El lado "B" de la famosa fiesta de los toros en España
A las protestas de los grupos animalistas, que este año se presentaron desnudos, con cachos en la cabeza y bañados en sangre, se suma la preocupación de las organizaciones feministas por los abusos sexuales y manoseos contra mujeres. Las autoridades, en tanto, luchan con los robos y la orina en las calles.
Todos los años, por estas fechas, usted prende la televisión y en las noticias ve a miles de personas vestidas de blanco, con pañoletas coloradas al cuello, corriendo despavoridos y en masa por las calles de Pamplona, en la provincia de Navarra, España.
Son los valientes que, en teoría, guían a los toros hasta el encierro en una frenética fiesta que tiene mucho de fervor popular, tradición y jolgorio.
La fiesta de San Fermín comienza cada 6 de julio con el "chupinazo", el disparo de un cohete en la Plaza Consistorial de Pamplona que da por iniciado el magno evento. A partir del día 7 y hasta el 14, cuando se interpreta la canción "Pobre de mí", la ciudad vive nueve días de juerga ininterrumpida y recibe decenas de miles de ansiosos visitantes.
La parte más llamativa de la fiesta de San Fermín es el encierro de los toros, que se realiza desde el 7 al 14 de julio, todos los días, a partir de las ocho de la mañana. Antes de correr, es tradición que los fermines pidan la protección del santo, rezando "A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición". Luego, se sueltan los toros y corre la adrenalina por las calles.
Por las tardes, se realizan las corridas de toros en las distintas plazas de la ciudad.
Durante los nueve días de fiesta, se realizan numerosas comparsas, en especial la de "gigantes y cabezudos", donde muñecos gigantes desfilan por la ciudad, llamando la atención de los miles de turistas de los más diversos países que llegan atraídos por la diversión.
El lado b
Todo es fiesta en Pamplona por estos días, para celebrar a San Fermín. Pero... la tradición trae varias externalidades negativas, que cada año generan más protestas entre los activistas por los derechos de género y los derechos animales, y que también han obligado a las autoridades a tomar medidas para minimizar inconvenientes como los robos o el exceso de orina en las calles.
Desde hace años, los animalistas han desarrollado protestas en Pamplona por lo que consideran una crueldad en contra de los toros que son utilizados en los encierros y las corridas.
La semana pasada, cerca de cien activistas protestaron semidesnudos, con cuernos y bañados en tinta roja en la Plaza Consistorial de Pamplona. La manifestación fue convocada por las organizaciones AnimaNaturalis y Peta. El lema de la protesta fue 'Pamplona se baña de sangre'.
Otro problema que ha generado inquietud en las organizaciones feministas, son los abusos sexuales en contra de mujeres ocurridos durante las aglomeraciones. El tema ha adquirido más visibilidad este año, luego del episodio de abusos masivos registrados durante una fiesta en Alemania.
El consumo de alcohol, las multitudes y el comportamiento sexista de algunos individuos son el caldo de cultivo para los manoseos y los abusos durante la festividad. "Las fiestas en sí mismas son estupendas", dijo Tere Sáez, de la asociación feminista Andrea Lilak, "lo que no se puede tolerar es ese pensamiento de que uno puede hacer lo que quiera: un 'no' es un 'no', da igual que estés de fiesta".
Esta situación motivó al Ayuntamiento de Pamplona a implementar una campaña para generar conciencia sobre la violencia sexista. La campaña alerta al público sobre las conductas que no deben ser toleradas, que van desde supuestos piropos, hasta insultos, tocaciones, acoso y hasta violaciones durante estos días.
La campaña va acompañada con un servicio especial de policía y cámaras de vigilancia, para evitar las agresiones.
Anti orina
En la Quinta Región de nuestro país nos resulta familiar este problema, que en Pamplona recrudece durante San Fermín: la orina en la calle.
Hartas de lidiar con ríos de orina en las calles, a causa de los excesos de los visitantes, las autoridades tomaron una medida radical: rociar las paredes de la ciudad con un líquido repelente, que produce un efecto de rebote, salpicando el calzado y los pantalones de los inconscientes que orinan en las calles. El invento se llama "CK-Splash Back" y busca evitar que Pamplona huela como un baño público durante la festividad.
Los robos y hurtos son otros inconvenientes de estos nueve días de jolgorio. Y el teléfono celular es, según la policía de Pamplona, el objeto más sustraído durante las fiestas. Sin ir más lejos, durante el "chupinazo" se detuvo a un ladrón que llevaba... ocho teléfonos celulares robados. En 2015, el 59% de los objetos sustraídos fueron los teléfonos, seguidos de carteras, con un 25%.