La sacrificada pega de las centralistas de los Bomberos de San Antonio
María Elena, actual centralista, y dos funcionarias que desempeñaron esa misma labor contaron cómo es estar siempre atentos a las emergencias.
Antes de que termine el primer ring del teléfono, María Elena Vera levanta el auricular y con voz serena responde: "Cuerpo de Bomberos de San Antonio". Del otro lado de la línea nadie responde. Pasan los segundos, pero no vuelve a sonar. La experiencia le ratifica que era solo una pitanza.
Esta vecina de Villa Las Dunas es una de las centralistas más antiguas de los bomberos de San Antonio. Llegó en 1985 mediante el Programa de Empleo Mínimo del Gobierno Militar. Dos años más tarde fue contratada oficialmente como parte del personal rentado. Desde entonces ha sido testigo y protagonista de prácticamente todas las emergencias que se han desencadenado en la zona.
"María Elena es una de las cuatro operadoras que atienden las 24 horas del día y los 365 días del año", cuenta el comandante Miguel Ortiz, con quien recorremos las instalaciones del nuevo Cuartel General ubicado en las cercanías del hospital Claudio Vicuña.
La pega de las centralistas es clave, pero hasta ahora poco reconocido públicamente. No salen a las emergencias, pero son las encargadas de despachar los carros a cada una de ellas. Son quienes tienen que dar calma en los momentos más horribles. Tienen que extraer la mayor cantidad de información posible a quienes están sufriendo porque se quema su casa o porque son testigo de un accidente vehicular. Lamentablemente, también tienen que aguantar las pitanzas, las burlas e insultos de quienes no tienen más entretención que molestar a los equipos de seguridad.
"Ahora tenemos más adelantos para verificar los números. Además, estamos tan acostumbrados que por el tono de voz de las personas sabemos cuando es algo verdadero o no", confidencia María Elena.
Vuelve a sonar el 132. "Aló, Cuerpo de Bomberos de San Antonio". Otra vez nadie responde.
-¿Cómo sabe que no acaba de pasar algo?
-Generalmente no se recibe un solo llamado, se reciben dos o tres de una misma emergencia. Por la red de enlace sabemos si llegó (el llamado) a Carabineros o a la ambulancia.
-¿Y si el llamado fuera real, qué tiene que hacer?
-Se toma la dirección y se clasifica dependiendo de qué se necesita. Mediante un sistema de timbres y por radio se avisa a las compañías.
María Elena responde las preguntas de diario El Líder a menos de un metro del teléfono. No se puede despegar de la central bajo ningún caso, incluso para los terremotos, pues en esas eventualidades su permanencia en el puesto de trabajo es de vital importancia.
"El deber es lo primero", afirma ella tras responder nuevamente otro llamado. Van tres en pocos minutos. Como las dos veces anteriores, nadie respondió al otro lado del auricular.
De todas las emergencias que ha conocido, la que más recuerda es la del desborde del estero Arévalo en 1986. Comenzó el turno poco después de la catástrofe que inundó todo el centro de San Antonio y le tocó coordinar durante toda la noche los llamados de auxilio.
Al año siguiente hizo la misma pega cuando se desbordó el estero El Sauce y se anegaron las poblaciones San Pedro y Juan Aspeé.
Sin duda, lo que más la ha marcado en su carrera fue un llamado por un mortal atropello. La víctima no era una persona desconocida, era un vecino suyo. Por supuesto, al momento de responder no sabía de quién se trataba.
"Cuando llegué a la casa me di cuenta de que era él. Fue muy impactante porque uno sabe a qué emergencia se sale, pero no para quién", confidencia.
Florcita
Dejamos a María Elena y seguimos conociendo el Cuartel General de Bomberos de San Antonio. El comandante Miguel Ortiz, quien asumió el cargo el 1 de enero de este año, muestra las flamantes oficinas administrativas, de la Comandancia y Superintendencia.
En el primer piso nos encontramos con Florcita Álvarez. Lleva tantos años en la institución que ya perdió la cuenta. Partió como centralista y en la actualidad se desempeña como secretaria.
"Está desde que se fundaron los bomberos", le dicen en broma.
Alguien con mejor memoria puntualiza que ingresó en 1977, también gracias al Programa de Generación de Empleo.
Catalina
Quien tiene mayor trayectoria es Catalina Mora. "Yo soy las más antigua del Cuerpo de Bomberos de San Antonio", afirma con orgullo mientras visitamos el salón del Directorio.
"Cumplí 40 años el 1 de junio. Fui la primera secretaria administrativa y la primera radio operadora", destaca.
"Mi mamá era modista y siempre compraba en Casa Fátima, que estaba en calle Los Aromos. Don Emilio Kifafi era el dueño y también superintendente en ese tiempo. Mi mamá le comentó que tenía una hija que quería trabajar y él le dijo que necesitaba alguien para los Bomberos", rememora.
Tenía apenas 18 años. Hoy con cuatro décadas más se desempeña como secretaria administrativa. Cuando partió, el Cuartel General del Cuerpo de Bomberos estaba en calle Angamos.
En marzo de 1985 le tocó la importante tarea de coordinar el trabajo de las compañías foráneas que llegaron a San Antonio a cooperar tras el devastador terremoto.
"Trabajaba desde las siete de la mañana hasta las once de la noche. La persona que estaba en el momento del sismo estuvo afuera un mes porque se le cayó su casa", recuerda.
"Fue mucho trabajo porque acá en San Antonio quedó un desastre enorme y llegó mucha ayuda. Nosotros entregamos agua por todas las poblaciones", cuenta.
En 1987 dejó la pega de centralista y pasó en un ciento por ciento al área administrativa.
"Hasta antes de eso hacíamos de todo un poco, pero en ese año se separaron ambos trabajos", explica Catalina, quien decidió entregar su vida al trabajo en Bomberos.
"Entré porque necesitaba plata, de hecho yo estudié par ser asistente social, pero esto me terminó gustando. Me gusta mucho mi trabajo, es algo de mucho orgullo", finaliza.
Ellas hacen su pega, los voluntarios también. Lo ideal sería que la gente hiciera lo que corresponde y deje de molestar a las centralistas.