoció a su entrenador, quien según su propio relato, fue bastante desagradable con su pupilo.
"Lo primero que me dijo fue 'sabes yo nunca he estado con cobardes así que si tiraí el poto pa las moras, yo no estaré en el rincón esperándote".
Nelson reconoce que en varias ocasiones estuvo a punto de huir, sobre todo cuando veía en las condiciones que quedaba el resto de los boxeadores.
"Cuando veía a los competidores pasar, llenos de sangre, me daba más nervio. Antes de entrar al estadio la pensé harto pero como no tenía un lugar para vivir ni para comer no me quedó más opción que pelear. Yo llegué al boxeo por necesidad no por opción. Además yo pensaba que si me pegaban mucho yo lo agarraba a patás y punto porque la verdad es que de chico que fui bueno para los combos".
Hasta el día de hoy no recuerda cómo subió al ring ese domingo y asegura que fueron los gritos del público quienes lo despertaron.
"Recuerdo que el árbitro me llevó al centro de ring. Después me pusieron el protector bucal, sonó la campana y yo lo agarré a golpes…casi lo maté. Al final gané el primer y segundo round y el tercero me ganó José Gómez…así se llamaba el tipo. Esa vez me quebraron la nariz en dos partes", señala.
Mientras esperaban el resultado del jurado, Nelson notó que algo extraño pasaba. Recuerda que era tanta la impaciencia de los asistentes que comenzaron a lanzar diversos objetos al ring. "La gente empezó a gritar ladrones porque el fallo se demoraba demasiado y al final al otro tipo lo dieron por ganador. El presidente del club estaba furioso porque decía que me habían robado".
Al otro día de la pelea se miró al espejo y lo que vio no le gustó. "Tenía los ojos y todo el cuerpo morado por culpa de los golpes. No quería seguir, pero a veces la necesidad es más grande y tampoco tenías más opciones. Además después llegó el presidente del club con los diarios que hablaban de la pelea y eran puros elogios. El Mercurio de Antofagasta decía que yo era 'un diamante en bruto'. El Oasis de Chuquicamata también me elogió diciendo que tenía mucho futuro y que sólo necesitaba de un entrenador", recuerda con orgullo.
De ahí en adelante Nelson no paró en su carrera deportiva, llegando a convertirse en campeón de boxeo en Chile en cuatro ocasiones. "Fui campeón en 1969, en 1972, en 1974 y en 1977. Ese último año competí por San Antonio".
De las 97 peleas en las que participó Pastén perdió cinco, empató siete y ganó 85. "Viajé a todos lados. Gané mucha plata, muchos diplomas y trofeos, de los cuales con suerte me queda uno porque cuando estuve sin trabajo no me quedó más opción que venderlos todos".
Durante doce años este serenense recorrió gran parte del país. E incluso viajó al extranjero para participar en diversas competencias. "En Chuqui era un ídolo. Cuando llegaba a la ciudad me recibían como un héroe. Tengo muy bonitos recuerdos de esa etapa, sobre todo porque en uno de esos viajes conocí a Marta, mi mujer".
difícil batalla
Ahí la conversación de detiene abruptamente.
"A veces salgo a hacer trámites pero lo único que quiero es venirme a la casa porque aún creo que ella está esperándome…es muy difícil seguir adelante porque la pena y el dolor no se pasan".
Sin lugar a dudas, esta es la batalla más difícil que Nelson ha tenido que enfrentar en sus 70 años de vida.
El pasado 14 de abril este campeón mundial sufrió un duro golpe luego que su mujer, su hija y sus nietecitos perdieran la vida en un accidente de tránsito ocurrido esa mañana en el kilómetro 5 de la Ruta F-90.
"Yo andaba todo el día con mi mujer y mis nietecitos. Los iba a buscar al jardín y después me los traía a la casa a almorzar. A Fernandito yo le daba la comida y cuando algo no le gustaba me mandaba altiro el cachuzazo. Me gustaba que fuera así (ríe). Yo le celebraba todo…pero eso nunca más pasará porque él ya no está…", cuenta, sin poder aguantar la pena.
Reconoce que gracias a la ayuda de un sicólogo su familia está tratando de sobrevivir a la ausencia de sus seres queridos.
Asimismo asegura que esta tragedia le ha hecho cuestionarse su llegada a esta comuna hace más de 30 años. "Mi idea era estar unos meses en San Antonio trabajando en la pesquera, pero al final me fui quedando. Eso me ha dado vueltas en la cabeza desde que ocurrió el accidente porque si no me hubiera venido a San Antonio no habría pasado todo esto y ahora no estaríamos todos sufriendo, pero al final así es el destino".