Los rastros del cinematográfico espionaje que sufrió Eduardo Frei Montalva en San Antonio
El ex mandatario solía visitar Santo Domingo para descansar, pero el gobierno militar sospechaba que lo hacía para ordenar a la oposición. Un ex agente de inteligencia de la Escuela de Tejas Verdes reveló la impresionante operación que montaron para seguir sus pasos.
14 de enero de 1976. Un hombre delgado y harapiento llega desesperado hasta la puerta de una mansión en la comuna de Santo Domingo. Mira para todos lados y toca el timbre. Cuando le contestan el citófono se apura en decir que no anda en busca de dinero, que solo quería ser escuchado.
Al interior de la enorme vivienda estaría el ex Presidente de la República, Eduardo Frei Montalva, quien por ese entonces visitaba regularmente la casa de su amigo Alberto Klein -un empresario- para descansar.
El muchacho clamó para que lo dejaran entrar. Aseguró que su vida estaba en riesgo y que necesitaba la ayuda del ex mandatario para refugiarse en una de las casas del Arzobispado de Santiago en Punta de Tranca y, desde allí, pedir asilo político en la Embajada de Colombia. La situación no parecía anómala. Decenas de personas intentaban cada día -muchas sin éxito- huir de la policía secreta del régimen de Pinochet.
Entró a la casa
El mayordomo le permitió el paso. Le explicó que Frei no estaba en aquel momento y escuchó el relato del misterioso sujeto. Este se presentó como Benito Elorriaga, un militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) cercano a su líder Miguel Enríquez, y que supuestamente había permanecido varios días escondido entre San Sebastián y Cartagena huyendo de los agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina). Juró que estaba en la lista negra de la dictadura y que sin la intermediación del ex Presidente habría de morir. Agregó que un sacerdote le había dado el dato como una forma de contribuir a su escape.
Espionaje
La historia no tenía espacio a dudas, pero era totalmente falsa. Benito Elorriaga nunca existió. Todo era un plan orquestado para infiltrarse y conocer de cerca la rutina de Frei Montalva en el Litoral Central. Su nombre real era Rubén Teneo, un cabo de la Escuela de Ingenieros Militares de Tejas Verdes, quien estaba dispuesto a todo con tal de ingresar al Centro de Inteligencia Regional (Cire) de San Antonio. El organismo estaba a cargo del teniente Aníbal Barrera Ortega, un avezado agente que tenía información sobre la presencia del ex gobernante en la zona.
El antiguo oficial, hoy periodista en la Región de la Araucanía, contó su historia en el texto "Tras la pista de Frei Montalva", que fue compilado en el libro "100 Años de la Prensa en Chile", editado por la Universidad de Santiago y el Círculo de Periodistas. También mencionó el hecho brevemente en una entrevista concedida al Diario El Austral de Temuco en 2016. Casi 40 años después de transcurridos los sucesos, narró a Diario El Líder cómo fue el increíble y desconocido espionaje a la casa de quien fuera la máxima autoridad del país entre 1964 y 1970.
"Lo primero fue inspeccionar desde la distancia la mansión en la que se hospedaban", cuenta el ex teniente de Ejército.
Interceptaron los teléfonos, pero no fue suficiente. "Era necesario penetrar la mansión en el sentido de tener ojos y oídos en su interior", agrega. La misma persona que le dijo que Frei Montalva iba frecuentemente a Santo Domingo le contó que un mayordomo estaba a cargo de la residencia y que era a quien debían sacarle información.
Barrera se reunió con Teneo, entonces instructor militar, y le reveló su plan. Nadie podía enterarse. Temían una filtración interna y que otros servicios de inteligencia del gobierno se apoderaran del procedimiento. La furia de Manuel Contreras, a cargo de la Dina, estaba en su nivel más alto.
"¿Estás seguro de que no me vas a fallar?", le habría preguntado el oficial a su compañero de armas. "Sí, mi teniente, estoy seguro", fue la respuesta de Teneo.
"Inteligencia sucia"
De acuerdo a los hechos descritos por Aníbal Barrera, el cabo se percató de que el mayordomo, de quien se desconoce su identidad, era homosexual y comenzaron a coquetear. Este además le dio trabajo como jardinero y le permitió quedarse cómodamente hasta la próxima visita del Presidente.
"El cabo debió acceder a los requerimientos sexuales del mayordomo", dice el ex teniente al frente de la operación.
"No le resultó asqueroso (…). Todos los códigos de los servicios de inteligencia del mundo asumen que esta labor puede ser sucia", agrega.
Frente a frente
El 26 de enero de 1976 Frei Montalva volvió a Santo Domingo. El falso prófugo fue presentado y cuestionado nuevamente. "En una de las doce habitaciones del inmenso inmueble, que había sido habilitada como escritorio, conversaron largamente y este 'nuevo jardinero' se desenvolvió a las mil maravillas. Repitió la historia que había contado antes. Frei le dijo que no tenía inconveniente alguno en ayudarlo a buscar refugio en la Casa de Ejercicios del Arzobispado en Punta de Tralca, y que podría permanecer durante algún tiempo en su casa como ayudante de jardinero", continúa el ex militar.
"Ellos saben que estoy aquí", habría asegurado Frei, en referencia a los continuos seguimientos de los que era objeto durante su estadía en Santo Domingo.
Sergio Velasco de la Cerda, joven dirigente de la falange en esos tiempos, era parte de los selectos invitados del ex jefe de Estado a su residencia. "El Presidente estaba muy interesado en saber qué es lo que estaba pasando en el país. Juana Dip (diputada hasta el golpe militar), Carlos Demarchi (diputado hasta 1969 por la zona), Rafael Moreno (senador hasta 1973) y yo éramos invitados permanentes a conversar con él", complementa.
"Nosotros sabíamos que habían interceptado los teléfonos y que lo seguían. Era algo muy notorio, muy burdo", agrega el ex parlamentario.
Peligro
"Los escuchas del Cire de San Antonio habían logrado saber que el ex Presidente se reuniría en Algarrobo con dos personeros venezolanos de la Democracia Cristiana y que estaba preparando un encuentro en Santo Domingo con dirigentes sindicales del puerto de San Antonio", revela el ex teniente Barrera.
"Se le ordenó a Teneo que se la arreglara para conocer lo que Frei conversaría con los sindicalistas. No era posible perder de vista que San Antonio llegó a ser denominado Puerto Rojo en el gobierno de la Unidad Popular. Si bien el coronel Manuel Contreras había 'limpiado' drásticamente las instalaciones portuarias de 'elementos extremistas', no era menos cierto que la inmensa mayoría de los trabajadores del puerto seguían siendo gente de izquierda o que repudiaban la dictadura", añade.
Los oficiales de inteligencia temían una paralización de los portuarios.
El ex espía agrega que las actividades de Eduardo Frei Montalva simbolizaban otros peligros para el gobierno. "El cabo Teneo pudo saber también que la ex diputada Juana Dip preparaba el encuentro de Frei con el Cuerpo de Generales en Retiro de Carabineros", confidencia. El hecho fue interpretado por él como "una situación altamente peligrosa" pues comprometía la permanencia de carabineros al interior de la Junta Militar.
Al jefe del Cire no le quedó más que informar a su superior, el entonces coronel y gobernador Julio Bravo, quien se comunicó rápidamente con Manuel Contreras para ponerlo al tanto.
Al día siguiente, un equipo especial de la Dina ordenó la retirada de Teneo y se hizo cargo de la operación. Según el ex teniente, para el infiltrado "fue muy doloroso" irse de la residencia de Frei. El mayordomo le daba ropa, chocolates y licores. "Todo indica que se había enamorado del cabo", confidencia.
Según la versión de Barrera, el mayordomo no podía creer la repentina partida de su amante cuando los funcionarios de la Dina ingresaron a la mansión y lo detuvieron. En un campo de Santo Domingo fue interrogado, pero él delató a nadie. Se burlaron por largas horas de su condición sexual y de su affair con el intruso del Ejército en su casa.
"El cardenal Raúl Silva Henríquez fue informado de la invasión de la Dina e intervino ante Pinochet", asegura Barrera. El prisionero fue puesto en libertad.
El ex teniente, reconvertido en periodista, dice desconocer la identidad del mayordomo. Tal vez solo protege su honra. Rubén Teneo fue investigado y sindicado como "torturador" en un proceso judicial del 2008 denominado "Tejas Verdes", pero no fue condenado.
Todo indica que el engaño al mayordomo no fue el único intento por saber los planes del ex gobernante.
Eduardo Frei Montalva murió a las 17 horas del viernes 22 de enero del 1982, a los 71 años, por un envenenamiento. Días antes había ingresado a la Clínica Santa María para hacerse una sencilla cirugía. Dentro de los imputados por su asesinato está Luis Becerra Arancibia, su chofer.