La historia del suplementero que camina más de 8 kilómetros diarios
Durante los últimos 30 años Carlos Moya recorre diariamente las calles de Barrancas con sus periódicos bajo el brazo, entregando las noticias de San Antonio puerta a puerta.
El 1 de enero y el 1 de mayo son los dos únicos días en que no vemos a Carlos Moya Alvarez (67) caminando por Barrancas con sus diarios bajo el brazo.
El resto del año, este ex portuario entrega sagradamente el periódico a su clientela que espera con ansias poder enterarse de todo el acontecer local y nacional.
"¡Diario, diariooo!", grita enérgicamente mientras camina por las calles de Barrancas. "Hasta los niños de la Villa Estoril cuando me ven me dicen 'hola diario'. La gente me conoce como 'diario, diario'", relata Carlos.
Por muchos años este placillano trabajó en el puerto de San Antonio. Paralelamente él y su mujer, Ana González, atendían un quiosco ubicado en el Mercado de San Antonio.
Cuando lo despidieron en el 2000, y como ya conocía el rubro, Carlos decidió dedicarse de lleno a la venta de diarios puerta a puerta. Un trabajo que ha desarrollado incansablemente por más de 30 años.
"A las 8 de la mañana voy a la agencia y de ahí comienzo la entrega en locales comerciales, corredoras de propiedades, en varios talleres mecánicos, en el consultorio y en algunas casas. También paso por la Villa Estoril y la población Barros Luco. Recorro todo Barrancas entregando el diario a mi clientela", cuenta.
Tras sufrir un accidente vascular hace cuatro años, su mujer y sus hijas le rogaron para que dejara de caminar tanto, así que tras varios días tratando de convencerlo, finalmente decidió no seguir entregando el diario a su clientela llolleína.
"Antes recorría todo Barrancas y Llolleo, pero cuando me enfermé me pidieron que no siguiera, así que tuve que hacer caso nomás", comenta, mientras su mujer lo interrumpe: "la verdad es que convencerlo no fue muy fácil, porque es muy trabajador, pero al final nos hizo caso y dejó de entregar los diarios en Llolleo".
-¿Me imagino que los días de lluvia se queda en su casa?
-No. Si llueve me pongo botas de agua y con un nailon envuelvo bien los diarios e igual salgo a trabajar. No puedo fallarle a mi clientela.
Con 67 años a cuestas, Carlos Moya tiene una salud envidiable, sobre todo considerando la cantidad de kilómetros que camina a diario.
"Mis clientes siempre me preguntan cuántos kilómetros camino diariamente. Hemos sacado la cuenta y yo creo que son unos 8 kilómetros, pero la verdad es que uno no se da ni cuenta. Además que uno conversa con la gente, así que ni se siente. Pero usted me creería que yo aprendí a caminar a los cuatro años y medio".
-¿Pero cómo es eso?
-Nací con unos problemas en las piernas, por eso me costó mucho caminar, pero en mi casa me hicieron uno de esos secretos caseros… de lo que usted ni se imagina. Una vez me metieron dentro de la guata de una vaca. Cuando le abren la guata sale un vapor y además está caliente. Me metieron hasta el cuello.
Cuenta que en otra ocasión lo llevaron a los arenales que antiguamente estaban en el sector de Huallipén. "En los veranos era imposible caminar descalzo por ese lugar porque uno se quemaba los pies, pero a mi llevaban en esa época y me enterraban hasta el cuello. A veces pienso que gracias a eso pude caminar porque, de verdad, no tenía ninguna posibilidad de hacerlo".
-¿Nunca más tuvo problemas en sus piernas?
-No, nunca más. Yo soy un hombre bien sano y rara vez me enfermó. Para mí los mejores remedios son el vino tinto y la pilsen (ríe).
Carlos finaliza su recorrido cerca de las 16 horas y después de eso se dedica a descansar, ya que según él, los años se van notando.
"En la mañana hago un alto para venirme a la casa a tomar un buen desayuno porque en la mañana no como nada. Después como a las 12.30 sigo con la entrega de los diarios. Mi día termina como a las cuatro de la tarde y de ahí me vengo a la casa a descansar".
-¿Cómo está la venta de los diarios?
-Ha bajado harto, además que ahora con el internet todo ha cambiado. Un ejemplo es lo que pasa con el cine. La gente ahora prefiere ver las películas en su casa que ir a un cine.
-Según su experiencia, ¿qué noticias son las preferidas del lector?
-Mientras más sangrienta sea la portada, más se vende el diario.
-¿Y no le reclaman a veces por "tanta sangre" en las portadas?
-Mucha gente me reclama y me dice '¿por qué tanta noticia negativa en la portada?', pero yo les digo 'y ¿qué prefieren? o acaso quieren que las cosas se escondan. Siempre les digo cuando me reclaman 'acá no están inventando nada porque eso es lo que está pasando en San Antonio y no se puede esconder'".
Carlos reconoce que sigue trabajando por necesidad, pero principalmente por el cariño que le tiene a su clientela.
"A veces está lloviendo muy fuerte y muchos se sorprenden porque a pesar de eso yo llego con el diario a sus casas. Con calor o con lluvia siempre ando repartiendo los diarios. Yo siempre he dicho que menos mal que acá no nieva, porque si no también andaría entregando los diarios", explica, y luego agrega "a veces está lloviendo y muchos clientes me dicen 'pensaba que no iba a venir', a lo que yo les respondo: 'eso es señal de que no me conoce porque si estoy vivo, yo voy a venir a dejarle el diario".
A pesar de que comenzó a trabajar en el puerto cuando apenas tenía 15 años, asegura que tiene pilas para rato y que sólo dejará su trabajo cuando ya no le queden más fuerzas.
Cuando llega a su casa después de cada jornada laboral se entretiene con sus nietos, que son el orgullo de este sanantonino, cosa que se ve reflejada en sus ojos cada vez que los recuerda.
"Tengo tres nietos, dos niñas y un niño. Ellos son los más inteligentes del mundo, por eso tenemos un trato. Cada vez que se sacan buenas notas les doy mil pesos, pero ya estoy en la ruina porque a cada rato les tengo que pasar plata", dice mientras se prepara para retomar su recorrido por las calles de Barrancas con su tradicional grito: "¡diario, diariooo!".