Robot submarino que buscaba a los pescadores se perdió en el fondo del mar
Hoy el dueño y personal de la Armada analizarán si es posible recatarlo.
Desconcertados. Así reaccionaron los familiares de los cuatro pescadores desaparecidos desde el 2 de julio pasado, cuando personal de la Armada les informó la lamentable noticia que ocurrió ayer en la rebusca de los tripulantes del bote "Don Juan II".
A eso del mediodía, llegó hasta la Gobernación Marítima de San Antonio un moderno robot submarino que permite captar imágenes de hasta 300 metros de profundidad. Junto con él se sumergiría un sonar que permite captar vibraciones hasta de 200 metros.
Este moderno equipamiento, que se utilizó en la búsqueda de las víctimas del accidente del avión Casa 212 en Juan Fernández, se había transformado en la gran esperanza de todos los parientes de los pescadores.
Fernando Landeta, dueño del equipo, a pocos minutos de iniciar la jornada de búsqueda, contó que este robot "es capaz de sumergirse hasta 300 metros y tiene un sonar que puede escuchar contacto a la redonda hasta 200 metros. Por las condiciones del lugar y por el motivo de búsqueda, la capacidad receptora debería ser de hasta 100 metros".
Y presagió. "Es un trabajo muy largo, tedioso, y que no estará exento de problemas".
Ya en el sector de El Molito familiares y el propio Landeta, junto a otro experto en el manejo del robot, se adentraron mar adentro con la única ilusión de dar con las víctimas del naufragio.
"El principal objetivo es encontrarlos. Por eso estamos acá", dijo Landeta antes de partir.
La desilusión
Fueron cuatro puntos que alcanzaron a revisar junto a este moderno equipo que lamentablemente no encontró ningún vestigio de los tripulantes Juan Ambrosetti Adasme (64), su hijo Juan Mauricio Ambrosetti Santander (18), Carlos Ibarra Berríos (60) y Nelson Romero Guzmán (21), ni de la embarcación.
Cuando parecía que todo concluiría sin novedades, ocurrió lo impensado.
A eso de las 17 horas de ayer, el moderno robot junto al sonar, que se encontraba a 9 millas de las costas de San Antonio, se desconectó y se perdió en las profundidades del mar.
El dueño del equipamiento, quien había asumido todos los gastos del traslado y de la misma operación de rescate, detalló que "se cortó el cable que conecta el robot con la parte superior. Cuando la embarcación se estaba alejando pasó a llevar el cable y lo cortó".
El equipamiento, que fue avaluado en 70 mil dólares, unos 45 millones pesos, y que cayó a unos 100 metros de profundidad, no pudo ser rescatado por los buzos de la Armada debido a la poca luz natural que había a esa hora del día, como explicó Fernando Landeta.
"Estas cosas pueden pasar. Son los riesgos que uno corre con este equipamiento. Por las condiciones del día no pudimos sacarlo y esperamos ver qué pasa mañana (hoy). Los familiares entendieron lo sucedido y esperemos, que pese a todo esto, los pescadores aparezcan. Ese es el objetivo. Lo demás no importa", concluyó este altruista empresario.
"Esperemos, que pese a todo esto, los pescadores aparezcan. Ese es el objetivo. Lo demás no importa".
Fernando Landeta, dueño del robot.