Las impactantes mandas que hacen los fieles a la Virgen de La Tirana
Una leyenda indígena con elementos del catolicismo europeo dan vida a una de las fiestas religiosas más concurridas del país, adonde llegan personas de todas partes realizando hasta sacrificios físicos para pagar favores o demostrar su fe.
Cristian Castro O. - La Estrella de Antofagasta
"Pampa desierta nortina, a florecido un rosal. Llegan de todos lugares, su manda deben pagar. Llegan de todos lugares, su manda deben pagar...".
Esta es la reconocida obertura lírica que da inicio a uno de los más tradicionales temas que cada año suena con fuerza durante la primera quincena de julio en todo el Norte Grande. Esto porque "Reina del Tamarugal", de Manuel Veas Rodríguez, no solo posee un ritmo folclórico pegajoso, sino que también captura una de las esencias que ha caracterizado las celebraciones de la Virgen de la Tirana, que son las 'mandas' (o favores religiosos) que los devotos hacen a la imagen buscando alguna solución a sus terrenales problemas.
Este año no será distinto, ya que el próximo sábado será celebrada la festividad de la Virgen del Carmen de la Tirana.
Es en esa ocasión en donde la mayoría de los peregrinos que llegan de todas las regiones de Chile, Perú y Bolivia realiza sus mandas, pero todo ello tiene un origen que descansa en una antigua leyenda.
La 'Ñusta'
Recordemos que el origen de estas festividades se remonta hacia el siglo XVI, cuando pasó por la zona el militar español Diego de Almagro junto a sus huestes conquistadoras, que regresaban de la primera expedición exploradora que recorrió el, hasta entonces, desconocido territorio chileno en 1535.
Cuenta la leyenda popular que cuando los hispanos pasaron por Pica (al interior de Iquique), un grupo de prisioneros incas que venían con los exploradores lograron escapar de sus captores y huyeron hasta la Pampa del Tamarugal, donde se refugiaron de los europeos.
Ya instalados en ese lugar se impuso como líder de los prófugos la hija de un sacerdote inca, Ñusta Huillac, una veinteañera que se ganó el respeto del grupo mandando a ejecutar sin remordimiento a los desobedientes y a los españoles que osaban merodear por el sector, por lo que le llamaban 'La Tirana'.
Cuento corto, La Tirana se enamoró de uno de los españoles que cayó en cautiverio y éste antes de ser ejecutado la convenció de que se bautizara por la religión católica. Ella se bautizó (nunca se sabrá si fue por fe o por agradar al europeo) y al ser este hecho descubierto por los incas, la pareja fue ejecutada a flechazos por los indígenas, que consideraron que su líder había cometido una terrible traición a sus creencias ancestrales.
La Tirana
Una historia tan digna de un best seller no pasó desapercibida por las generaciones futuras. Así que la leyenda trascendió y fue ganando fama hasta que ya fue muy popular en 1870.
En ese tiempo las festividades eran el 6 de agosto, fecha que cambió al actual 16 de julio (para celebrar el día de la Virgen del Carmen, patrona de Chile) después de que la Región de Tarapacá pasara al territorio nacional al término de la Guerra del Pacífico. Por eso es que la celebración de La Tirana es tan particular, debido a que mezcla tradiciones de orígenes indígenas (con la leyenda de la Ñusta) y elementos del catolicismo clásico.
El mito reza que donde se encuentra el templo a La Tirana yace la sepultura de la líder incaica y su platónico amor español.
Mandas
Era necesario exponer estos antecedentes para poder hacer la siguiente pregunta: ¿Sigue La Tirana siendo una Tirana?
La interrogante surge ante el extremismo de las mandas que pagan muchos de sus fieles. Algunas son tan intensas que los feligreses llegan caminando de rodillas desde Iquique hasta el templo (72 km en total).
"A La Tirana hay que pagarle sus favores. Ella es muy buena a la hora de cumplir, pero cuando nos llega la hora de pagar es cuando de verdad mostramos nuestra fe", dice la vecina Mirtha Ríos, quien señala que en su juventud realizó una manda que consistía en ir a esta celebración por cinco años a pie (ida y vuelta) desde Antofagasta hasta el poblado de La Tirana (452 km).
"Era más joven en ese tiempo, y demoraba más menos una semana en hacer la peregrinación. Pero si debiera repetirlo, lo haría", dice la feligrés.
Por su parte, Ricardo Pizarro, dirigente del baile religioso antofagastino 'Osada Blanca', baila a la virgen desde los 14 años, ya que su madre y toda su familia realizó una promesa a la santa.
"Voy todos los años a la celebración, ya que una vez por motivos laborales no pude asistir y pasaron grandes tragedias en mi familia. Para empezar, la celebración es el 16 y yo partí el 12 a las faenas (en su trabajo), pero cuando voy subiendo me llaman y me dicen que falleció un familiar. Después tuve un accidente carretero mientras estaba en el trabajo. Luego me echaron del trabajo, y así...", cuenta el caporal, que cada año se presenta junto a su grupo en La Tirana.
Otro de los vecinos es Ismael Morales, un devoto de la Virgen que no se pierde esta festividad, pero reconoce haber sentido escalofríos al ver algunas mandas.
"Me toca ver a personas que llegan a rezar a la Virgen de noche en calzoncillos o shorts, y es dramático porque las temperaturas en la noche descienden hasta los bajo cero. También una prima mía, para que su hija fuese sanada, le prometió a la Virgen dejar a su pareja de ese entonces. Ella lo amaba y él no era un mal tipo, se querían, pero su amor de madre le llevó a sacrificar, creo yo, lo que más quería después de su hija. La niñita mejoró y mi prima jamás volvió a ver a su pareja", cuenta Morales.
Muestra de fe
El sacerdote antofagastino Ibar Astudillo explica que Dios no es masoquista, pero que aún así hay que respetar las diferentes muestras de fe que las personas realizan, independiente del impacto que generan.
"Existe toda una tradición y creencias arraigadas en los feligreses de La Tirana, que son personas que expresan su cariño y devoción a través de bailes, cantos y oraciones. Pero también hay personas que demuestran su cariño con sacrificios físicos o emocionales. Por ejemplo, me tocó ver a un hombre que venía caminando una larga distancia mientras cargaba sobre su cabeza una gran replica del santuario. Pero bueno, son maneras en las que ellos demuestran su devoción y a la vez realizan una petición, ya sea sentimental, de salud o laboral", dice el religioso.
En síntesis, los sacrificios físicos no son exigidos ni por la Virgen ni por Dios, pero se debe entender que estas expresiones responden al intenso cariño y agradecimiento que sienten aquellos que recibieron el favor de la Virgen de La Tirana.